
Industria
Jensen Huang, el profeta de los píxeles que lleva a Nvidia al cénit de la IA
Ha posicionado a Nvidia como el estándar de facto en hardware para Inteligencia Artificial, con sus chips siendo codiciados por industrias, centros de datos y hasta de investigación

Jensen Huang, el visionario consejero delegado de Nvidia, es un mástil en la vanguardia de la inteligencia artificial (IA).
Bajo su liderazgo, la multinacional ha emergido como un titán tecnológico, con una capitalización de mercado por encima de los 3 billones de dólares y un rol pivotal en la infraestructura de la IA moderna, impulsada por sus unidades de procesamiento gráfico (GPU).
Lejos de los reflectores de Silicon Valley, su trayectoria comenzó en el seno de una familia taiwanesa inmigrante que buscaba oportunidades en Estados Unidos. Su ascenso hasta convertirse en un líder que aglutina a miles en conferencias globales es un testimonio de su capacidad para anticipar paradigmas tecnológicos, desde la computación paralela hasta la IA generativa.
El alquimista de la IA ha posicionado a Nvidia como el estándar de facto en hardware para IA, con sus chips -optimizados para cargas de trabajo de aprendizaje profundo y computación de alto rendimiento (HPC)- siendo codiciados por industrias que van desde centros de datos hasta investigación científica. Su enfoque estratégico, combinado con una resiliencia forjada en adversidades tempranas, lo convierten en una figura tremendamente magnética.
Nacido en 1963 en Taiwán, Huang escapó con su familia a Tailandia a los cinco años, huyendo de la turbulencia política. A los nueve, sus padres lo enviaron a Norteamérica junto a su hermano mayor, donde unos familiares los acogieron.
El aterrizaje fue duro: un error administrativo lo llevó al Oneida Baptist Institute en Kentucky, un supuesto internado que resultó ser más un reformatorio que una escuela de élite. Huang recuerda haber limpiado dormitorios y enfrentado un entorno hostil, pruebas que templaron su resiliencia y ética de trabajo.
Pese a las dificultades, brilló académicamente. En Oregón, completó la secundaria destacándose en matemáticas y ciencias, lo que lo impulsó a obtener un título en ingeniería eléctrica en 1984 y una maestría en Stanford, epicentro de la innovación tecnológica, donde cultivó las conexiones y la mentalidad que lo catapultaron al liderazgo de Nvidia.
En 1993, a los 30 años, Huang cofundó Nvidia junto a Chris Malachowsky y Curtis Priem, apostando por un mercado naciente: las tarjetas gráficas para videojuegos. Su visión iba más allá de renderizar píxeles; intuyó que las unidades de procesamiento gráfico (GPU) podían revolucionar la computación paralela, manejando cálculos masivos a gran escala.
Esta apuesta resultó visionaria, transformando las GPU en pilares de la renderización 3D, la inteligencia artificial y más. Sin embargo, el camino estuvo plagado de obstáculos.
Los primeros años de Nvidia fueron un campo de batalla contra competidores feroces y tropiezos como la GPU NV1, un fiasco comercial.
Lejos de rendirse, pivotó con agudeza, redirigiendo la empresa hacia chips más potentes y versátiles. La serie GeForce conquistó el mercado "gaming", mientras que CUDA, una plataforma pionera, desbloqueó el potencial de las GPU para cálculos generales, allanando el camino para la IA moderna.
Con su icónica chaqueta de cuero y un estilo directo que destila confianza, este empresario se ha erigido como una figura casi legendaria en la industria tecnológica. Sus "keynotes" atraen a multitudes -desde desarrolladores hasta CEOs- que abarrotan auditorios para absorber su visión electrizante, un cóctel de ciencia, algoritmos, arquitectura de sistemas y matemáticas puras.
Con un carisma que fusiona humor mordaz y tecnicismo preciso, desentraña conceptos intrincados con una claridad cautivadora, ganándose el título de "rockstar de la tecnología" y una legión de seguidores que lo veneran como tal.
Entretanto, la arrolladora subida en Bolsa de Nvidia, impulsada por su dominio en los chips para IA, ha catapultado a Huang al Top-10 del Bloomberg Billionaires Index, superando a titanes como Warren Buffett, Bill Gates y Michael Dell.
Con una fortuna estimada en 150.000 millones de dólares en julio de 2025, según Forbes, se ha convertido en un símbolo de éxito en un sector altamente competitivo.
El pasado febrero, Nvidia cerró su ejercicio fiscal (no sigue el calendario natural) con un beneficio neto acumulado de 72.880 millones de dólares, más del doble que el año anterior, impulsada por sus chips de última generación. Asimismo, en su trimestre más reciente, la compañía generó ganancias por 18.775 millones.
A pesar de su meteórico ascenso en riqueza e influencia, Huang mantiene una notable humildad, anclada en sus orígenes. Sus primeras luchas forjaron una mentalidad incansable para aprovechar oportunidades, moldeando un estilo de liderazgo que equilibra audacia y precisión.
Esta visión impulsa la arriesgada incursión de Nvidia en IA generativa y computación cuántica, apuestas estratégicas que podrían redefinir la próxima década de la tecnología.
Su impacto trasciende los chips y las finanzas: un trabajo que está transformando nuestra interacción, desde diagnósticos médicos impulsados por IA en hospitales hasta redes de transporte inteligentes en ciudades.
Sin embargo, estos avances traen dilemas éticos complejos como preocupaciones por la privacidad, el desplazamiento laboral y la responsabilidad de la innovación que exigen una navegación hábil en un panorama digital en rápida evolución.
Entretanto, este visionario ha navegado con maestría por las turbulentas relaciones entre Washington y Pekín, manteniendo fuertes lazos con ambas potencias a pesar de su creciente rivalidad.
A principios de abril, asistió a una cena de élite de un millón de dólares por asiento con Trump en Mar-a-Lago. En aquel momento, en Nvidia había optimismo en que sus chips H20 a medida, diseñados para cumplir la normativa estadounidense anterior, seguirían impulsando su mercado chino.
Sin embargo, días después, EE UU endureció los controles de exportación, prohibiendo la venta de estos chips y causando a la compañía pérdidas de 5.500 millones de dólares en el primer trimestre.
Sin inmutarse, Huang cambió de rumbo. Viajó a Pekín, se reunió con la cúpula del partido comunista y prometió públicamente su compromiso inquebrantable de servir con precisión al mercado chino.
Consiguió la aprobación de Shanghái para un centro de I+D de vanguardia durante una reunión con el alcalde de la ciudad, consolidando la posición de Nvidia en la región. Huang siempre ha defendido el papel fundamental de China en la revolución mundial de la IA y ha advertido de que dejar de lado este mercado sería un error estratégico.
Cada vez que la casa Blanca ha tomado medidas drásticas contra las exportaciones de semiconductores avanzados, Nvidia se ha adaptado ágilmente, recalibrando las especificaciones de los chips para mantener su importancia vital.
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