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Rivas, entrenador de Carolina Marín: «Ella no es talentosa, es Nadal»

Fernando Rivas / Entrenador de Carolina Marín.. Asegura que sus métodos de trabajo le han hecho sentir lástima por su pupila. Es tan optimista como ella bádminton

Fernando Rivas conversa con Carolina Marín
Fernando Rivas conversa con Carolina Marínlarazon

Tiene 38 años y el cabello plateado, «será por las horas que dedicamos a este trabajo», cuenta Fernando Rivas, entrenador de Carolina Marín. Es, posiblemente, el mejor del mundo en su puesto. Él coincidió hace nueve años con una chiquilla de Huelva que quería progresar en un deporte prácticamente desconocido e ignorado en España, el bádminton. Y los dos hicieron camino. Fernando elabora la agenda social de Carolina, lo cual es un serio problema para los diferentes jefes de prensa que ha tenido la jugadora. Rivas sabe que, si no hay trabajo concienzudo, serio y exigente hasta con los horarios, no hay éxitos. Su estreno en los Juegos camino del oro será el jueves.

–¿Es Carolina el talento más grande que un entrenador puede tener en sus manos?

–No.

–¿No?

–Carolina no es talentosa, Carolina es trabajo, trabajo y más trabajo.

–Me deja de una pieza. Se supone que un campeón, una campeona, del mundo tiene talento.

–Es la realidad. Evidentemente, si no tuviera dotes, algo de talento, no estaría donde está. Pero si ha llegado hasta aquí es porque trabaja, mucho, una barbaridad. Carolina es Nadal. Es la comparación que mejor la define. He hablado con Rafa de los entrenamientos, de la resistencia hasta más allá de donde llegan los mejor dotados, y ese suplemento de sacrificio, esa mentalidad que con Carolina trabajamos cada día, es lo que los convierte en campeones.

–Cuenta Fermín Cacho –oro de 1.500 en Barcelona– que él sabía que sus rivales eran muy buenos, magníficos, y que sólo había una manera de vencerlos: «Si ellos entrenan cuatro horas; yo, ocho. Si son tres; yo, seis». ¿De eso estamos hablando?

–De eso. Carolina tampoco es graciosa... Me explico, es graciosa, salada, ¡es de Huelva!, pero no es grácil por su complexión física. Es grande, fuerte. No tiene esos movimientos de ballet que la tailandesa Ratchanok Intanon, por ejemplo. En eso también estamos trabajando.

–Trabajo y más trabajo. Eso es estajanovismo. ¿Hasta qué extremos llegan para que ella llorara en algunas sesiones?

–En los descansos, la metía en una sala con un 90 por ciento de humedad. Me daba pena. Sentía lástima por ella.

–Está más fina, más estilizada...

–Más trabajada. Y ella se entrega. Es otra de las virtudes que tiene Carolina. Sabe muy bien cómo conseguir lo que se propone y se sacrifica por ello.

–Es obvio que sabe lo que quiere. Declara convencida que no firma una medalla que no sea la de oro. ¿No es excesivo, no tendría que ser más cautelosa?

–Vamos a ver. Por qué hay que decir «bueno, no sé, lo voy a intentar, ya veremos qué pasa...». Llevamos mucho tiempo trabajando para esto. Los dos últimos meses han sido agotadores, sin parar, cuidando hasta el mínimo detalle. Hemos trabajado bien y estamos convencidos de que se puede ganar el oro. Hay opciones para ello. Carolina quiere el oro olímpico, sabe que se lo puede colgar al cuello y lo dice.

–Pero ¿si no llega a la final? ¿Y si llega y pierde?

–Esto es deporte y los objetivos no se alcanzan sin una preparación minuciosa y exigente. El entrenamiento ha sido difícil y duro, física y mentalmente. Todo eso forma parte del entrenamiento. Nos hemos preparado para el calor y la humedad en Ibiza y en el Centro de Alto Rendimiento de Madrid. Todo está controlado y a todos los niveles. No hemos dejado nada al azar. Hemos cuidado la calidad del sueño, vigilado la frecuencia cardiaca... Todas las sensaciones son correctas. No hemos dejado nada al azar.