Alimentación

El precio de los alimentos

El coste al alza de estos productos no significa que los agricultores y ganaderos se estén «forrando», ni mucho menos, porque sus costes de producción se han disparado

Cuando hay que explicar lo que es obvio, malo. Lo he avisado en estas mismas páginas en varias ocasiones a lo largo del ultimo año: los precios de los principales alimentos iban a continuar subiendo para las consumidores por la sencilla razón de que se estaban incrementado desde el origen, es decir, los que perciben los productores, en este caso los agricultores, ganaderos y fabricantes. Lo explicaba con varios ejemplos. El primero, el del aceite de oliva, que se ha disparado desde el verano en origen debido a la mala cosecha de aceituna para molino y a la bajada de la producción de aceite que será, durante esta campaña, la mitad que en la anterior. El precio de la leche de vaca también se ha incrementado por dos motivos: la subida en los mercados internacionales y la reducción de la oferta, ya que los ganaderos han decidido sacrificar una parte de los animales, los que tenían menos rendimiento, como consecuencia del incremento de sus costes de producción y de que ese tipo de vaca vieja estaba muy bien valorada si se destinaba a carne. Eso ha afectado a toda la cadena láctea.

Los precios de la carne de vacuno también han seguido una tendencia claramente alcista. Las cotizaciones del azúcar han experimentado importantes incrementos en los últimos meses en origen. Con los cereales destinados tanto a alimentación humana como animal ha pasado otro tanto y eso repercute en un gran numero de alimentos, desde la harina hasta el pan, pasando por la bollería y las pastas, tan consumidas en casi todos los hogares. Es verdad que en el último trimestre las cotizaciones en origen de trigo, cebada o maíz han experimentado una clara tendencia bajista y eso se debería notar en los próximos meses.

Todo lo anterior no significa que los agricultores y ganaderos se estén «forrando», ni mucho menos, porque sus costes de producción se han disparado (luz, gasóleo, fertilizantes, semillas, piensos...). Y, con estos datos en la mano, acusar a la distribución, con nombres concretos, de hacer su agosto durante todo el año, por expresarlo de forma suave, es ignorar lo obvio. Por cierto, en todo este lío destaca el silencio del ministro de Agricultura, Luis Planas, puesto de perfil una vez más cada vez que hay un problema que afecta a sus competencias.