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Al oro de Ryan Crouser en peso sólo se le resistió su récord del mundo

Se quedó a siete centímetros (23,30) de su plusmarca universal. Los cinco mejores lanzamientos de la final, todos por encima de 22,70, fueron suyos

Ryan Crouser, poco después de proclamarse campeón olímpico en Tokio
Ryan Crouser, poco después de proclamarse campeón olímpico en TokioFrancisco SecoAP

Al mejor concurso de peso en la historia de los Juegos sólo le faltó un récord del mundo. Ryan Crouser revalidó el oro con el segundo mejor lanzamiento de la historia. Se quedó a sólo siete centímetros (23,30) de la brutalidad que perpetró en los Trials de Oregón antes de los Juegos. Aquellos 23,37 que acabaron con la plusmarca del polidopado Randy Barnes (23,12) estuvieron muy cerca de pasar a la Historia. Será cuestión de tiempo que el estadounidense mejore su propio registro. En Tokio se fue hasta los 23,30 para subir a lo más alto del podio. El más cercano al mejor lanzador de todos los tiempos fue su compatriota Joe Kovacs con 22,65. Para mantener el nivel, el neozelandés Tomas Walsch se llevó el bronce con 22,47. El nivel del concurso quedó reflejado con la cuarta plaza con la que se debió conformar el brasileño Darlan Romani con 21,88.

Si existiera la posibilidad de que un mismo lanzador se llevase todas las medallas, el oro, la plata y el bronce hubieran sido para Ryan Crouser (Portland, 18-12-1992). Los cinco mejores lanzamientos de la final fueron suyos. La secuencia fue poco menos que imposible. Arrancó con 22,83 con lo que superaba su récord olímpico (22,52). La nueva marca duró unos minutos. Mejoró en su segundo tiro con 22,93 y mantuvo el nivel en el tercero con 22,86. En realidad es que en sus seis lanzamientos superó la marca con que se llevó el oro en Río. El desafío era comprobar si por tercera vez en su vida mandaba la bola de 7,26 kilos más allá de los 23 metros. Y vaya si la mandó. Se soltó con un lanzamiento de 23,30 con Kovacs y Walsh sonriendo ante la exhibición.

No hubo cuarto récord del mundo en el Estadio Nacional de Tokio, pero lo de Crouser es de otro planeta. Con 2,01, 145 kilos e ingiriendo 5.500 calorías diarias, se ha quedado sin rivales en su disciplina. Sólo en los pasados Mundiales de Doha flaqueó ante Kovacs. Se tuvo que conformar con la plata, pero desde entonces los 22 metros no tienen ningún secreto para él. Ha superado la distancia más de 130 veces, en tres ocasiones se ha ido por encima de los 23 metros y cinco de las diez mejores marcas de todos los tiempos son suyas.

Pichardo reina en el triple

Rozando los 18 metros, con 17,98, el portugués Pedro Pablo Pichardo se proclamó campeón olímpico. El chino Yaming Zhu, con 17,57 metros en su penúltimo intento, ganó la plata por delante del burundés Hugues Fabrice Zango (17,47), plusmarquista mundial en pista cubierta. Una lesión de tobillo impidió al saltador de origen cubano participar en Río y cinco años después Pichardo se ha resarcido con el título olímpico.