Opinión

Inflación antidemocrática

El problema es cómo combatir la inflación, que es donde surgen los conflictos y también aflora la ignorancia y la demagogia.

Mercados tradicionales
Mercados tradicionalesLuis DíazLa Razón

Ludwig Von Mises (1981-1973), economista de la llamada Escuela Austríaca, no es muy popular en España, más allá de su gran entusiasta, el profesor Huerta de Soto y de los círculos liberales que algunos tildarían de más radicales. Sin entrar en detalles fue un liberal y punto, cuya «Acción humana» merece leerse. Defendía que la «inflación es esencialmente antidemocrática», porque siempre perjudica más a los menos favorecidos de la sociedad. Yolanda Díaz, empeñada en algo tan antiliberal como fijar precios casi por decreto, está en las antípodas ideológicas del economista austríaco.

«Cualquier ama de casa sabe más sobre las variaciones de los precios que afectan a su hogar que los informes estadísticos. Ella no es menos científica ni más arbitraria que los rebuscados matemáticos que usan sus métodos para manipular los datos del mercado», escribió el liberal, y es difícil que la vicepresidenta segunda pueda estar en contra de esa afirmación. El problema, claro, es cómo combatir la inflación, que es donde surgen los conflictos y también aflora la ignorancia y la demagogia.

El Instituto Nacional de Estadística (INE) ratificó ayer que la inflación en agosto alcanzó el 10,5% interanual, una décima más que el dato adelantado y que la subyacente –excluye energía y alimentos frescos– llegó al 6,4%. Son los porcentajes más altos desde 1984 y todo un drama, que devendrá en tragedia si se prolonga en el tiempo, y no es imposible.

Además, aflora un dilema diabólico. El Gobierno, en su versión más populista, se ha comprometido a subir las pensiones al mismo ritmo que la inflación, es decir un 8% o 9%, porque se contabilizaría el IPC medio de todo año, pequeña trampilla para ahorrar algo. Una subida de ese tipo llevará a los sindicatos a pedir subidas salariales no inferiores al 5-6% y con pactos de revisión. Todo, aunque eso no llegue a percibirlo el ama de casa de Mises y Díaz, ceba la bomba inflacionaria y desembocaría en nuevas alzas de precios, mientras los tipos de interés –la inflación en la eurozona también está desbocada– ramparían, sí, por encima del 3% e incluso más. Una vez más, los más perjudicados, los más necesitados. Y Mises, a pesar de sus detractores, tenía razón: «La inflación es antidemocrática».