LaLiga
Rayo Vallecano-Barcelona (1-0): Falcao se come al Barça
Un gol del colombiano tumbó al equipo azulgrana, que continúa sin ganar fuera. Dimitrievski detuvo un penalti a Memphis
Lo bueno de andar sin rumbo es que cualquier camino te viene bien; lo malo es que te puedes perder al doblar la primera esquina. Así se maneja el Barcelona por esta Liga, sin saber muy bien a dónde quiere ir y cómo pretende llegar. Todo lo contrario que el Rayo Vallecano, un equipo muy bien trabajado por su entrenador, Andoni Iraola, con las ideas claras y que sabe exprimir al máximo sus recursos. Falcao tuvo una oportunidad clara y supo aprovecharla para tumbar a un Barcelona previsible y sin ninguna fuerza ofensiva.
No es casualidad que el Rayo lo haya ganado todo en casa y el Barcelona no haya vencido fuera en este curso. El Barça es como ese señor que sale de casa con un lienzo y unos pinceles y no sabes si va a terminar el día pintando una obra de arte o sentado en el parque dando de comer a los pájaros y con los pinceles sin usar. En Vallecas, el Barcelona no supo usar sus pinceles.
Esta vez Ronald Koeman plantó al equipo en un 4-2-3-1, con Busquets y Nico González de mediocentros y Kun Agüero en punta, en su debut como titular en el Barcelona. Entre medias, una línea con Dest, que sigue instalado en ataque y fallando ocasiones, Coutinho de enganche y Memphis en la izquierda. El Rayo respondió con el mismo esquema, pero con diferente actitud. El conjunto vallecano le pone intensidad y, sobre todo, interés y si hay algo que le molesta al Barcelona son los partidos intensos, los que le obligan a esforzarse. Lo del Barça no es un problema de esquema de juego, es algo más profundo, de confianza y de actitud, pero también de calidad. Y desde el banquillo tampoco llegan las soluciones que requiere un equipo que vive angustiado.
La primera jugada del partido fue un avance de lo que vendría después. El Barcelona sacó de centro y el Rayo le robó el balón. Una clara advertencia del escenario que planteó el equipo vallecano. Presión intensa y muy arriba del Rayo sobre el hombre que tenía el balón, pero sobre todo tapando las opciones de pase. Coutinho se vio obligado a bajar para intentar dar una salida limpia a la pelota y por momentos ofreció algo de claridad, pero el brasileño no tardó en difuminarse y volver las tinieblas en las que vive desde que llegó al Barça. Esa presión adelantada provocó algunos desajustes defensivos que el Rayo no siempre supo corregir, pero que el Barcelona fue incapaz de aprovechar.
Después de unos primeros minutos de desconcierto, el Barça tomó el mando y se quedó el balón. Se sintió cómodo en ese tramo en el que el encuentro fue algo insustancial. Fueron unos instantes de duda del Rayo y de confianza del Barça, que creyó tenerlo todo controlado. Lo que ocurre es que los azulgrana a veces confunden la posesión como maniobra de distracción con una maniobra de adormecimiento, propio y ajeno, y sus combinaciones de pases se terminan convirtiendo en un movimiento de la pelota sin ninguna sustancia y poco sentido.
Todo lo contrario que el Rayo, que siempre muestra una intención en todo lo que hace. Guarda la pelota cuando así lo requiere el duelo y ataca de forma directa cuando adivina alguna debilidad del rival. Consumida la primera media hora, los vallecanos desnudaron todo el sistema defensivo del Barcelona con dos pases. Trejo robó el balón a un despistado Busquets, se lo cedió a Falcao y el colombiano batió a Ter Stegen después de hacer un nudo a Piqué.
Se terminó consumiendo el primer tiempo sin ninguna angustia para el Rayo y con poca esperanza para el Barcelona, que encuentra en los balones colgados al área su recurso más frecuente en ataque. Una propuesta antinatural por su estilo y por los jugadores que tiene. Una muestra de la escasez de ideas con las que se maneja el equipo de Koeman, que cuando no sabe qué hacer con la pelota la envía al área como quien lanza al océano una botella con un mensaje dentro. Con la esperanza de que alguien la encuentre, pero con el convencimiento de que nadie leerá esa carta.
El Barcelona logró inclinar el campo hacia la portería de Dimitrievski al salir de los vestuarios, pero el Rayo nunca terminó de estar incómodo. Nico González y el Kun Agüero malgastaron dos claras ocasiones, en lo que fue la mejor aportación ofensiva del Barcelona hasta que Óscar Valentín derribó a Memphis dentro del área. El neerlandés lanzó el penalti y Dimitrievski se agigantó para detenerlo.
Movió piezas Iraola para sostener al Rayo en el centro del campo con la presencia de Unai López y Pathe Ciss y también trató de agitar a su equipo Koeman con Demir, Gavi y De Jong. Movimientos estériles en un equipo que termino con Piqué como delantero centro. Nada le alcanzó a un Barça superado por un Rayo que fue mejor.
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