Adiós en octavos
Mundial de Qatar 2022: España, otra vez mil pases para nada
Como ante Japón, la brutal posesión tuvo poco fruto ofensivo para la selección de Luis Enrique: solo dos tiros entre los tres palos
Decía Luis Enrique después del partido que el fútbol es «un deporte tan maravilloso que un equipo puede ganar sin atacar». Luego matizaba que Marruecos sí había atacado alguna vez y recordaba que su equipo encontró la mejor ocasión en el minuto 120 con el balón al palo de Sarabia. Lo que se le olvidaba decir al seleccionador es que la parada más valiosa de la noche la hizo Unai Simón con la pierna derecha salvando un remate de Cheddira que parecía el 1-0 y que si este delantero marroquí que entró por En-Nesyri tuviera un poco más de claridad dentro del área podría hasta haberle hecho un par de goles a España.
Las mejores paradas de Bono fueron en la tanda de penaltis, porque en realidad, durante los 120 minutos previos el Zamora de la pasada Liga Santander solo tuvo que esforzarse de verdad en dos remates de Dani Olmo a balón parado. Uno que sacó con los puños cuando le iba al cuerpo y otro que envió a córner después de que nadie lo tocara y el balón se fuera envenenando. Poco más, no hubo asedio de España sobre la portería rival ni tres tiros a los palos ni un guardameta enfrente vestido con la capa de Superman. En ese escenario sí tendría algo de sentido la frase de Rodri: «Nos hemos encontrado once tíos atrás como en casi todos los partidos. Es complicado y frustrante. No sé qué decir, es duro, ojalá hubiésemos pasado». Pero las estadísticas del choque no reflejan eso de que España fue muy superior. Solo tiró dos veces entre los tres palos, mientras que el rival, que gastaba sus energías en defenderse, lo hizo en tres ocasiones.
Donde no tuvo rival España fue en la posesión, 63 por ciento contra 20, más 17 por ciento en el que el balón no fue de ninguno; y en los pases: 1.063 intentados por los 331 de Marruecos, con 988 completados para unos y 238 para los otros. Cifras abrumadoras, pero otra vez estériles, porque el saldo de los 90 minutos ante Japón y los 120 frente a Marruecos es de un gol, incluidos los penaltis. Por eso algunos exigen a Luis Enrique algo de verticalidad, si no como costumbre sí como recurso, porque su empeño en llevar el modelo al extremo no le ha funcionado, especialmente en los duelos eliminatorios. Las cuatro veces que España se la ha jugado a vida o muerte en grandes torneos con él en el banquillo, la cosa ha ido a la prórroga: en tres ocasiones en la pasada Eurocopa y este martes en Al Rayyan. Los rivales ya saben lo que se van a encontrar y el plan es casi inamovible.
Entró Morata en la segunda parte y con Nico Williams sí hubo el desborde por la banda derecha que le había faltado a Ferran, pero no fue suficiente. Muchos creen que el modelo está algo desgastado y que los jugadores ya no son los de la gran época para jugar así. Que quizá es el momento de un cambio de aires.
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