Natación

Ona se supera: plata en el solo libre y 20 medallas en Mundiales

La española mejora su bronce de hace dos años para sumar su segundo subcampeonato en Budapest

La nadadora española Ona Carbonell durante su ejercicio en la final de solo libre del Mundial de Natación que se disputa en Budapest (Hungría), en la que ha conseguido la medalla de plata
La nadadora española Ona Carbonell durante su ejercicio en la final de solo libre del Mundial de Natación que se disputa en Budapest (Hungría), en la que ha conseguido la medalla de platalarazon

La española mejora su bronce de hace dos años para sumar su segundo subcampeonato en Budapest.

Emocionada y emocionando, así sumó Ona Carbonell su segunda medalla de plata en el Mundial de Budapest. Emocionada porque con este resultado mejora el bronce que consiguió en esta misma modalidad hace dos años en Kazán y porque es el segundo subcampeonato que logra en Budapest. De nuevo la todopoderosa sincronizada rusa quedó por delante, pero esta vez Ona no estuvo muy lejos. A 1,3 puntos se quedó de Svetlana Kolesnichenko. Es la medalla número 20 de la española en un Mundial. Nunca ha fallado. Seis participaciones y siempre en el podio, primero con el equipo y en los tres últimos campeonatos, como solista. Impresionante.

Y emocionando logró la segunda plata porque plasmó a la perfección todo lo que había entrenado durante el año. Así son los deportes como éste: prepararse, prepararse y prepararse para el «día D» estar a punto y no fallar. Carbonell no se equivocó en la piscina del Parque Urbano de Budapest. Los brazos en alto y el andar tranquilo en la presentación, todavía en tierra, mientras saluda al público. Los primeros gestos, el cuerpo al suelo, la mirada al cielo... Y a la piscina. «Padam, Padam», dice la canción de Edith Piaf elegida para la ocasión, y las piernas de la catalana salen del agua, se abren y se cierran, se juntan, mientras que cada vez que saca el cuerpo sonríe, porque en la normativa dice específicamente que se penaliza dar muestras de cansancio. Hay que ser fuerte y ser actriz para convencer a los jueces, y Ona consiguió transmitir con su ejercicio la historia de amor que tanto había entrenado. «Padam, Padam», suena otra vez, y el cuerpo de la nadadora se sumerge. La música se acelera, y también los gestos de Ona. La música frena y los acompaña a la perfección Carbonell. El pulso está a mil por hora ya, pero queda poco. Llega el final y las piernas de Ona salen fuera del agua. Después los brazos. Se acabó.

La primera felicitación son los aplausos de Esther Jaumà, la seleccionadora, y de Virginie Dedieu, el mito de la «sincro» que ha ayudado a Ona a crear su ejercicio junto a Andrea Fuentes, antigua compañera de Carbonell y también multimedallista. Quizá estos sean los peores momentos. La espera para saber la nota. Los 96.1333 de la rusa Svetlana Kolesnichenko parecen inalcanzables. Los 93.3000 de la ucraniana Anna Voloshyna son la referencia. Y sí: 95.0333, casi un punto mejor que en la preliminar, siempre superándose. Plata, y más cerca del oro que nunca. Los abrazos con las entrenadoras y los besos a la cámara son la primera celebración. Vendrán más. Poco después, en el podio, Ona seguía sonriendo, aunque esta vez no era para convencer a los jueces.