Opinión
Cuando despertó, el paro todavía estaba allí
Hay 816.000 trabajadores protegidos por el paraguas de los ERTEs que, sin embargo, no servirían para nada si muchas de sus empresas no pueden superar la crisis
Augusto Monterroso (Tegucigalpa, Honduras, 1921-Ciudad de México, 2003), premio Príncipe de Asturias de las Letras (2000) publicó en 1959 en el país azteca el cuento más breve de la literatura universal, enseguida alabado y criticado por legiones de exégetas. Todo se reduce a siete palabras, con un significado cargado de simbolismo, para algunos emparentadas con ciertos versos del «Poeta en Nueva York» de Federico García Lorca: «Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí», escribió el guatemalteco en su exilio mexicano, como crítica al PRI (Partido Revolucionario Institucional), el «dinosaurio», que entonces llevaba decenios en el poder, y no era un mal sueño, sino una realidad.
«Cuando despertó», el desempleo en España todavía seguía allí, como un dinosaurio tan antiguo como difícil de domeñar. La interpretación y utilización de las estadísticas es todo un arte en la política, siempre bajo la sospecha de aquello atribuido a Benjamin Disraeli o a Mark Twain –hay diferentes opiniones– de que hay «mentiras pequeñas, grandes y estadísticas». La EPA (Encuesta de Población Activa) es el procedimiento consensuado, con homogéneos de Eurostat y la OIT (Organización Internacional del Trabajo) para medir el paro. En España, el encargado de ese trabajo es el INE (Instituto Nacional de Estadística) que el jueves publicó los datos de final de 2020, que se saldó con un total de 3,79 millones de desempleados, 527.000 más que un año antes y un 16.54% de la población activa, comprendida entre 16 y 64 años.
Hasta ahí, los datos objetivos. A partir de ahí, las interpretaciones, sesgos incluidos. Nadia Calviño, ministra de Economía, se aferra al dato positivo de que el número de ocupados aumentó en 167.000 en el último trimestre, algo que también recoge en su análisis de urgencia el Banco de España que, sin embargo no elude los aspectos menos amables de la estadística, al igual que el observatorio laboral de Fedea, que habla de «la ralentización de la recuperación del empleo». Por supuesto, toda la oposición, «indepes» incluidos, tilda de catastrófica la situación, lo que no impidió a los de Abascal y Espinosa de los Monteros (Vox) salvar al Gobierno de Sánchez de una derrota parlamentaria en la votación del decreto sobre la futura utilización de los ansiados fondos europeos.
El desempleo español, como un viejo dinosaurio, destaca por sus abultadas cifras en Europa, que todavía lo serían más si se contabilizaran los 816.000 trabajadores incluidos ahora en ERTEs, pero cuyo futuro nadie garantiza porque –también lo ha dicho el FMI de Kristalina Georgieva– hay muchas empresas que no tienen asegurada su supervivencia. Los datos del INE, por otra parte, más allá de las interpretaciones, indican que en 2020 el empleo público aumentó en 125.000 personas, mientras que en el sector privado se esfumaron 748.000 puestos de trabajo. Además, la tasa de actividad, sobre la población activa, apenas llega al 58.19%, una de las más bajas de la Unión Europea y, lo que es más preocupante, la tasa de ocupación alcanza el paupérrimo 48,81%. Eso significa, en pocas y más claras palabras, que menos de la mitad de la población entre 16 y 64 años en disposición de trabajar tiene un empleo. Ese porcentaje, además, representa aproximadamente un tercio de la población total del país en el que también están incluidos los 3,38 millones de empleados públicos de las distintas administraciones. El paisaje dantesco del empleo español se completa con los 1,19 millones de hogares con todos los integrantes en paro.
El mínimo repunte del empleo en el cuarto trimestre al que se aferra el Gobierno para ver la botella medio llena, que se explica por los efectos de la campaña de Navidad, se esfumará en los primeros meses de 2021. No es ningún misterio. La esperada recuperación, con la aparición de la tercera y agresiva ola de la COVID, se retrasa hasta el verano. Los expertos del Banco Central Europeo de Christine Lagarde son optimistas para la segunda mitad del año, pero tampoco nadie lo garantiza, sobre todo si persisten los problemas con la vacuna. Alemania, por ejemplo, ya ha rebajado sus previsiones de mejoría de la economía. La pesadilla de la pandemia pasará, pero cuando despertemos, el paro en España todavía estará ahí. Y no es un cuento de Monterroso.
María Emilia Casas: a las puertas de la presidencia del Consejo Económico y Social
María Emilia Casas, presidenta del Tribunal Constitucional entre 2004 y 2011, figura como la principal candidata para presidir el Consejo Económico y Social (CES), institución al frente de la que ahora figura Pedro Fernández Alen como presidente en funciones. El CES, organismo consultivo del Gobierno en temas socioeconómicos y laborales, está formado por representantes de la Administración, los sindicatos y las organizaciones empresariales.
El Banco Central Europeo será más exigente con las entidades financieras
Banco Central Europeo (BCE) no quiere sorpresas negativas en el futuro con los bancos. Además de recomendar fusiones y un aumento de las provisiones, sobre todo por las previsiones de una mayor morosidad, también baraja exigir unos ratios de capital más altos a los actuales. Un estudio de los expertos del BCE determina que el porcentaje mínimo óptimo de capital de los bancos, en relación con sus activos, debería alcanzar el 15%, muy por encima de la media actual situada en el 10,6%. Si el BCE aplicara esa sugerencia de los expertos, en España solo Kutxabank alcanzaría esa solvencia, mientras que el resto de entidades tendrían que tomar medidas no fáciles para adaptarse. El estudio no representa la opinión oficial del BCE, pero sí puede hacer las funciones de globo sonda y de advertencia previa a los bancos.
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