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Más funcionarios, menos autónomos

Hemos perdido 19.218 autónomos y hay 51.040 empresas cotizantes menos

Pese al sonoro varapalo del BCE al Gobierno por las nefastas consecuencias del impuesto a la banca en los bolsillos de los españoles (dice que lo acabarán pagando los clientes amén de fomentar la inflación), los ministros económicos andan sacando pecho por los últimos datos del paro, que consideran espectacularmente positivos. Ciertamente, que baje el desempleo siempre ha de ser motivo de felicitación, sólo que también conviene que no nos engañemos con las estadísticas y las cifras, que se pueden maquillar a conveniencia como ya sucediera con la pandemia y probablemente ocurra con la inflación. En el caso del desempleo es evidente que contar como trabajadores con contrato indefinido a personas que cobran el paro a tiempo parcial (los fijos discontinuos) es una forma de engordar artificialmente los números. Es de cínicos establecer que personas que perciben el subsidio de paro no pueden ser consideradas parados. De manera que si a los 2,9 millones de desempleados oficiales sumamos los discontinuos y los encapsulados en “formación”, la cifra real sube en 500.000 y se sitúa en 3,4 millones. Eso sin contar con el hecho constatado de que en el tercer trimestre del año, de los 77.700 nuevos empleos generados, 55.300 fueron públicos, por sólo 25.400 en el sector privado. El empleo público supone más gasto para el Estado y engorda la deuda. Vemos, además, que en el último cuatrimestre hemos perdido 19.218 autónomos, y hay 51.040 empresas cotizantes menos que antes de la pandemia. Luego sí que podemos concluir que la situación real del empleo y del país es verdaderamente preocupante. Cosa que por lo demás, ya sabíamos.