Ciclismo

Vingegaard sobrevive al volcán Pogacar en el Tour

En el Puy de Dome, donde gana Michael Woods, el esloveno le mete ocho segundos y Carlos Rodríguez recorta distancias para el podio

Puy De Dome (France), 08/07/2023.- Canadian rider Michael Woods of team Israel-Premier Tech celebrates as he crosses the finish line to win the 9th stage of the Tour de France 2023, a 184kms race from Saint-Leonard-de-Noblat to Puy de Dome, France, 09 July 2023. (Ciclismo, Francia) EFE/EPA/MARTIN DIVISEK
Tour de France 2023 - Stage 9MARTIN DIVISEKAgencia EFE

Escalando por las faldas del Puy de Dome, desiertas y protegidas, fantasmagóricas de público, resuenan los ecos de la historia del ciclismo que aquí, sobre este volcán se han escrito. Se escucha el grito de Eddy Merckx en una tarde de 1975 cuando un aficionado le golpeó en el estómago. ‘El Caníbal’ con su mirada de asesino bajó casi sin frenos, tras la etapa a buscar al responsable de aquella agresión nada más cruzar la línea de meta.

También pueden sentirse los jadeos de Federico Martín Bahamontes en la primera vez que el Tour se atrevió a subir hasta el cráter de este volcán dormido en 1959. Ayer, justo el día que el Tour volvía al Puy de Dome, el Águila de Toledo cumplió 95 años. Justo el mismo día también el que levantaba los brazos.

Pero resuenan además de los ecos de los triunfos, los rugidos de duelos legendarios. El de Poulidor, el eterno segundón y Jacques Anquetil casi rozándose los costados en un julio de 1964, retorcidos ante las rampas terribles del Puy de Dome. El ciclismo en blanco y negro que dos corredores tan grandes como aquéllos se están empeñando en estos tiempos modernos en reeditar.

Son Tadej Pogacar y Jonas Vingegaard que van trepando por aquí, ya casi solos en su majestuosidad frente al volcán. Resisten a duras penas y como pueden con ellos Sepp Kuss en el último relevo, Carlos Rodríguez que aguanta extraordinario mientras Jay Hindley se hunde y empieza a recortar distancias de cara a colarse en el podio. Con él su compañero Tom Pidcock, el chico venido de la MTB que tan bien se desenvuelve cuanto la rampa más vertical sea.

Los demás han reventado ya. El Puy de Dome es un lugar reservado solo para las leyendas. Ni el público puede acceder aquí. Ni cualquiera tiene permiso para ganar sobre el cráter dormido. Lo sabe bien Matteo Jorgenson, el americano corredor del Movistar que busca la cima entre las rectas eternas y acaba devorado por el volcán cuando Michael Woods, un canadiense excepcional, un chico del atletismo a quien las lesiones le subieron a la bici y que hasta ahora tenía dos brillantes triunfos de etapa en la Vuelta a España.

Suyas son las victorias del monte Oiz, donde lloró de alegría y le dio la vuelta a la vida tras el aborto que unas semanas antes había sufrido su mujer, y la de Valdegobia, tras doblegar en el puerto de orduña a su ídolo Alejandro Valverde, a quien casi le birla el mundial de Innsbruck en 2018. Woods empezó a escalar el volcán a dos minutos de Jorgenson. “Me lo tomé como una crono contra mí mismo. No pensaba en ningún momento en la victoria, solo en que cuando llegase a la meta pudiese sentirme orgulloso de lo que había hecho”. Vaya si lo estuvo.

La etapa comenzó emocional. Un día histórico. El Tour de Francia regresaba al Puy de Dome 35 años después de su última visita, cuando Pedro Delgado lo escaló vestido de amarillo en medio del ‘affaire’ por su positivo que saltó días antes. El punto de partida era Saint-Léonard-de-Noblat, la ciudad de adopción de Raymond Poulidor y su nieto, el niño maravilla del ciclismo Mathieu Van der Poel subió al escenario entre lágrimas de emoción a recoger la bicicleta Mercier con la que su abuelo ascendió al Puy de Dome. “No es fácil para mí porque todo esto me trae muchos recuerdos”, declaró el corredor del Alpecin.

Se formó la fuga al primer intento. Numerosa y perfecta para que el Jumbo dejase hacer hasta las faldas del Puy de Dome. Allí, los chicos de Vingegaard abrieron gas primero con Kelderman y después con Kuss. Todo invitaba al optimismo. Pogacar había mandado retirarse a los suyos y Majka, su más cercano gregario se afanaba en refrigerarle a base de echarle bidones por la cabeza.

Pero las apariencias engañan. Pogacar fue el volcán dormido que entró en erupción a falta de kilómetro y medio. Cuando ya no quedaba nadie y resonaban los ecos de las gestas. Ahí demarró y enseguida sentó a Vingegaard. Mantuvo el ritmo y volvió a acelerar a 400 metros. Ocho segundos sacó de botín en la cima. Ya está a solamente 17 del danés. “En la posición perfecta porque no tenemos el liderato y ellos tendrán que seguir tirando y desgastándose”, dice su director Matxin.

Y por detrás, a su paso, Carlos Rodríguez que recortó 14 segundos al podio. Excepcional. “Se me han ido un poco los dos al final pero voy día a día y pienso que he perdido algo de tiempo pero no una barbaridad. Además le he recortado a Hindley. Ahora lo importante es ser seguir siendo constante y no tener un mal día para mantenerme ahí.