Adiós

El Mundial de Qatar entierra para siempre el tiquitaca

La posesión y el juego de toque pierden terreno ante un fútbol más físico en el centro del campo y con delanteros veloces y potentes

Kylian Mbappe trata de marcharse de tres rivales en la final del Mundial
Kylian Mbappe trata de marcharse de tres rivales en la final del MundialHassan AmmarAgencia AP

España puso de moda en 2010 el fútbol de posesión y de toque, una corriente que se extendió por medio mundo y que la mayoría quiso imitar. Desde aquel éxtasis de Suráfrica, la selección ha ganado tres partidos en los tres Mundiales siguientes y su alumno más aventajado, Alemania, ganó el de 2014 humillando a Brasil en las semifinales, pero ahora también está pagando las consecuencias del cambio de tendencia. Qatar 2022 parece el torneo que ha enterrado definitivamente el tiquitaca que dominó el planeta en los pies de Busquets, Xavi e Iniesta, tres futbolistas extraordinarios que «obligaban» a cualquier equipo a jugar de la manera en la que lo hacían España y el Barcelona.

Ellos ya no están, Busquets acaba de anunciar su adiós a la Roja y su nivel no es el de hace años, y el modelo ganador está mutando en función, como siempre sucede, de los futbolistas que dominan en cada momento. Si Francia tiene a Mbappé, tiene que crear el ecosistema para que el extremo pueda tener metros con los que galopar hacia el área rival, y lo mismo sucede con Inglaterra, que si ha descubierto a flechas como Bellingham o Saka, dos purasangres, no puede hacer otra cosa que esperar un poco en su campo y salir a la contra para aniquilar a los enemigos con la llegada al área de sus nuevas perlas.

Japón derrotó a España y a Alemania en la fase de grupos sin necesidad de tener mucho el balón, en una especie de metáfora de los nuevos tiempos. Dicen las estadísticas que sólo en 24 de los 64 partidos disputados en Qatar ha ganado el equipo que más tiempo tuvo el balón en su poder, y por si había alguna duda, los cuatro ganadores de los cuartos y los dos de semifinales se impusieron a rivales que les vencieron en cuanto al porcentaje de posesión.

Sí es verdad que el campeón, Argentina, sometió a Francia durante 65 minutos monopolizando la pelota, pero al mismo tiempo marca un golazo al contragolpe, el del 2-0, seguramente el mejor tanto del campeonato. Dos datos que confirman que es hora de, en lo futbolístico, abandonar los extremismos. Se puede tener la pelota, pero para ser vertical y se debe ser vertical y buscar los espacios, pero siendo «largos» no pegando pelotazos en largo. El partido que mandó a casa a España fue el ejemplo perfecto de que hay que mezclar y que no se puede estar 120 minutos sin cambiar el plan ni tener jugadores para pasar del toque en horizontal al desequilibrio individual y buscar el disparo desde fuera del área. Un buen ejemplo de que la virtud está en el punto medio era Brasil, al que una transición de Croacia le condenó.

El futuro parece de los delanteros velocistas y de los centrocampistas que pueden tocar la batería y el violín a la vez en el medio, pero el MVP del torneo ha sido un futbolista que ha aprendido a imponerse caminando. A Messi, el físico ya no le da para volar, pero sí para acelerar y frenar en espacios cortos para desbordar. Otro que se resiste al paso del tiempo es Modric, feliz con una medalla de bronce a los 37 años.

Jürgen Klinsmann, responsable del Comité Técnico de la FIFA, fue duro con España y su modelo, y le puso el penúltimo clavo al ataúd: «España revolucionó el fútbol en 2010, pero en este Mundial hemos observado que los equipos están buscando algo diferente y saben cómo jugar ante ellos. No es que tenga que dejar de hacer su juego de pase y jugar con falso 9, pero ya no consiguen resultados así».