Inteligencia Artificial

China declara la guerra a Nvidia y rechaza sus chips

Pekín quiere reducir su dependencia tecnológica de EE UU, exigiendo a sus empresas a rechazar los procesadores H20

Cotización NVIDIA
Cotización NVIDIAT. GallardoLa Razón

Los semiconductores, núcleo de la revolución digital, son el foco de una feroz pugna geopolítica entre los colosos económicos.

Ahora, Pekín ha intensificado su estrategia para reducir su dependencia de la tecnología estadounidense, instando a sus empresas a evitar los procesadores H20 de Nvidia, especialmente en proyectos gubernamentales o relacionados con la seguridad nacional.

Esta directriz, aunque no equivale a un veto total, plantea un reto significativo para Nvidia y Advanced Micro Devices (AMD), que recientemente obtuvieron el permiso de Washington para retomar las ventas de chips de IA de gama baja en China, bajo condiciones que han desatado controversias.

El trasfondo de esta maniobra es complejo.

La Administración Trump, en un giro inesperado, levantó una restricción previa que impedía a Nvidia vender sus chips H20 en China, una decisión que buscaba recuperar miles de millones de dólares en ingresos perdidos tras años de tensiones comerciales.

Sin embargo, el gigante asiático no parece dispuesto a facilitar esta apertura. En las últimas semanas, las autoridades chinas han enviado cartas a empresas locales, tanto estatales como privadas, desaconsejando el uso de estas joyas tecnológicas en aplicaciones sensibles. Las notificaciones no solo cuestionan la fiabilidad de los H20, también interrogan a las empresas sobre su preferencia por estos chips frente a alternativas nacionales, como los desarrollados por Huawei o SMIC.

El H20, diseñado específicamente para cumplir con las restricciones de exportación de EE UU, es menos potente que los insignia de Nvidia, pero su ancho de banda de memoria lo hace idóneo para tareas de inferencia en IA, un proceso crítico para gigantes tecnológicos como Alibaba o Tencent. A pesar de las limitaciones de los fabricantes chinos para satisfacer la creciente demanda de IA, Pekín está decidido a impulsar su industria.

En septiembre pasado, Bloomberg reveló que el régimen de Xi Jinping había establecido estándares de eficiencia energética que el H20 no cumple, una medida vista como un intento de favorecer a los productores locales.

La postura de Pekín no es nueva. En el pasado, restringió el uso de productos extranjeros, desde vehículos de Tesla hasta chips de Micron Technology, alegando preocupaciones de seguridad.

En el caso de los H20, las autoridades han planteado dudas sobre posibles vulnerabilidades, como capacidades de rastreo o desactivación remota, acusaciones que Nvidia ha negado categóricamente. Jensen Huang, CEO de la compañía californiana, ha insistido en que el H20 no está diseñado para aplicaciones militares ni gubernamentales, subrayando que China cuenta con un suministro suficiente de chips locales para esas necesidades.

Desde Washington, la decisión de permitir las ventas de chips ha generado tensiones internas. Trump, en una conferencia reciente, calificó al H20 como «obsoleto», pero reconoció su atractivo en el mercado chino.

A cambio de autorizar las exportaciones, su Administración impuso una condición polémica: las empresas deben ceder el 15% de los ingresos generados en China al gobierno estadounidense.

Esta medida, que algunos analistas consideran de dudosa legalidad, refleja el enfoque transaccional de Trump hacia la política de seguridad nacional.

El tira y afloja entre ambas potencias continúa. China busca consolidar su autonomía tecnológica, mientras EE UU intenta mantener su liderazgo sin sacrificar oportunidades. Para Nvidia y AMD, el desafío es adaptarse a un entorno donde las decisiones están intrínsecamente ligadas a las ambiciones de dos superpotencias. La respuesta solo la tendrá el futurom inmediato.