Fútbol

Leipzig-Real Madrid (3-2): Primera derrota del campeón

El equipo de Ancelotti tardó en entrar en el encuentro y se llevó dos goles. Después despertó, pero siempre no fue superior al rival casi nunca

Camavinga, titular en el Leipzig-Real Madrid de la Champions
Camavinga, titular en el Leipzig-Real Madrid de la ChampionsMARTIN DIVISEKAgencia EFE

Quizá fueron los cambios o que el Madrid, en este tramo de la Champions. ya ha hecho lo importante, pero el comienzo del choque en Alemania fue como si el conjunto de Ancelotti hubiese escuchado el despertador y en vez de despertarse, hiciese lo que hacemos todos por la mañana: apagarlo y seguir durmiendo o al menos tumbados en la cama, perezosos y esperando que el mundo no nos necesite durante un rato. Le costó tanto levantarse que cuando lo hizo después, ya llevaba un dos tantos en contra y le fue imposible ni siquiera empatar. Porque durante todo el choque le faltó, cuando ya entró en él, velocidad y porque el Leipzig demostró ser un equipo mejor de lo que se ha estado viendo, con el plan muy claro, rápido cuando hizo falta y siempre mucho más despierto que el rival para llevarse la pelota.

Así que pasó lo que parecía que no iba a pasar. El Real Madrid recibió su primera derrota de la temporada. No es grave, porque el equipo español ya ha hecho los deberes, pero sí que puede servir de aviso al campeón de Europa para el resto de la temporada: si no se toma todos los partidos como si fuesen el último la vida se le complica. A veces demasiadas victorias seguidas en vez de dar confianza confunden a los futbolistas. Una derrota a tiempo suele servir como revulsivo.

No ganaba un duelo por la pelota el campeón de Europa, que jugaba más lento que el rival, como si el Leipzig hubiese saltado al campo con una velocidad más en la recámara, como hacen muchos al ver las películas en Netflix. El Leipzig corría, presionaba la salida del Madrid y robaba, mientras que los de Ancelotti no entraban en el partido, cometían muchas imprecisiones y daban la impresión que se dejaban llevar, arrastrados por la corriente y sin personalidad para nadar contra ella. Ancelotti asegura que todos los encuentros de la Champions del Madrid son importantes, pero es imposible que algunos no sean más importantes que otros. Y este fue de los de menos. Lo dejó claro el entrenador con una alineación en la que faltaban nombres importantes y en la que dio una oportunidad a Asensio y a Camavinga y sólo cuando el encuentro terminaba, a Hazard.

Es injusto, pero para los futbolistas que menos juegan, las titularidades son exámenes finales y ni Asensio ni Camavinga estuvieron por encima del resto del equipo. El centrocampista porque es un futbolista de jugadas, de espasmos, que muchas veces transmiten electricidad a sus compañeros, pero también durante muchos momentos le cuesta colocarse en el campo o encontrar su sitio. Asensio no estuvo mal, dio el gol y participó en el juego. Tampoco fue suficiente para dar un paso adelante en unos puestos donde la exigencia es máxima.

Fue un Madrid que no se encontró hasta la segunda mitad y cuando lo hizo tampoco se gustó mucho. A Kroos le costó mucho en tomar el mando y Vinicius le costó más sacudirse la pereza en los primeros contactos con el balón. Luego se despertó algo más, marcó el gol de cabeza y fue de lo más peligroso en ataque durante la segunda parte, pero ha tenido días mejores. Rodrygo hizo de Benzema, como delantero que baja a recibir. No le faltó voluntad y hasta el final, cuando forzó el penalti lo intentó, pero ya era demasiado tarde.

El Madrid había concedido dos goles en la primera parte, cuando estaba desorientado ante el ímpetu rival. Tiene un problema el equipo este año: recibe muchos tantos y en Alemania se llevó los dos primeros en dos jugadas que comenzaron en dos saques de esquina. En el primero, Courtois hizo un paradón al primer remate, pero no llegó al segundo. Poco después, sin que hubiera noticias de los españoles, Nkunku demostró por qué su nombre está en todas las agendas: metió un trallazo. El delantero fue un dolor de cabeza durante todo el choque, aunque en la segunda parte intentó cambiar su profundidad por la calma, pero el Nkunku bueno es el que no se para.

En esa segunda parte, el Madrid, con Kroos dio la cara, igualó el partido, aunque nunca fue netamente superior al rival. Ancelotti quiso cambiar al equipo sustituyendo a los laterales, un movimiento habitual en casi todos los choques y después, con Hazard. Esta vez no le salió bien. Fueron los cambios del Leipzig los que funcionaron. Con Werner volvió a tener velocidad. Su gol fue definitivo, pese a que Rodrygo, en el final, metió el penalti que él mismo había provocado.