Opinión
Erte que te quiero Erte y Murcia en modo Ibex
Los Ertes han sido un mecanismo muy útil para evitar una catástrofe laboral y humana en tiempos de pandemia, pero no pueden ser la solución permanente a un problema de empleo
Yolanda Díaz, vicepresidenta tercera y ministra de Trabajo, celebra la prolongación de los Erte. Podrá contar menos parados oficiales, porque el medio millón de trabajadores en Erte no se contabilizan y tampoco el millón de desanimados. Estarían dispuestos a trabajar, pero han dejado de buscar empleo. José Luis Escrivá, ministro de Seguridad Social, ha cedido pero se cobrará el favor. Las cuentas de la Seguridad Social cada vez cuadran menos y la bonificación de cotizaciones es un agujero añadido.
Sindicatos y empresarios, de acuerdo y satisfechos con más Ertes. Unai Sordo (CC OO) y Josep María Álvarez (UGT) amagan, un día sí y otro también, con un órdago al Gobierno. Garamendi, presidente de la CEOE, por una vez, tuvo que plantarse porque su organización no le hubiera aceptado otra cesión a cambio de la foto de siempre. «Verde que te quiero verde», canta el Romance del sonámbulo de Federico García Lorca. Erte que te quiero Erte. Los ministros en sus despachos. Los afectados en sus casas. Sindicatos y empresarios, en el diálogo interminable, mucha veces estéril. Casi el 40% de los jóvenes entre 16 y 25 años están en paro y con horizonte más gris tristeza que verde esperanza.
El Gobierno de Pedro Sánchez se aferró al clavo ardiente de los Ertes que impulsó la reforma laboral del PP de Rajoy, diseñada por Fátima Báñez, ante la realidad pavorosa de la situación laboral derivada de la pandemia y el gran confinamiento. El PSOE y también Izquierda Unida, de donde de alguna manera surgió Yolanda Díaz, que presume de su militancia comunista, votaron en su día contra un mecanismo ensalzado sin límite. La política no solo hace extraños compañeros de cama sino que genera cambios drásticos de opinión. Lo explicó Felipe González en El hormiguero de Antena 3TV: «Todos metemos la pata, pero lo importante es sacarla cuanto antes».
Los Ertes han sido una bendición balsámica y han cumplido y cumplen su función. Sin embargo, están muy lejos de ser una solución y si tienden a prolongarse en el tiempo pueden convertirse en un problema. En definitiva es un procedimiento de mantener con respiración asistida a muchas empresas para que no prescindan de sus trabajadores que, a su vez, viven de los subsidios públicos. Han sido muy útiles y todavía pueden ser válidos, pero también pueden ser una coartada para prolongar la agonía de algunas empresas, calificadas de zombis, abocadas al cierre cuando sean desconectadas de la respiración asistida de los Ertes.
El culebrón de la prolongación de los Ertes, Consejo de Ministros extraordinario incluido, ha discurrido de forma paralela a la intromisión, tan grosera como recurrente, del Gobierno en la empresa Indra, en la que ha promovido el relevo en la presidencia de Fernando Abril Martorell por Marc Murtra, un ejecutivo vinculado al PSOE y al PSC y de la confianza de Salvador Illa. Indra es una empresa privada, que cotiza en el Ibex-35, pero que tiene la particularidad de que el Estado, a través de la Sepi, que ahora preside Belén Gualda, es el primer accionista, aunque con apenas el 20% del capital. Esa primacía en el accionariado –el siguiente es la familia March, con algo más del 10%– ha permitido que, históricamente, los sucesivos gobiernos eligieran al presidente.
Esta vez, sin embargo, algo ha salido mal y el consejo de Indra se ha medio rebelado y Murtra será presidente, pero no ejecutivo. Era el primer paso de una estrategia de la Moncloa para colocar afines en los consejos de las grandes empresas y así influir en ellas. Nada nuevo bajo el sol, porque PSOE y PP ha utilizado esa fórmula turnista durante decenios en las compañías con participación estatal con total descaro y en las de sectores regulados de alguna manera con algo más de discreción, sin que nadie pueda olvidar la historia de las extintas cajas de ahorros.
Indra, con la excusa de la reducción de plantilla planteada por Abril Martorell, era el principio de una operación de mayor alcance, al menos en el papel. Sin embargo, el relevo en la presidencia de Indra ha sido, en palabras de un empresario, como una versión de la moción de censura de Murcia, versión o modo Ibex. Aquello fue el aleteo de una mariposa cuyos efectos todavía se extienden. Quizá podría repetirse en el Ibex. Erte que te quiero Erte.
España tendrá la mayor tasa de dependencia de Europa
Óscar Arce, director general de Estadística y Economía del Banco de España, explicó en el I Foro de Envejecimiento de Edad y Vida que España tendrá en los próximos años –hasta 2050– el mayor aumento de la tasa de dependencia de Europa, hasta el punto de que a mitad de siglo habrá dos personas mayores de 65 años por cada tres en edad de trabajar, 18-65 años. Eso implicaría un aumento del gasto en pensiones entre 4,7 y 12,2 pp de PIB en 2050.
Diagnóstico y recomendaciones agridulces para el Gobierno
La OCDE ha presentado el Estudio Económico de España 2021 que por una parte aumenta las previsiones de crecimiento de la economía para este año y, por otra, considera que un alza fiscal, antes de que se consolide la recuperación, podría «descarrilarla». Considera tambíén imprescindible no revisar la reforma laboral, reclama una revisión del gasto público y plantea cómo debería ser la inevitable futura reforma fiscal para cuadrar las cuentas. La OCDE considera que la mejor manera para aumentar los ingresos y sanear las arcas públicas sería aumentar la tributación por IVA, con la revisión de muchas de las deducciones y los tipos reducidos, y también la de los carburantes, el diésel incluido. Además, la organización también vuelve a recomendar el retraso en la edad de jubilación.
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