Tour

Vingegaard es el nuevo rey del ciclismo

El danés remata un gran trabajo del equipo Jumbo Visma, gana la etapa y sentencia la carrera antes de la contrarreloj en la cima de Hautacam

Jonas Vingegaard cierra el puño para celebrar su victoria de etapa en Hautacam
Jonas Vingegaard cierra el puño para celebrar su victoria de etapa en HautacamDPA vía Europa PressDPA vía Europa Press

Iba a ser la última gran batalla y la afición esperaba, de nuevo, un duelo igualado en Hautacam. Tal vez un vuelco. Pero nada más lejos de la realidad. El final de los Pirineos dejó el Tour completamente sentenciado en favor de Jonas Vingegaard. El ciclismo tiene un nuevo rey y lo va a ser con todo merecimiento. Y, además, corriendo a la perfección en las etapas más importantes: la reina de los Alpes y la más dura de los Pirineos. El Jumbo Visma lo hizo todo como había que hacerlo también en la cima de Hautacam. Con un Van Aert absolutamente imperial que se metió en la fuga, amarró del todo el maillot verde y luego estuvo trabajando para el propio Vingegaard hasta que, juntos, doblegaron a Pogacar faltando cuatro kilómetros para la línea de meta.

El tercero en la ecuación fue un gregario como Sepp Kuss, que siempre aparece en la última semana de cada carrera para hacer de escudero de lujo con el maillot amarillo. Todo el Col de Spandelles y buena parte de la subida a Hautacam, el norteamericano estuvo al lado de su jefe. Justo hasta el momento de conectar con Van Aert. Trabajo cumplido.

Con esas tres armas, Jumbo logró suplir de forma magistral las bajas de Roglic y Kruijswijk en la previa de los Pirineos. Enfrente había un UAE mermado, que en la jornada del miércoles logró recomponerse bien, pero ayer quedó en total inferioridad frente al que ha demostrado ser el equipo más fuerte… con el mejor líder de la carrera. Así, Pogacar no tendrá más remedio que entregar el cetro y clamar venganza para la temporada que viene.

Vingegaard es un corredor que tiene mucho futuro por delante. Nacido en diciembre del 96, todavía le quedan los mejores años de su carrera deportiva. El danés explotó para el gran público el año pasado precisamente en el Tour. En una carrera que Pogacar ya tenía prácticamente sentenciada. Fue en el Mont Ventoux, subida mítica como pocas para el ciclismo, donde soltó de rueda al que era líder y logró cimentar el segundo puesto de la clasificación general. Sólo le quedaba un peldaño por subir: destronar al rey.

Y vaya si lo ha hecho. Esperó semana y media hasta encontrar su momento. Se apoyó en una táctica de equipo magnífica y reventó el Tour en el Col du Granon, donde ganó la etapa y puso de amarillo. Desde entonces estuvo siempre a la defensiva, soldándose a la rueda de Pogacar y saliendo sólo y únicamente a por sus ataques. Los «secó» todos. Y, una vez más, volvió a esperar para dar el zarpazo.

Los últimos cuatro kilómetros de Hautacam fueron un paseo triunfal. Con las cunetas abarrotadas y entre los gritos ensordecedores de los miles de aficionados que dejaban apenas un pasillo en el centro de la carretera. Allí iba el caballero vestido de amarillo a inaugurar su mandato en el ciclismo mundial. Y, por el mismo precio, convertirse en el enemigo número uno de todos los demás corredores y equipos del pelotón. Entró en meta señalándose el nombre del equipo, en la pechera de su maillot. Ahora, Vingegaard –que por el camino ha ganado también la clasificación de la Montaña– afronta la crono final con una renta de 3:26 sobre Pogacar. Más que suficiente para salir tranquilo, no tomar riesgos y disfrutar de su victoria. O, quién sabe, hacer ya de gran campeón y salir a por todas.

Tampoco habrá pelea por el segundo y tercer puestos. Otra vez, Hautacam deparó un espectáculo enorme en el que los ciclistas llegaron de uno en uno, y prácticamente en coincidencia con su lugar en la clasificación general. Thomas entró tercero por delante de un Gaudu que fue recuperando puestos desde atrás, y ahora va a cerrar el Tour en cuarta posición. El podio está sentenciado, con tres de los mejores contrarrelojistas asentados y grandes distancias respecto al resto. Los 10 primeros de la general están ahora mismo en 20 minutos, algo que no se veía desde hace años.

El ciclismo ha entrado, definitivamente, en un nuevo tiempo. Ataques desde lejos, tácticas que se piensan para hacer daño en lugar de simplemente defenderse y, gracias a Vingegaard, sin un dominador claro. Pogacar parecía claramente ser el gran nombre de esta época, pero el danés le ha cortado el paso. Reclama para sí mismo el trono y, por la edad de ambos, habrá muchos años de duelo. Los dos están en dos estructuras pujantes económicamente, por lo que en el mercado que comienza en agosto reforzarán sus equipos. La actitud atacante de ambos debería hacer el resto para volver a una época de gloria en este deporte. Para disfrute de todos.

Un duelo entre caballeros con apretón de manos

Llevan tres semanas dándose leña de todas las maneras posibles en las carreteras de Francia, pero en la bajada del Col de Spandelles, se vivió un momento que deja claro que este es un duelo entre caballeros. Tratando de forzar la máquina, Pogacar se salió en una curva y se fue al suelo. Se levantó sin mayores consecuencias, más allá de alguna quemadura en el glúteo, unos segundos después y se encontró con que Vingegaard, su gran rival por el triunfo en París, lo estaba esperando. Cuando llegó a su altura, el esloveno le tendió la mano para agradecérselo y terminaron el episodio con un apretón de manos y un pulgar hacia arriba. Rivales por el Tour en la carretera, sí, pero sin perder el respeto entre ambos. Un gesto que engrandece este deporte.