El negocio de los NTFs
«Just setting up my twttr” (“Configurando mi twttr”, en español) fue el primer tuit de la historia. Apenas cinco palabras, que Jack Dorsey, cofundador de Twitter, escribió el 21 de marzo de 2006 y que el pasado año vendió en una subasta. Lo más llamativo fue su elevado precio (casi 3 millones de dólares), pero también el formato para otorgar la propiedad del mismo. Y es que el ejecutivo recurrió a los activos digitales, más concretamente, a los NFTs, una nueva vuelta de tuerca de la tecnología blockchain, sobre la que se sustenta todo el universo de las criptomonedas.
Otro ejemplo de NFT subastado por un precio astronómico es un gif de 2011 de Nyan Cat, el gatito volador que deja un rastro arcoíris y que tan famoso se hizo como fondo de pantalla hace ya una década. El valor de la pieza original puesto a la venta por su creador alcanzó en subasta 580.000 dólares (537.000 euros).
Sin duda, 2021 ha sido el año de la de expansión de un mercado nuevo, pero que gana pujanza a pasos agigantados. Solo el ejercicio pasado se invirtieron 35.000 millones de euros en el mismo, una cifra que ya se acerca a la del mercado mundial del arte, que movió 44.000 millones. Precisamente, uno de los NFT «estrella» en la actualidad da una idea de las cifras mareantes que estas piezas virtuales están alcanzando en el mercado. Se trata de los «Bored Ape Yatch Club» (lo que se traduce en español como el club náutico de los monos aburridos), desarrollados por Yuga Labs. A día de hoy, es la segunda colección más grande del mundo por volumen de transacciones (solo por detrás de Cryptopunks), según recoge la plataforma Coinbase. Está formada por 10.000 dibujos, todos diferentes entre sí, minteados («acuñados») como NFTs en la blockchain de Ethereum (ETH). Cuando nacieron hace justo un año, cada ilustración se podía adquirir por 0,08 ETH (unos 300 dólares). Además, su propiedad otorga derechos exclusivos, como el acceso a The Bathroom, un espacio virtual en el que sus miembros pueden escribir, dibujar o garabatear lo que les apetezca. En resumen, vendría a ser una especie de graffiti gigante colectivo. Pues bien, ha sido tanto el furor despertado por los simios que actualmente su precio no baja de 386.000 dólares (aunque Sotheby´s ha llegado a subastar uno de ellos por más de 3 millones), con un valor medio a lo largo de este año de 19,93 ETH (55.804 dólares), tal y como se puede ver en OpenSea, el mayor marketplace de NFTs del mundo. Entre sus propietarios, destaca la estrella de la NBA Stephen Curry, el rapero KSI o el cantante Justin Bieber, que desembolsó la friolera de 500 ETH, lo que equivale a 1,4 millones de dólares, para poder ingresar en tan selecto club. Y es que, tal y como aseguran los expertos, en la compra de NFTs también existe un alto componente psicológico de exclusividad, y de pertenencias a círculos «premium» a los que, en muchas ocasiones, la titularidad de estos activos digitales da acceso.
Los NFTs han desatado una verdadera fiebre del coleccionismo digital, que comenzó en 2017 con la plataforma Cryoptokitties, que permitía al usuario comprar y criar gatitos. Desde entonces, los artistas digitales han ido proliferando, vendiendo las obras tokenizandas. Aunque el mercado del arte es el que más se está sirviendo de la nueva tecnología, su potencial es inmenso, ya que todo aquello susceptible de ser digitalizado se puede vender y subastar como un NFT, ya sea un dibujo, un vídeo, un tuit o una canción. En este sentido, cada vez más artistas recurren a los mismos para conseguir ingresos, como el DJ Steve Aoki, iniciando una auténtica revolución en el universo de los derechos de autor. Incluso, multinacionales como Nike se han apresurado a tomar posiciones para vender de forma digital sus zapatillas, las cuales solo pueden calzar los «avatares» de los clientes en universos virtuales.
Es incuestionable que se trata de un verdadero «boom», que despierta filias y fobias, y al que muchos ya han colocado la etiqueta de «burbuja», pero, ¿qué es un NFT?
