Agencias de viaje
La lenta agonía de los vendedores de ilusión
Las agencias de viajes son el eslabón más débil del turismo. Más de 3.000 han cerrado y el resto se ahogan
La ilusión con la que Iria abrió su pequeña agencia de viajes, hace apenas un año, se ha hecho añicos. Poco, o más bien nada, queda del entusiasmo con el que colgó el cartel de abierto la soleada mañana del 15 de octubre de 2019, dispuesta a diseñar y hacer realidad las lunas de miel más especiales para las parejas de su barrio, en el céntrico distrito de Indautxu, en Bilbao. «Ahora mi sueño se ha convertido en una pesadilla. No soy una persona que se rinda fácilmente ante las complicaciones de la vida, pero esta pandemia ha sido como un tsunami. Después de varios meses intentando agarrarme a las pocas ayudas a las que podía optar, la situación se ha tornado en insostenible desde hace unas semanas, con deudas que ya son imposibles de seguir alargando», reconoce con la voz quebrada Iria, quien echó el cierre definitivo de su agencia de viajes el pasado 30 de octubre.
«Lamentablemente a veces o te rindes o las consecuencias pueden ser tan devastadoras que te pueden arrastrar y llevarse todo por delante. No podía seguir tirando más de la ayuda de mi familia, porque implica mucho riesgo y ni siquiera hay un atisbo de luz al final del túnel», confiesa la joven de apenas 30 años, quien invirtió todos sus ahorros, con la ayuda de sus padres, en el que estaba llamado a ser el trabajo de su vida.
La historia de Iria no es la de una aguja en un pajar. Todo lo contrario, pues tan sólo es un ejemplo de las más de 3.000 agencias (de un total de 9.500) que se han visto obligadas a echar el cierre definitivamente a sus oficinas en nuestro país durante los últimos meses, según los datos que maneja la Plataforma Derechos de las Agencias de Viajes (PDAV). La paciencia comienza a agotarse y la desesperación empieza a reinar entre este colectivo, que ayer volvió a reclamar, delante del Congreso de los Diputados, ayudas urgentes para un sector que lleva meses sin poder volver a arrancar su negocio.
El alquiler del local, las facturas de la luz, de la conexión a internet o del mobiliario de oficina, los impuestos, la cuota de autónomos, la devolución de los viajes que tuvieron que anularse por culpa del estado de alarma... La retahíla de gastos resulta muy larga, mientras que la lista de ingresos lleva congelada, literalmente, desde mediados de marzo.
La pandemia de la Covid-19 ha hecho tambalear los cimientos de la poderosa industria turística a nivel mundial, pero en ese gran conglomerado el eslabón más débil es el de las agencias de viajes, un sector que en nuestro país tiene en vilo más de 70.000 puestos de trabajo. «Nos hemos quedado sin ningún tipo de actividad y nuestra facturación ha caído un 90% en comparación con 2019, una cifra que resulta imposible de sostener, más aún cuando tenemos que reembolsar el dinero de vuelos, cruceros o viajes que no se han hecho, pero que a nosotros no nos pagan los proveedores», advierte Carlos Garrido, presidente de la Confederación Española de Agencias de Viajes, CEAV, quien denuncia que «por un error de la Ley de viajes combinados estamos totalmente indefensos, lo que nos aboca a una lenta agonía que nos está destruyendo, porque el 90% del tejido empresarial de las agencias de viajes son pequeñas y medianas empresas que ya no pueden aguantar más».
Con este dramático escenario como telón de fondo, Martí Sarrate, presidente de la Asociación Corporativa de Agencias de Viajes Especializadas, Acave, estima que un 20% de las agencias del país cerrarán definitivamente, cifra que podría elevarse hasta el 50% si no llegan ayudas de forma inmediata. «Nos avanzan que los ERTE se van a alargar y que las líneas de créditos ICO se extenderán hasta cuatro años. Sin embargo, lo que necesitamos son ayudas directas. Estamos agotando todas las vías de diálogo con las administraciones, pero si no se tiene en cuenta nuestra voz, tomaremos medidas más drásticas. El tiempo juega en nuestra contra», reconoce.
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