Amarcord Mundial

USA’94: del centro de Tassotti al remate de Sandor Puhl

Aquella España de Clemente quedó fuera del Mundial de Estados Unidos en cuartos ante Italia con el codazo a Luis Enrique que todavía duele

Luis Enrique muestra a Sandor Puhl la zona donde le propinó el codazo Tassotti
Luis Enrique muestra a Sandor Puhl la zona donde le propinó el codazo TassottiKote RodrigoEFE/Corbis

En el país irreconciliablemente dividido en el que se ha convertido España, puede que haya muchos aficionados deseosos de que el próximo Mundial de Qatar termine como acabó el de Estados Unidos hace 28 años: con el vecino de Gijón Luis Enrique Martínez deshecho en un mar de lágrimas… para regocijo de la mitad del irreconciliablemente dividido país que era España entonces. Porque puede que los aficionados más jóvenes se escandalicen ante la controversia que genera el seleccionador nacional, pero quienes guardan memoria de entonces convendrán en que no es en absoluto comparable al clima guerracivilista en torno a uno de sus ilustres predecesores: Javier Clemente Lázaro.

“Txikito de Barakaldo” levantaba adhesiones inquebrantables y odios filipinos a partes iguales, algo que él, lejos de templar gaitas, fomentaba con chulería bilbaína. El fútbol español era reo de una guerra mediática a muerte y la selección estaba secuestrada por uno de los bandos contendientes, paradójicamente (o no tanto) el que menos comulgaba con el declinante felipismo. El caso era que cada victoria de España era una ocasión para que los tirios pasasen factura a los troyanos, que criticaban con furia a Clemente, por su estilo pedernal, cuando ganaba y lo reventaban cuando perdía.

Los dos primeros partidos en Estados Unidos, que organizó un Mundial raro, en estadios descomunales normalmente dedicados al football americano, fueron dos empates muy al estilo Clemente, que lo mismo concedía puntos a rivales asequibles que arañaba igualadas contra adversarios fuertes. En el debut contra Corea del Sur, España se despistó en los minutos finales y encajó dos goles que equilibraban los marcados por Julio Salinas y Goikoetxea. Contra Alemania, el extremo del Barça reincidió al sorprender a Bodo Illgner con un centro-chut precioso desde la derecha, pero Klinsmann empató al poco de comenzar el segundo tiempo.

Había que ganarle a la Bolivia del doctor Azkargorta para meterse en los octavos y el trámite se cumplimentó sin dificultad (3-1). El octavo de final que España le ganó a Suiza en Washington DC fue el ejemplo más acabado del clementismo, una exhibición en toda regla con una alineación plagada de defensores. El seleccionador prescindió de los talentosos Pep Guardiola, Julen Guerrero o Txiki Begiristain para conformar un once con siete defensas –Ferrer, Abelardo, Camarasa, Hierro, Nadal, Sergi y Alkorta– más dos extremos que acabaron jugando de laterales, como Luis Enrique y Goikoetxea. En punta, el inclasificable Josemari Bakero. El sector crítico se relamía ante el festival de voleones que se avecinaba, pero España se sacó de la manga un partidazo para apiolar a los helvéticos (3-0), que aspiraban a ser la revelación del torneo.

El cuarto de final sería contra Italia en el Foxboro de Boston. Sacchi y Clemente plantearon un partido muy noventero: táctico, trabado, plagado de trampas para elefantes en las que cualquier intento ofensivo moría… El famoso fútbol de porcentajes que se llevaba en la época y que sonrió a Dino Baggio, autor del primer gol. Caminero empató y puso el encuentro donde querían los dos entrenadores: no conceder nada y marcar cuando se despiste el rival. Salinas (min 83) falló ante Pagliuca y Roberto Baggio (min 88) acertó tras driblar a Zubizarreta… pero faltaba un dramático epílogo. En la ofensiva final, Luis Enrique ingresaba en el área cuando Mauro Tassotti lo detuvo en seco de un codazo que le destrozó la nariz. Sandor Puhl, el árbitro húngaro, no quiso saber nada. Su cerrilismo y ceguera dolieron más que la violencia del lateral del Milan.