Mundial de rugby
Inglaterra, la superviviente del norte
El XV de la Rosa, pese a su crisis, será la única nota discordante frente al Hemisferio Sur en las semifinales del Mundial de rugby
Inglaterra fue cuarta en el pasado torneo de las Seis Naciones, en el que recibió la mayor paliza de su historia en su «Catedral» de Twickenham (10-53 contra Francia) y apenas maquilló en los minutos finales su derrota final en Dublín (29-16). Steve Bartwick se había estrenado en el banquillo tras la dimisión de Eddie Jones pero no había logrado romper la dinámica de un cuatrienio ciertamente negro para el XV de la Rosa. En la preparación previa al Mundial, la cosa no mejoró, pues Fiyi infligió a los ingleses la humillación de vencerles en Londres. Pero hoy, tras su polémica victoria frente al equipo polinesio (al árbitro francés Raynald lo han rebautizado algunos comentaristas sarcásticos como Reynolds), son el único equipo europeo en las semifinales mundialistas.
¿Un milagro? No tanto. Es verdad que el Mundial es una competición en la que prima la experiencia y los ingleses, vigentes subcampeones, son el único equipo del Hemisferio Norte con un título, el logrado hace ahora veinte años gracias a Sir Johnny Wilkinson. Sin embargo, su epopeya de 2023 tiene una explicación mucho más prosaica: los grupos mundialistas se prestablecieron hace tres años en función del ranking mundial del otoño de 2020 y ello propició un cuadro francamente descompensado en este torneo. Así, los cinco mejores equipos del momento –Irlanda, Sudáfrica, Francia, Nueva Zelanda y Escocia, por este orden– se acumularon en una mitad de la que salieron dos cuartos de final explosivos, semifinales anticipadas, con los pobres escoceses en su casa antes de tiempo.
El pasado fin de semana, Saint-Denis acogió un Irlanda-Nueva Zelanda (sábado) y un Francia-Sudáfrica (domingo) destinados a consagrar, al fin, la supremacía tan anhelada por los europeos. En la primera fase, franceses e irlandeses habían liderado sus respectivos grupos al batir a los All Blacks y a los Springboks, pero en los choques a vida o muerte, que resultaron titánicos y apasionantes, con suspense hasta más allá del tiempo reglamentario, se impuso la experiencia de los australes.
En Marsella, los mismos días pero a las cinco de la tarde, como evidentes teloneros, el Gales-Argentina y el Inglaterra-Fiyi iban a designar a los semifinalistas más afortunados de la historia de las Copas del Mundo. El sábado, los Pumas se las ingeniaron para remontarle al XV del Puerro un encuentro plagado de errores que, elocuentemente, terminó Nicolás Sánchez con la interceptación de un pase del bisoño Ben Costello, al que aún le viene grande la alta competición.
Inglaterra, por su parte, exprimió hasta la última gota su carácter pragmático y se apoyó en el fusil con mira telescópica que tiene por pie derecho su capitán, Owen Farrell, para resolver en los cinco últimos minutos –drop y golpe de castigo que rompieron el empate a 24– su duelo contra Fiyi. La selección oceánica, la única del «Tier 2» –la categoría a la que pertenece España– en los cuartos de final, pagó cara su indisciplina... y su escasa influencia en los despachos, ya que fue víctima de un arbitraje horrible. Pero esto es rugby, así que el hombre del pito siempre tiene razón. O no.
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