Corresponden a la siglas Non Fungible Token (Token No Fungible). Se trata, pues, de una unidad de información digital almacenada en una red blockchain, que representa un activo digital único e irrepetible, que puede ser acumulado, vendido o comprado (o alquilado) a pesar de no ser un bien tangible. «Un NFT es un tipo de token criptográfico de intercambio, de modo que permiten identificar y poseer un activo digital de cualquier tipo y formato, incluso cuando éste es de libre acceso en internet. Estos tokens pueden ser activos digitales, pero también se pueden tokenizar versiones digitales de activos del mundo real», explica Juan Alberto Sánchez, director del programa especializado en Blockchain e Innovación Digital del IEB.
Así, su principal característica, como su nombre indica, es la no fungibilidad. «La RAE define un bien fungible como aquel que está determinado solo por su género y puede, por tanto, ser sustituido por otro, siempre que el género sea el mismo. En contraposición, el bien no fungible no es sustituible, se haya determinado por su especie o individualidad y no puede, por consiguiente, ser sustituido por otro ni aun dentro del mismo género. Esto hace que los NFTs sean únicos, a diferencia de los tokens de utilidad, como ETH, que son todos iguales y, por tanto, tienen el mismo valor», argumenta Edwin Mata, director del Máster en Blockchain y Cripto en Nuclio Digital School, miembro de Asottech (Asociación de Talento Tech de España).
Escritura de propiedad
De esta forma, un NFT funcionaría como una escritura de propiedad de un activo digital único e insustituible y que, gracias a la tecnología blockchain, adquiere un valor que viene determinado por la ley de la oferta y la demanda. «Un ejemplo de NFT en la vida real sería un DNI: todos tenemos uno, pero ninguno es igual a otro, aunque muchos compartan ciertos datos», ejemplifica Miguel Caballero, CEO de Tutellus, una comunidad cripto para aprender, construir e invertir en proyectos tokenizados.
Los NFTs están directamente vinculados con el desarrollo del Metaverso, siendo, precisamente, una de su evoluciones lógicas, ya que son los activos virtuales existentes en este ciberuniverso y, sobre los cuales se puede obtener un rendimiento económico.
Los casos de uso más populares son principalmente el arte digital y su aplicabilidad a juegos, incluyendo dentro de este último, tanto mundos virtuales como el mundo de coleccionables y deportes, como es el caso de Sorare, un juego que permite comprar, intercambiar y gestionar equipos con tarjetas digitales de jugadores de fútbol.
Democratizar el mercado del arte
En el campo del arte, la conversión de la obra física a digital, permite, por un lado, representar una obra de arte como un NFT, dentro de la blockchain (certificando su autenticidad, lo cual es una de sus utilidades) y, posteriormente, y lo más interesante, es que se puede fraccionar dicha obra en titulizaciones gracias, precisamente a los NFTs, de modo que permita a un inversor la compra de una de esas fracciones. De este modo, un inversor en arte puede adquirir una fracción de una obra de un artista consolidado, esperando una posible revalorización o simplemente a modo de inversión refugio. Se trata de una vía de democratización y de acceso al mundo del arte tradicional. En España, este modelo de negocio e inversión lo está desarrollando actualmente SaishoArt y saldrá al mercado próximamente a través de su plataforma de mercado de arte online.
Estos segmentos cuentan tanto con fieles seguidores como detractores, dada la novedad y de la disrupción que supone una nueva economía virtual, que evoluciona desde los juegos tradicionales a poder realizar cualquier transacción de comercio digital.
Su principal ventaja radica así en la autenticidad y escasez al estar ante un bien único. «Un Picasso determinado es un bien escaso, solo existe uno como el Guernica, y la misma teoría podemos aplicar a los NFTs», añade Edwin Mata,
Sin embargo, los NFTs no se libran de duras críticas de todo tipo, desde quien teme que su auge se trate simplemente de una «burbuja», pasando por los que sugiere que crean una «escasez artificial», hasta quienes apuntan al riesgo de la falsificación, o bien, que simplemente no les encuentran sentido, al considerar que lo que se está vendiendo humo. «Existe un problema conceptual sobre el verdadero valor de un reflejo digital de un activo físico en el ecosistema virtual. Este camino hay que definirlo y delimitarlo a través de contratos legales que lo identifiquen con exactitud y lo diferencien. La legalidad específica de los NFTs está aún por desarrollar, a la espera de la aprobación del Reglamento Europeo de criptomonedas (MiCA), aún en fase de borrador”, señala Juan Alberto Sánchez.
