Cómo convertir una etapa de la Vuelta en un paseo

Primero fue la lluvia y el enfado que arrastraban algunos de los favoritos por la falta de luz en la contrarreloj por equipos; después, los clavos en la carretera y más tarde la desgana de alguno de los grandes que frenaron al pelotón para que no hubiera batalla. Y una etapa atractiva con subida al castillo de Montjuïc quedó convertida en algo parecido a una broma.

Los ciclistas se rebelaron temprano después de lo sucedido en la tarde del sábado. En una reunión con representantes de la UCI, de los ciclistas, de la organización y de los equipos se decidió que los tiempos para la general se tomaran primero en la subida al castillo de Montjuïc, a 3,6 kilómetros del final, y después en el comienzo de la ascensión, a 9 kilómetros para la llegada.

«Los corredores han llevado la voz cantante, más que los equipos, y se nos ha solicitado que se aplicara el protocolo de clima extremo», explicaba el director de la carrera, Javier Guillén. En carrera se vio como era Vingegaard, especialmente, con la inestimable colaboración de Remco Evenepoel, el que animaba a los ciclistas a parar cuando quedaban poco más de 30 kilómetros. Mientras, Thymen Arensman, el ciclista de Ineos, le decía que no con la cabeza. Pero se impuso el empeño del danés, el ganador de los dos últimos Tours, que ya había hablado con Enric Mas en la salida para llegar a un acuerdo. «Ha venido a verme para lo que se ha visto», explicaba el corredor de Movistar. «Todo el mundo estaba a favor», añadía. Aunque los gestos de Arensman lo desmentían.

«La decisión que se ha tomado finalmente se ha hecho por preservar el día y la llegada en Barcelona. Todo lo modificado se ha hecho por el bien de todos», asegura Guillén.

Las bonificaciones se mantuvieron en la pancarta de meta y en lo alto del castillo para dar un aliciente a los que quisieran luchar por la victoria, pero los favoritos se desentendieron de la lucha por la etapa. Una caída en una rotonda que afectó, entre otros, a Primoz Roglic, fue el golpe definitivo para que Gesink, Vingegaard y Evenepoel ordenaran frenar.

Aunque al final lo más peligroso no resultó la lluvia ni tampoco el asfalto deslizante. «Alguien ha decidido poner unos clavos antes de una curva. Quiero darle las gracias por ser subnormal y le deseo lo mismo que él a nosotros. Le deseo lo peor», aseguraba Juan Ayuso en el micrófono de la cadena Cope después de finalizar una accidentada segunda etapa de la Vuelta con final en Barcelona.

«Ha sido un poco caótico. He pinchado tres veces, una de las veces es porque alguien ha decidido poner clavos en la carretera. Muchas gracias a esa persona por poner clavos para matarnos», aseguraba después ante las cámaras de Televisión Española.

«Se ha ido despacio, había mucha tensión por el agua. Se iba con mucha precaución, pero a la vez rápido por querer estar delante», explicaba Ayuso, que lanzó un duro ataque a la organización de la carrera. «A diferencia de ayer, que fue un desastre por la organización, creo que han tomado la decisión adecuada en una carretera como esta que desliza a la mínima y es una pista de patinaje. Hubiera sido realmente peligroso y nadie quiere irse a casa en el primer día de carrera», añadía el corredor del UAE.

Con todo, la etapa quedó reducida a casi nada, a la pelea de unos cuantos valientes de entre los que surgió Andreas Kon para entrar solo en meta y levantar los brazos como vencedor. El liderato es para el italiano Andrea Piccolo, que entró por delante en la línea donde se tomaban los tiempos. Después, se dejó ir. El trabajo ya estaba hecho, aunque los comisarios tuvieran momentos de confusión para fijar los tiempos finales.

Andorra no se pone en duda

►«La etapa de Andorra se tiene que hacer, no se pone en duda ahora mismo», explica Javier Guillén. Las condiciones meteorológicas no mejoran para la tercera etapa, con previsión de lluvia y una máxima de 12 grados. Es sólo la terceras etapa de la carrera. pero puede ser importante para marcar lo que venga después. La subida a dos puertos de primera en los últimos kilómetros, el de Ordino y el de Arcalís, puede ordenar ya la general. Y los ciclistas no amenazan plante a pesar de la lluvia. «El asfalto de Andorra agarra bien». advierte Ayuso. En realidad la parada de los ciclistas en la segunda etapa parecía responder más a una represalia por la primera etapa en la que la lluvia y la oscuridad hicieron que los ciclistas se tomaran la carrera con tranquilidad. En Andorra puede empezar la Vuelta de verdad.