Crisis de precios

Hernández de Cos y Churchill

El gobernador del Banco de España ha tenido el arrojo churchilliano de considerar que la sociedad española es mayor de edad y decirle la verdad: habrá que hacer sacrificios

Pablo Hernández de Cos, gobernador del Banco de España y miembro del Consejo del Banco Central Europeo, protagonizó ayer una intervención churchilliana en un desayuno con empresarios organizado por Hill & Newton. Hace 82 años, el 13 de mayo de 1940, en los albores de la Segunda Guerra Mundial, Winston Churchill intervino en la Cámara de los Comunes como primer ministro tras sustituir a Chamberlain. Aquel día, mientras los tanques hitlerianos asolaban Europa como ahora los de Putin aterrorizan Ucrania, el ya veterano político británico dijo aquello de que «sólo puedo prometer sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor». Luis Ángel Rojo, desaparecido predecesor de Hernández de Cos en el Banco de España, decía que los economistas, entre otras cosas, «tienen la obligación de explicar a la sociedad que los Reyes Magos no existen». Ayer, el gobernador, fusionó la tradición churchilliana y las advertencias de Rojo, y sin ampararse en el a menudo críptico lenguaje de los bancos centrales, admitió que «la guerra de Ucrania generará (...) deterioro de las rentas reales de familias y empresas y un incremento de la incertidumbre».

Además, para evitar males mayores –una espiral inflacionista–, sugiere un pacto de rentas que suponga «un reparto, entre empresas y trabajadores, de la merma de rentas». «Insisto –añadió por si no estaba claro–: se trata de repartir costes». Todos han de asumir una pérdida. «Ni los trabajadores podrán mantener su poder adquisitivo en el corto plazo, ni las empresas serán capaces de mantener sus márgenes», apostilló. Es poco frecuente que alguien tan notable hable tan claro y diga verdades tan evidentes como incómodas. Ningún político, ni en el Gobierno ni en la oposición, se ha atrevido a insinuar la centésima parte. Y todavía menos, como también advierte Hernández de Cos, que habrá que reducir el déficit y la deuda, algo que –no lo dice, pero es obvio– requerirá más sacrificios. Recibirá muchas críticas, pero el gobernador ha tenido el arrojo churchilliano de considerar que la sociedad española es mayor de edad y decirle la verdad. Alguien tenía que hacerlo. La historia le avala. El éxito de Churchill y el principio del final de Hitler empezó con aquel «sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor».