Tour de Francia

La victoria en el Tour que Pello Bilbao merecía

Pello Bilbao saca provecho de una escapada y se impone al esprint a sus compañeros de fuga

Ciclismo/Tour.- Pello Bilbao: "Esta victoria va por Gino Mäder"
Pello Bilbao celebra su victoria de etapaEuropa Press

No andaba Pello Bilbao siendo Pello Bilbao desde hace unas semanas. Demasiada ruleta rusa, demasiadas emociones condensadas en poco tiempo incluso para un corazón calmo como el suyo, una mente serena y reflexiva, un ser tan racional como es el ciclista del Bahrein. Primero el hachazo de la muerte de Gino Mader, su compañero, en la Vuelta a Suiza que ambos estaban corriendo. Imposible mantener la quietud con algo así. Pello volvió a casa sin ganas de nada. Ni del Tour que arrancaba en su ciudad. Ayer, casi un mes después de aquel fatal accidente, el genial ciclista vasco pudo lograr lo que vino a hacer al Tour. Justo, además, lo que un corredor de su talla enorme merecía. Alzar los brazos al cielo bajo una meta de la ronda gala y gritar bien alto: «Aquí la tienes, Gino».

Fue una etapa cortada a su medida. Dura, antológica, sólo reservada para hombres que mezclen la inteligencia y la fuerza. Justo todo lo que Pello reúne aunque en estas últimas semanas se había olvidado incluso de quién era. «Era difícil concentrarme con todo lo que me ha tocado vivir, lo raro es que lo estuviese», confiesa. Tras la muerte de Mader, llegó a casa y dio la espalda a la bici. Se aferró a su hija pequeña, Martina. «Ella me dio la energía positiva que necesitaba para seguir adelante». Luego llegó el arranque del Tour en Euskadi y pasando por su pueblo, Forua. «Los días más emocionantes que he vivido como ciclista». Soñó con ganar en Bilbao, pero los nervios... «Me era imposible mantener la sangre fría habitual en mí».

Pello seguía sin ser Pello. «Me guiaba demasiado por las emociones». No pudo hacer más. Pero la bici, el mejor antídoto, y el Tour fueron poniéndolo en su lugar. Devolviéndole a su ser. Y el martes por la mañana «salí con una sola idea en la mente». Hacer suyo el final de Issoire para brindárselo a Mader. «Me daba igual perder todas las opciones en la general». En el inicio, Pogacar y Vingegaard se pusieron a jugar. El esloveno atacó y detrás fue el maillot amarillo. Formaron un corte en el que no entraron Carlos Rodríguez ni Jai Hindley, y sus equipos, el Bora y el Ineos, tiraron para echarles abajo. Pello, mientras, corría agazapado. «Esperando mi momento».

La sangre fría y su instinto estaban volviendo a hacerle ser él a cada cota de las cinco que el día superaba caminando por el espectacular macizo central francés. Esperó y echó una ojeada analítica en el pelotón. «He visto que los Jumbo necesitaban dejar marchar una escapada, he esperado al momento perfecto y se ha hecho por fin el corte». Listo. Allí entró con Zimmermann, Chaves, Pedrero, Alaphilippe, Kwiatkowski, O’Connor y Neilands. El letón fue el primero en echar el pulso. «Era el más fuerte, pero yo también tenía buenas piernas». Le dejó marchar y armó el grupo de la persecución. Un todo o nada. «Todos jugaron a ganar y colaboraron».

Salió bien. Neilands se ahogó en sí mismo y en su superioridad, y a tres kilómetros de la gloria naufragó. «Ahí me tocaba controlar la situación». Dejar atrás los nervios del inicio vasco con toda esa presión autoimpuesta, la rabia por la muerte de un compañero tan cercano. Sólo por eso, el vizcaíno lanzó una campaña al comenzar el Tour. De pequeño, Mader acostumbraba a perderse en las montañas suizas con sus padres. Llevaba a cabo varias acciones de protección del medio ambiente. Por eso en este Tour, el vasco anunció que donaría un euro por cada corredor que quedase por detrás de él en cada etapa para la reforestación de zonas afectadas por incendios.

Fue la mejor de las motivaciones. La siguiente, dedicarle una etapa. Cuando está ahí metido, en plena lucha por la victoria que tanto ha deseado, lo entiende. Ahora sí. Está volviendo a su ser. Arranca O’Connor y tapa el hueco. Después lo hace Zimmermann, el rival más peligroso, a falta de 800 metros. Le da caza y no piensa en nada más. «Sólo en ir a tope sin mirar atrás». En ese arco de meta está Mader, «mi única razón para seguir adelante», y eso le inspira para dar otro poco más. Para volver a ser él. Y alza los brazos Pello y se acaba la sequía española que ayer iba a cumplir 100 etapas del Tour sin ganar. Cinco años. Y mira Pello al cielo del Tour, en el que ya es quinto a 12 segundos de Carlos Rodríguez, aunque lo que le importa de verdad es que ahí arriba está el sentido de su triunfo. Su dedicatoria más especial que le devuelve a ser el enorme ciclista que es. «Aquí la tienes, Gino».