Atlético de Madrid

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El Atlético, como en casa

Empieza a sentirse cómodo en el Metropolitano y aprovecha un despiste del Sevilla para decidir el partido. Griezmann volvió a marcar.

Momento en el que el delantero francés del Atlético de Madrid convierte el segundo tanto del equipo
Momento en el que el delantero francés del Atlético de Madrid convierte el segundo tanto del equipolarazon

Empieza a sentirse cómodo en el Metropolitano y aprovecha un despiste del Sevilla para decidir el partido. Griezmann volvió a marcar.

Una mudanza no se completa hasta que el inquilino siente su nueva casa como su hogar. Y en eso anda el Atlético, que sólo ha necesitado dos partidos en el Metropolitano para empezar a sentirse cómodo. «Parece el circo romano», dice Simeone del ambiente que se genera en el nuevo estadio rojiblanco.

El Cholo quiere que en la nueva casa del Atlético se replique el ambiente que se vivía en el Calderón. Pero ése es sólo un trabajo secundario. El principal es hacer que su equipo siga siendo competitivo, aunque no haya podido incorporar jugadores nuevos. El club ha fichado a Vitolo y a Diego Costa, pero mientras el canario juega cedido en Las Palmas hasta que en enero pueda ser inscrito, el hispanobrasileño veía el partido ayer en el palco. Simeone insiste en cada intervención en la necesidad de crear competencia interna. Y, como ayer, cambia a cinco jugadores respecto al partido anterior con la esperanza de que no se note. Y no se nota.

La esencia sigue intacta. En el descanso los aspersores regaban la mitad del campo donde iba a atacar el Atlético. Probablemente sea casualidad, pero en el primer minuto de la segunda mitad, Carrasco aprovechó un despiste de Nzonzi para robarle la pelota y marcar con la portería vacía y Sergio Rico descolocado.

No necesita más el Atlético, que busca todavía sus nuevas referencias en el Metropolitano, pero no ha perdido la memoria. Su estilo es el mismo, agotar al rival y rematarlo cuando está débil. Aunque la cesión de Nzonzi aceleró el estado de debilidad del Sevilla. No le hizo falta madurarlo más.

El Atlético ya había amenazado en la primera mitad con un disparo a la escuadra de Filipe Luis con la derecha, que era sólo la respuesta del lanzamiento de Sarabia al poste unos minutos antes. Esos dos remates eran la señal de que el partido estaba vivo. El Atlético quería jugar y el Sevilla, también. La pelota salía controlada desde atrás en los rojiblancos por los pies de Filipe Luis o de Lucas, que se anima a cruzar al campo contrario con el balón pegado al pie si no encuentra un compañero mejor colocado al que entregárselo. El central ofrece salidas que el Atlético no está acostumbrado a disfrutar salvo en ataques de furia de Godín y es el principal responsable de que Simeone diga que le «duele el alma» cada vez que deja a uno de los centrales fuera. El Sevilla gira alrededor de Banega. Para eso ha regresado el argentino, para dar sentido al juego de su equipo en el centro del campo, aunque ayer le costó encontrar a sus delanteros.

Pero el gol no llegó por una jugada hilada desde el fondo, sino en un despiste. El Atlético no ofrece nada al contrario para poder castigar sus errores. Con los espacios que dejaba atrás el Sevilla, a partir de entonces era más sencillo para el equipo de casa. El gol de Griezmann cuando quedaban veinte minutos para el final convenció a Simeone de que debía pensar más en el partido del miércoles contra el Chelsea que en los minutos que quedaban.

El francés, que ha marcado dos goles en sus dos partidos en el nuevo estadio, desapareció del campo inmediatamente después de su gol y Carrasco, unos minutos después. El primer cambio había sido el de Correa por Vietto, cuando el Cholo Simeone todavía sentía la necesidad de asegurar la victoria.

El Sevilla no encontró en sus ataques la claridad necesaria para hacer daño a los rojiblancos y se marchó como había venido y con las burlas de la grada que cantaba «Berizzo, saca a Vitolo» en los minutos finales. El Metropolitano sigue inmaculado.