Opinión
El Madrid y los imposibles
Ancelotti y sus chicos parecen capaces de hacer andar a la Venus de Milo o de hacer volar a la Victoria de Samotracia
Un amigo al que el fútbol le importaba lo mismo que a usted la cría de abejas en Magadascar me dice que esta Champions sólo la puede ganar el Real Madrid. Le digo que se justifique y si me convence lo mismo nos ahorramos el preparar las páginas previstas –pocas– en caso de derrota. Apela a lo de las remontadas. Original no es desde luego. Y se refiere, claro, a las de ahora porque en los ochenta estaba más preocupado de los «Tigres» y los «Leones» de Torrebruno que de la Copa de la UEFA. Dice que no vio lo del PSG y lo de la silla de Alaba. Él se lo perdió. No lo vio el día señalado porque se estaba tragando alguna de las series infumables que ponen en una plataforma sí y en otra también. Al día siguiente leyó, oyó y vio algo en un informativo. Le dio la misma importancia que mi hija a la declaración de la renta. Pero luego vino lo del Chelsea y con la matraca de los días previos decidió prescindir de la serie de turno y engancharse a la segunda parte del partido. Lo que pasó hasta el final le pareció un entretenido disparate. Medio convertido estaba ya. Con la excusa, decidió que la vuelta ante el City había que verla entera en casa de otros amigos. Planazo para un miércoles. Un buen ensayo para San Isidro. Casoplón, pantallón, cervezotas, jijijaja... Lo que sucedió lo conocen hasta en Uagadugú y en aquella casa después del partido no hubo que pasar el aspirador por el techo, como escribió Alvite, de milagro. Ayer me guasapeó que el Madrid ganará 3-1. Y que ¡hala Madrid! Como si hubiera vivido parte de su infancia incrustado en el Fondo Sur oliendo bengalas y protagonizando avalanchas.
No ha pisado el Bernabéu en su vida, pero la conversión le puede llevar esta noche a Cibeles como se desate. Es la enésima prueba de la irracionalidad que ha marcado la trayectoria del Madrid en esta Champions. De la derrota ante el Sheriff Tiraspol, cuando el verano se resistía a irse del Foro, a las locuras primaverales, al Madrid le ha dado tiempo a ganar una Liga y al mundo a seguir del revés. Valdano, en una entrevista deliciosa aquí, apela a una fe insensata para explicar lo de Chamartín. Habrá que creerle. A él, que lo vivió desde dentro y ahora trata de explicarlo desde fuera con sensatez. La misma que transmite Ancelotti con todo lo vivido.
¿Duda alguien que uno de los argumentos que habrá vendido Klopp a sus tropas es que la final no se juega en el Bernabéu? Por si acaso hoy el estadio se abrirá en una especie de conjura colectiva que deberá recorrer más de 1.200 kilómetros para hacer efecto en Saint Denis. No habrá autobús bajando por Concha Espina, pero si la fe mueve montañas como para no ayudar a ganar la Decimocuarta. Lo de esta Champions y las remontadas han sido tres chupinazos de San Fermín en menos de dos meses. Ancelotti y sus chicos parecen capaces de hacer andar a la Venus de Milo o de hacer volar a la Victoria de Samotracia. A ver quién le dice lo contrario a mi amigo.
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