Opinión

Otro año que llega la lechera con su cuento y tira la casa por la ventana

El Gobierno se ha atrevido a calificar como de «extremadamente prudentes», menos mal

Juan Carlos Higueras, analista económico y profesor de EAE Business School

A falta de ajustes para su aprobación parlamentaria, se acaban de presentar los PGE del año que viene a los que se califica como los de mayor gasto social de la historia, con un techo de gasto de 198.201 millones, que incluye 25.000 millones de los fondos europeos, todo un festival de dádivas en un año marcadamente electoral y donde el llamado gasto social representa 6 de cada 10 euros presupuestados.

Unas cuentas que se atreven a calificar como de «extremadamente prudentes», menos mal. Y como siempre, se mantiene la senda del déficit un año más y se vuelve a incumplir el objetivo de convergencia con la anuencia de Europa. Ya le tocará al próximo gobierno aplicar los temidos recortes y políticas de ajuste para intentar sostener un caballo que lleva varios años desbocado con déficit y deuda y que ahora corre porque está dopado con la inflación, que lejos de ser coyuntural se ha convertido en un fenómeno que tendremos que lidiar a medio plazo.

Si destripamos estos Presupuestos vemos que, una vez más, las clases medias tendrán que apechugar con mayores impuestos pues son quienes no van a recibir ningún tipo de rebaja fiscal por tener rentas superiores a los 21.000 euros y porque el Gobierno se ha negado, en rotundo, a deflactar la tarifa del IRPF. De esta forma y junto con la mayor recaudación por IVA de los productos sujetos a una inflación elevada del 8%, se consigue descuadrar menos las cuentas del Gran Capitán.

Analizando las principales partidas de gasto, lidera el gasto en pensiones, que aumenta por la revalorización del 8,5%. Si a esto le sumamos los nuevos pensionistas que se incorporan, el sistema necesita una transfusión del Estado, este año 19.888 millones en vena. Si sumamos los intereses de la deuda pública, debemos empezar a secarnos las lágrimas. Lo más curioso es que los PGE se apoyan en una hipótesis optimista de crecimiento de nuestro PIB del 2,1%, cuando ya hay instituciones que lo proyectan a la mitad.

Y como ya estamos acostumbrados, conforme pasen los meses, iremos viendo nuevas rebajas de las previsiones del PIB por parte del Gobierno, pues carece de sentido que ante una fuerte desaceleración en nuestra economía, una inflación de caballo, cierres empresariales, caídas históricas en la confianza del consumidor, indicadores adelantados desesperanzadores, precio de la electricidad y gas que será mayor el próximo año, la fuerte depreciación del euro y también impuestos a las grandes fortunas que ahuyentarán la inversión, todo apunta a que sólo el gasto público crecerá en la ecuación del PIB.

Y si alguien piensa que nos salvarán las exportaciones, cuidado porque el 80% van dirigidas a una Europa que estará en recesión. Todo apunta a que se está tirando la casa por la ventana con una clara estrategia electoral y poco importa el agujero en las arcas públicas y en los bolsillos de los ciudadanos empobrecidos, será un tema que deberá solucionar quien gobierne tras este festival del despilfarro.