Aranceles
China recrudece la guerra comercial contra EE UU: el coloso asiático veta los aviones de Boeing en las aerolíneas del país
Les ha ordenado que suspendan de manera inmediata la aceptación de aviones del fabricante estadounidense. Una decena de Boeing 737 Max están en la antesala de ser incorporados a las flotas de las aerolíneas chinas
China ha dictado una tajante orden a sus aerolíneas para que suspendan de manera inmediata la aceptación de aviones de Boeing, una decisión que marca otro giro drástico en el marco de la intensificada guerra comercial entre Washington y la economía asiática. Este conflicto, marcado por la imposición de un alud de controvertidos aranceles de hasta el 145% sobre productos chinos por parte de la administración Trump, entra ahora en un nuevo capítulo que pone en la cuerda floja al gigante aeronáutico estadounidense. El súbito veto de nuevos envíos de Boeing constituye otro mazazo que subraya la gravedad de las hostilidades económicas que han ido escalando entre ambas superpotencias.
Simultáneamente, el gigante asiático ha exigido que sus transportistas aéreos suspendan cualquier compra de equipos y componentes aeronáuticos de compañías estadounidenses, solidificando aún más su postura beligerante. La decisión se produce después de que Pekín anunciara aranceles retaliatorios del 125% sobre bienes estadounidenses, una medida que, por sí misma, más que duplicaría los costos de los aviones y partes de fabricación estadounidense, haciendo inviable cualquier transacción con el gigante aeronáutico.
En las últimas semanas, numerosos analistas han señalado al sector de la aviación norteamericano como uno de los más vulnerables ante la batalla arancelaria, identificando a Boeing como el principal damnificado. La icónica empresa, con sede en Arlington, Virginia, se enfrenta a un escenario adverso donde el encarecimiento de sus aeronaves podría otorgar a sus competidores, la europea Airbus y la estatal Commercial Aircraft Corporation of China (COMAC), una ventaja competitiva crucial en un mercado cada vez más hostil.
Aproximadamente una decena de Boeing 737 Max están en la antesala de ser incorporados a las flotas de las aerolíneas chinas, incluyendo dos unidades destinadas a China Southern Airlines Co., dos a Air China Ltd. y dos a Xiamen Airlines Co., según datos de Aviation Flights Group. Al parecer, estas aeronaves están actualmente estacionadas tanto cerca de su fábrica en Seattle como en un centro de acabado en Zhoushan, al este de China, según indica el sitio web de la empresa de seguimiento de la producción.
No obstante, el contexto en el que se realizan estas entregas es crítico. Fuentes revelaron a Bloomberg que los trámites de entrega y el pago de algunos de estos aparatos pueden haberse cerrado antes de la implementación de los aranceles recíprocos anunciados por Pekín el 11 de abril, los cuales entraron en vigor al día siguiente. Esto plantea la posibilidad de que la entrada de estos en el mercado chino se administre de manera selectiva, bajo un criterio caso por caso.
Sin embargo, esta situación no es más que un pequeño respiro en medio de una tormenta perfecta. La relación comercial entre la compañía y el mercado chino se encuentra al borde del abismo, con un clima de agitación creciente que podría desmoronar cualquier avance alcanzado. Por otro lado, la realidad es que las aerolíneas chinas aún operan con cientos de aviones Boeing, que representan una parte integral de sus flotas actuales y que requieren un constante mantenimiento, reparación y eventual reemplazo.
A diferencia del anterior episodio de la tensión comercial bajo la presidencia de Trump (2017-2021), donde Boeing logró esquivar aranceles adversos, el fabricante aeronáutico ahora se encuentra en una posición precaria. Las precipitadas caídas en sus ventas hacia el mercado chino, que comenzaron en 2019, han sido alarmantes. Mientras que en 2022 el 25% de las entregas internacionales de Boeing eran destinadas al gigante asiático, esta cifra se desplomó a tan solo un 9% en 2023. La dinámica apunta a que la presión ejercida por las tarifas está estrangulando la competitividad de Boeing, echando por tierra su predominio histórico en el sector. El apoyo estatal que recibe COMAC para expandirse en el mercado doméstico se convierte en un factor decisivo que podría redefinir el panorama competitivo de la industria aeronáutica.
Se estima que China podría representar hasta el 20% de la demanda mundial de aviones en las próximas dos décadas, una proyección que resalta la importancia crítica del mercado chino para los fabricantes aeronáuticos globales. En 2018, casi una cuarta parte de la producción de Boeing se destinó a la potencia; sin embargo, desde entonces, el fabricante estadounidense no ha podido concretar pedidos significativos debido a las tensiones comerciales y varios problemas autoinfligidos.
El episodio del Boeing 737 Max ha marcado un antes y un después en la relación de la compañía con China, que fue la primera en retirar de circulación este modelo en 2019 tras una serie de accidentes mortales. Las fricciones comerciales han desviado los pedidos chinos hacia su competidor europeo, Airbus SE. Este cambio estratégico ha debilitado la posición de Boeing en un mercado crucial y ha evidenciado la vulnerabilidad de la empresa ante las repercusiones de tensiones políticas. Para agravar la situación, el año pasado Boeing se encontró involucrada en una crisis de calidad cuando un tapón de la puerta estalló en pleno vuelo en enero, lo que afectó aún más su reputación y generó una falta de confianza generalizada.
Con todo, la dependencia de las aerolíneas chinas de Boeing no debe subestimarse. A pesar de los vientos en contra derivados de las tensiones comerciales y la creciente competencia de Airbus y COMAC, el legado e infraestructura de la estadounidense es palpable. Las flotas existentes de Boeing representan no solo un desafío logístico, también una oportunidad de negocio que podría ser crítica para la compañía en medio de esta escalada de tensiones.
Entretanto, Boeing ha reafirmado su posición como la marca más valiosa del mundo en el sector aeroespacial y de defensa por décimo año consecutivo, con un valor de 18.200 millones de dólares (16.050 millones de euros). Este crecimiento del 12% es un reflejo de la recuperación de la aviación comercial a nivel mundial y de los sólidos resultados que han reportado sus divisiones de defensa y espacio, una combinación que evidencia la resiliencia del gigante estadounidense en un entorno marcado por la volatilidad y la competencia intensa.
Después de un 2024 que se caracterizó por desafíos severos, inició este con un notable empuje, logrando sobrepasar a su archirrival Airbus en entregas durante los primeros meses del año, lo que podría sugerir una estabilización en su cadena de producción y un retorno a niveles operativos más saludables. No obstante, mientras se mantiene en la cúspide, Airbus y Lockheed Martin continúan siendo competidores cercanos, con valores de marca de 16.700 millones de dólares (14.727 millones de euros) y 11.000 millones de dólares (9.700 millones de euros), respectivamente. El resto del "top 10" incluye a empresas como GE Aerospace, Northrop Grumman, Bae Systems, General Dynamics, Safran, Raytheon y Rolls-Royce, cuyas valoraciones oscilan entre los 8.000 y 4.000 millones de dólares (7.054 y 3.527 millones de euros).