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El clásico juzga al Madrid

Ronaldo y Messi
Ronaldo y Messilarazon

El equipo de Ancelotti necesita sacar algo positivo en casa de un líder lanzado.

El equipo de Ancelotti necesita sacar algo positivo en casa de un líder lanzado

El acelerón de Messi

De entre los muchos argumentos que tiene el Barcelona para afrontar el clásico con optimismo, el más importante se llama Leo Messi. Primero está el pasado: 21 goles marcados al Real Madrid, al equipo al que más ha hecho en su carrera. «Pero el fútbol vive del presente», advierte Luis Enrique. Pues el presente dice que el «10» ha anotado 17 dianas en Liga en lo que llevamos de 2015, dos más que toda la delantera del Real Madrid junta: Cristiano (5), Benzema (5) y Bale (5). Messi ha sido un jugador diferente al del curso pasado desde el principio de la temporada, pero con el comienzo del año nuevo sus números han pasado de ser buenos a ser extraordinarios. Pese a partir de una posición más retrasada, o escorado a la derecha, no se ha olvidado del camino del gol. Siempre fue un jugador combinativo, pero ahora muchas veces actúa descaradamente de interior. A veces es el comienzo y el fin de las jugadas: abre el juego con un pase y corre al área a rematarlo. A sus registros anotadores habituales (lleva 32 goles, sólo uno menos a estas alturas que el año que logró el Pichichi de los 50 tantos) y de asistencias (14), ha sumado su participación en el juego. Con 1.632 pases es el cuarto jugador de la Liga que más toca la pelota, sólo superado por su compañero Busquets (1.671), el rayista Trashorras (1.763) y el madridista Kroos (1.789). «Lo que hace diferente a Messi es, más allá de sus números como goleador, su interpretación del juego. La capacidad que tiene para decidir qué necesita el partido: una jugada defensiva, una asistencia...», lo definió ayer Luis Enrique. «Si Leo se propusiera ser el mejor defensa del mundo, lo conseguiría», ha dicho el técnico en otras ocasiones. El encontronazo que tuvieron a comienzos de año parece ya olvidado. Leo luce una figura más estilizada y durante muchas fases del juego participa de la presión como uno más, aunque siempre ha sido un jugador que ha sabido dosificarse en los partidos. Con Rakitic por detrás, tiene un escudero con el que cambia de posición. Por delante, se entiende con Suárez y surte de pases a Neymar y Alba, que se cuelan por la izquierda. La banda de Leo suena ahora afinada.

Un día para resucitar

El Madrid ganó el Mundialito en diciembre y como en ninguno de los dos partidos marcó Cristiano Ronaldo, en la celebración se le vio algo cabreado, quizá desilusionado. Era tal su racha y su ambición durante el final del año pasado que un par de encuentros importantes sin goles le amargaban hasta un día feliz. Estos días, sin embargo, se habla mucho sobre el portugués: si está melancólico o si está triste o si, en realidad, no le pasa nada. Pero como no marca de manera tan habitual a como lo hacía se tiene la impresión de que ha perdido la forma. Ha caído como ha caído el resto del equipo y los goles que hace ya no destacan tanto frente a todo lo que se dice de él. Los dos tantos que marcó al Schalke y que mantienen al Madrid en la competición en uno de los peores días de la temporada, han quedado desdibujados ante su enfado al final del partido o su cabreo en el encuentro siguiente. Y todos los días aparece alguien con un nuevo secreto acerca de su ruptura con Irina. Por eso tanto el futbolista como el club saben que no hay nada como un gol y un buen resultado en campo enemigo para acabar con cualquier duda sobre el futbolista y ampliar la perspectiva del equipo en el final de temporada: «Ha hecho una buena semana de entrenamientos y está a tope en este sentido, como todos los jugadores. En los últimos partidos lo hizo muy bien y nos salvó ante el Schalke. Ha marcado goles, dado asistencias y mostrado una buena versión. No voy a pedirle más que al resto de los jugadores», decía ayer Ancelotti.

El Camp Nou es un campo que le gusta a Cristiano y donde marcó uno de sus goles más importantes en España. El Barcelona había empatado en el segundo año de Mourinho y acechaba la portería del Madrid. Özil se echó a la derecha y de primeras le puso el balón en profundidad: Ronaldo superó la salida de Valdés, marcó el segundo y dio el partido y gran parte de esa Liga a los blancos. Hoy se le espera con la misma expectación para mantener al equipo en la pelea en un clásico algo inclinado hacia el Barcelona. «CR7» puede cambiar la balanza y cambiar el destino del Madrid.