NFTemprendedores
Pero más allá del entretenimiento, los sectores en los que en un futuro nos podamos desenvolver a través del Metaverso son muy amplios. Y es que, a juicio del profesor del IEB, en un futuro debería ser un ingrediente más de la transformación digital empresarial e industrial.
A juicio de Edwin Mata, estamos en las primeras etapas sobre el potencial del NFT como mecanismo de compraventa, financiación o para crear derechos y obligaciones. Un universo nuevo de «NFTnegocios» y «NFTemprendedores» con infinitas posibilidades.
Aunque si bien, a día de hoy, se encuentra menos desarrollado, la documentación es una de las áreas de mayor potencial de desarrollo, ya que también se pueden convertir en un NFT un contrato de propiedad o certificados de diferente naturaleza.
Nash21 es precisamente un ejemplo de las nuevas aplicaciones de los NTFs más allá del mercado de las imágenes digitales. Esta misma semana se presentaba esta empresa que busca convertir los contratos de alquiler tradicionales en inteligentes (smarts). Para hacerlo, toma el contrato y lo tokeniza (digitaliza). La particularidad del proceso es que también se incluye una garantía de impago (un seguro), lo que permite hablar ahora de «contratos de alquiler tokenizados y garantizados». A partir de que el contrato de alquiler esta tokenizado en formato NFT, se habilitan una decena de usos que antes no existían, como pueden ser la posibilidad de cobrar la renta por día, sin esperar a fin de mes, la de vender el contrato de alquiler para de esa manera anticipar las rentas (el propietario en vez de cobrar 1000 por mes durante 12 meses, por ejemplo, ahora pueden tener con todo el dinero de una sola vez o utilizar el contrato de alquiler (en este caso, el NFT) como medio de pago. Nicolás Barilari, CEO y cofundador de Nash21, precisa que, en este caso, lo que se está tokenizando es una la cesión de derechos onerosa. «No se cede el contrato, sino la renta que genera. El contrato se convierte en un NTF porque, al contrario de los tokens fungibles que valen todos lo mismo, cada uno es único e irrepetible, como lo es un contrato de alquiler. Eso es precisamente lo que garantizan su originalidad. De esta forma, estamos convirtiendo un simple papel que coge polvo en un cajón en un activo financiero, al que se le pueden dar diferentes usos», expone Barilari.
Deporte, videojuegos, real estate, logística... Prácticamente todo se puede convertir a NFT, ya sea un activo físico o digital (inmuebles, entradas para un evento, títulos que acrediten propiedad, datos personales…), por lo que resulta imposible acotar su aplicabilidad. Y es que una de las ventajas fundamentales de los NFT, según Miguel Caballero, es que el enorme abanico de posibilidades que ofrece desde el punto de vista de la actividad económica, ya que se pueden crear nuevos negocios basados en la creación y comercialización de estos activos digitales únicos. Sin embargo, el experto también advierte del riesgo de la especulación creada en torno a los mismos, ya que mucha gente está comprando estos activos sin entender realmente el valor del subyacente. En ese sentido, insiste en la necesidad de que, antes de embarcarse en este negocio, los usuarios estén informados y, sobre todo, formados. «Estoy convencido de que estamos en los albores de esta industria y para que pueda progresar y crear riqueza es necesario que, como sociedad, entendamos bien la utilidad y el valor de estos tokens más allá de la especulación», destaca el CEO de Tutellus.
Independientemente, de que sean considerados inversión o humo, lo que queda claro es que los NFTs permitirán impulsar la creación de nuevas economías, proporcionando los incentivos necesarios para sus desarrollo. Y es que la transformación digital ya no es necesaria, sino inevitable, de modo que de, una forma u otra, estará presente en todos los ámbitos de nuestra vida y, también, de nuestras empresas. Los tokens no fungibles ya están aquí y solo la imaginación pondrá límites a sus aplicaciones.