Un deportista con vocación humanitaria
La natación de rescate llevada a la práctica: "Para mí es una responsabilidad"
Eduardo Blasco, campeón del mundo en rescate y socorrismo, aspira a los Premios Nacionales del Deporte y se prepara para el Mundial de 2024
El pasado mes de agosto Eduardo Blasco, campeón del mundo de rescate y socorrismo, se embarcó con una ONG para salvar vidas frente a las costas italianas. Ahora, compagina un duro entrenamiento para las pruebas clasificatorias del Mundial de Australia de 2024 con su labor humanitaria, esta vez en Canarias, donde reside, para ayudar a afrontar la crisis migratoria que sufre actualmente el archipiélago.
¿En qué consisten las pruebas clasificatorias del Mundial?
Hay diferentes modalidades que básicamente lo que hacen es emular una situación de rescate, lo que pasa que en el caso de la competición el objetivo es hacerlo lo más rápido posible, y se utilizan técnicas no protocolarias. Es decir, yo no puedo coger a una persona del cuello en un rescate real, pero al maniquí sí. Hay pruebas que son solo natación, y otras que tienen implementos. Por ejemplo, hay relevos donde solo hay que nadar, como los 50 libres, pero luego hay otras pruebas que consisten por ejemplo en nadar 50 metros, bucear un tramo de 17 metros y finalmente arrastrar un maniquí que pesa 75 kilos el resto de la distancia. Luego hay otras que tienes que nadar 25 metros, y otros 25 metros arrastrando, previa recogida en el fondo. Todo ello está regulado de forma pertinente por el CSD y el COI.
¿Quiénes son los principales rivales de la selección?
Los países que tienen mayor potencial en este deporte son Alemania y Australia, siempre son el «hueso» de la competición. Tienen una ventaja evidente: les dedican unos recursos y le dan una importancia que es muy difícil de conseguir en algunos países. Los nadadores australianos que hacen salvamento son los mejores, están preparados para ello, es uno de sus deportes nacionales. Los socorristas en las playas pasan unas pruebas muy difíciles, al nivel de las de la Policía Nacional en España. Es una manera de entender este deporte que en Europa no ocurre, salvo en Alemania. Son dos potencias que históricamente se han llevado todas las medallas.
¿Qué aspectos consideras más importantes en tu deporte?
En mi disciplina claramente la fuerza física y el entrenamiento. Son pruebas en las que se combinan diferentes elementos: la capacidad anaeróbica, peso añadido... Al final el físico es todo. Quizá en otro deporte acuático la técnica es más relevante, pero en el mío es la fuerza claramente. De hecho, la preparación en seco supera a la de la fase de agua. Realizo básicamente un entrenamiento funcional, similar al crossfit, y mucho trabajo de pesas, porque es lo que me va a garantizar poder levantar el maniquí de 75 kilos con una mano durante el menor tiempo posible. Puedo tener un nivel un gran nivel de natación pero no me va a servir si no soy capaz de superar esa resistencia, y para ejercer una tracción directa hay que tener mucha fuerza y sobre todo sostenerla.
¿Cuáles son tus puntos fuertes?
En mí convergen un buen nivel de nado con una fuerza que no es propia de un deportista acuático. Claramente he tenido suerte genéticamente. Mido 1,85, no soy muy alto pero peso 115 kilos. Tengo una fuerza física que igual no es un común en un deportista acuático, y eso hace que para mí sea bastante sencillo poder destacar de manera internacional. A lo largo de los años he ido mejorando, pero la base está ahí.
¿Cuánto tiempo entrenas?
Depende mucho del momento de la temporada. Al principio se entrena mucho más, y también del momento de la carrera deportiva. Un nadador joven normalmente tiene que nadar muchos metros, cinco o seis horas, incluso siendo velocista. Aunque mi prueba fuese a durar 20 segundos yo me tenía que tirar nadando cuatro o cinco horas de lunes a sábado. Con el paso de los años y un mayor nivel técnico uno se puede centrar más en el aspecto físico. Desde hace tiempo hago entrenamientos de 90 minutos todos los días a una intensidad muy elevada, cercana al ritmo de competición.
¿Los entrenamientos son en solitario?
Tengo dos preparadores. A este nivel no solo necesitas una persona que planifique, sino una supervisión. Porque pedirte a ti mismo ese nivel de sufrimiento es prácticamente imposible. Cuando tú no puedes más son tus compañeros o tu entrenador el que te dice: «Mantenlo ahí», y te pide más. Eso estando solo es muy complicado.
¿Por qué te dedicaste a esto?
Por lo mismo por lo que me dediqué al rescate. Vengo de una familia de mar, mi abuelo fue campeón de España de la Fedas (Federación Española de Actividades Subacuáticas). En mi familia todos hemos hecho deportes de agua, controlamos las modalidades que hay, y a mí siempre me ha gustado el rescate, desde niño. Yo nadaba, he estado en algunos de los mejores clubes de natación de España y he competido en división de honor, pero siempre tuve esa segunda disciplina ahí. Y las combinaba. Hasta que un día me decidí por el salvamento, primero porque es más llamativo, divertido, es más exigente físicamente para mi, y además tiene una aplicación a la realidad, que es lo que marca quizá la diferencia a la hora de elegir.
¿Qué es lo que más valoras de tu experiencia como nadador profesional a la hora de enfrentarte a un rescate real?
La parte física me da una ventaja muy grande, porque una persona normal, aunque esté entrenada, va a tener una capacidad de rescate importante, pero no es igual a la mía. Yo puedo salvar a más personas, estar más tiempo nadando, puedo rescatar a alguien que sea grande y pesado... A todos los niveles es una ventaja. Me canso menos, porque me cuesta menos, la fatiga tarda más en llegar. La parte física es ineludible que hay que mencionarla, porque es lo que marca la diferencia. Y luego hay otra cosa, que es que he estado toda la vida en el mar. Para mí no es un medio ajeno, me he criado en San Sebastián y he vivido en Fuerteventura toda la vida. Para mí jugar era ir nadando hasta una isla, íbamos a pescar, con los amigos siempre en la playa... Mi ocio y mi entrenamiento desde niño ha sido el agua.
¿De qué estás más orgulloso, de tus medallas o de tu labor humanitaria?
De lo último, sin lugar a dudas. Deportistas con medallas en España hay muchos, pero gente que esté comprometida con su lugar en el mundo casi ninguno. He tenido mucha suerte de crecer en este entorno y de tener las ideas que tengo, porque si no sería un deportista que mira por lo suyo y ya está. Y cuidado, no digo que eso esté mal. Pero cuando practicas un deporte que tiene esa capacidad, que hay pocos que tengan una aplicación a la realidad, desde mi punto de vista es una responsabilidad, porque trasciende al deporte. «¿Eres capaz de recorrer esta distancia en este tiempo y no te da pena hacerlo solo para ganar dinero y medallas?». En mi caso creo que está bastante claro, yo he perdido mucho dinero y muchas medallas por dedicarme a esto, y lo volvería a hacer una y otra vez.
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