Tenis

Nadal, finalista de Roland Garros por la retirada de Zverev

El alemán se torció el tobillo derecho en el final del segundo set y abandonó la Philippe Chatrier con muletas. Rafa luchará el domingo con el noruego Casper Ruud por su decimocuarto título en París

El alemán se torció el tobillo derecho en el final del segundo set y abandonó la Philippe Chatrier con muletas. Rafa luchará el domingo con el noruego Casper Ruud por su decimocuarto título en París.
El alemán se torció el tobillo derecho en el final del segundo set y abandonó la Philippe Chatrier con muletas. Rafa luchará el domingo con el noruego Casper Ruud por su decimocuarto título en París.AgenciasLa Razón

Después de más de tres horas de pelea memorable y encaminándose el partido hacia el tie-break del segundo set, Alexander Zverev se disponía a devolver una pelota desde el fondo de la pista. Trató de deslizarse, pero el tobillo derecho no resbaló como suele ser habitual en la tierra batida. La torcedura fue espeluznante. El alemán tuvo que abandonar la Philippe Chatrier en silla de ruedas cuando Rafa se había llevado el primer set (7-6) y había logrado salir vivo del segundo para llegar al desempate...

La desgracia de Zverev supone que Rafa pelee el domingo por su decimocuarto Roland Garros con el noruego Casper Ruud que derrotó al croata Marin Cilic (3-6, 6-4, 6-2 y 6-2). El pie izquierdo infiltrado de Nadal sobrevivió a una pelea épica. El tobillo derecho de Zverev no. Su salida a pista con muletas abrió la puerta de Nadal a la final.

El final del partido fue injusto con Zverev. El jugador mandón y dominador que acabó con Bernabé Zapata y con Carlos Alcaraz fue el que compareció ante Nadal. Sus seis primeros juegos fueron un clínic sobre la forma de gobernar un partido desde el fondo de la pista. Nadal intentó moverle, pero el alemán agarró los mandos y nos los soltó. Para rozar los dos metros, se desplaza con facilidad por el fondo, no así hacia la red. Zverev logró un break nada más empezar y como al saque y al revés sumó una derecha letal, Rafa tuvo que resignarse y esperar su momento. Sasha lo pegó todo y lo pegó bien. Fue hasta el sexto juego que resolvió en menos de 1:30. Nadal encontró premio a su paciencia en el sexto juego. La solidez del número tres del mundo se esfumó. Hubo varios indicios. Una dejada pésima a media altura y a media pista, una derecha peor todavía, una doble falta a 209 kilómetros por hora... demasiadas facilidades que supo aprovechar el zurdo para equilibrar la semifinal y empezar a mandar. La autoridad con el servicio desapareció y de los juegos en blanco y resueltos a velocidad de vértigo ni rastro. Con Rafa devolviéndolo todo, Zverev se desordenó y el español dispuso de tres bolas de set en el décimo juego. No las aprovechó, pero la duración del juego (14 minutos) puso a Zverev por primera vez al límite. Salvada la situación crítica, Sasha volvió a soltarse y dispuso de dos bolas de ruptura que no consumó. Superada la hora de semifinal, el primer parcial desembocó en el tie-break.

El desempate fue una montaña rusa. Tuvo tantas alternativas como si fuera un set aparte. Rafa no estaba cómodo. Estaba empapado, sudaba por litros y varios errores le asomaron al abismo. Zverev aprovechó los errores del zurdo, enganchó una buena derecha, un gran saque y un revés profundo y se ganó cuatro pelotas de set. ¡Sí, cuatro! No fue capaz de aprovecharlas. Falló un par de voleas sencillas, Rafa se inventó uno de sus passings imposibles y el español sumó cinco puntos seguidos. De las cuatro bolas de set del alemán se pasó a tres para Nadal. Y después de 93 minutos y con uno de esos passings que lleva haciendo toda la vida se apuntó el primer parcial.

Lo primero para Nadal tras un desgaste salvaje fue un viaje a vestuarios. Al regreso parecía otro. El jugador empapado y chorreante de sudor dio paso a un Rafa de manual. Uno de los capítulos imprescindibles en su libro de estilo es su capacidad de volver a empezar después de lo malo y también de lo bueno. Por eso en el primer juego del segundo set se fue directo a por el alemán y sumó un break en blanco. Después del varapalo del primer parcial y de una ruptura era lógico dudar de Zverev. A partir de ahí fue más alemán que nunca. ¡Qué fiabilidad! Respondió con otra ruptura. ¿Y Rafa? Su actitud fue algo así como “con que ésas tenemos, ¿eh?”. Pues otro break después de un intercambio de 44 golpes.

La dimensión de la batalla la ofrecían los números: dos horas de pelea, sólo 16 juegos disputados y en los albores de la segunda manga. Zverev no daba un síntoma de debilidad. Logró otra ruptura, la cuarta en cuatro juegos, y consiguió conservar su servicio. No así Nadal. Sasha volvió a situarse como en el primer set, 2-4. Sirvió para 2-5, pero... la tendencia de “breaks” se mantuvo. Rafa recortó, aunque fue incapaz de mantener su servicio. Cuatro juegos sacando y otras tantas roturas sufridas. Demasiada ventaja concedida, otra vez asomado al abismo, pero de rendirse ni hablar. Zverev volvió a temblar. Rafa fue capaz de llegar vivo al desempate y el tobillo derecho del alemán reventó.