Opinión

La confiscación silenciosa

La presión fiscal supera el 42% este año frente al 35,2% en 2019:cada ciudadano pagará unos 10.700 euros en impuestos frente a los 9.260 euros de 2019

El esfuerzo fiscal en España es uno de los mayores de la OCDE
El esfuerzo fiscal en España es uno de los mayores de la OCDElarazonLa Razón

Nos encontramos en plena campaña de la renta y todos nosotros hacemos nuestra declaración utilizando el servicio web de la AEAT sin ser plenamente conscientes de que, cada año, pagamos más impuestos manteniendo el mismo nivel de renta y riqueza. Parece sensato pensar que los ingresos de las arcas públicas deberían variar conforme lo hace la actividad económica, de modo que, si la economía crece lo hará la recaudación tributaria y viceversa. La realidad muestra una progresiva y menor correlación entre ambos factores.

El año pasado, los ingresos tributarios de las rentas de los hogares alcanzaron la cifra récord de 109.485 millones de euros, un 16% más que el año anterior y un 26% superior a los de 2019. El tipo efectivo en el IRPF superó el 14% el año pasado siendo el más elevado desde el inicio de la serie histórica, mostrando una senda alcista desde el año 2008 donde fue el 10,9%.

Esto implica que en los años de crisis aumentaron los ingresos tributarios a pesar de la caída del PIB. Basta con fijarnos en que el tipo efectivo en 2020 fue el mismo que antes de la pandemia, lo que pone en duda la relación directa entre impuestos y actividad económica.

Así pues, teniendo en cuenta que, actualmente no hemos recuperado el PIB prepandemia, todo apunta a que la presión fiscal está aumentando sin correlación con el crecimiento real de la economía y de las rentas de las familias. Este año, Hacienda prevé que la recaudación vuelva a crecer en 18.500 millones más sobre los 257.000 millones del año pasado, casi un 8% más, a pesar de la desaceleración económica y que las mejores estimaciones del PIB lo sitúan en el 2%.

Por ello, se espera que la presión fiscal supere el 42% este año frente al 35,2% en 2019. Es decir, que cada ciudadano pagará unos 10.700 euros en impuestos frente a los 9.260 euros de 2019.

Este desmesurado aumento fiscal se debe, no sólo al incremento de los tipos de gravamen, sino también a la inflación, que es un veneno que mata lentamente a la economía. Sin embargo, sus efectos a corto plazo son beneficiosos para las arcas tributarias pues en un sistema fiscal progresivo, los impuestos que gravan la renta y la riqueza de las familias sufren distorsiones por el efecto de la inflación que se convierte en el motor de la recaudación. Una evidente, es que el aumento de los precios de los bienes y servicios, así como los salarios ajustados por la inflación hacen que aumente la recaudación por IVA, así como la de IRPF sin que haya una mejora real en la riqueza de los ciudadanos.

Pero hay otra que sufrimos en silencio, la progresividad en frío por la que las rentas nominales de las familias suben más que las reales, es decir, eliminando el efecto de la inflación. Sin embargo, si no se actualizan las bases tributarias conforme a la inflación, aplicando los tipos fiscales sobre la renta real y no la nominal, la administración se ve favorecida por el incremento de los ingresos fiscales que, en su gran mayoría, son obtenidos de las rentas medias y bajas que son las más afectadas. Como resultado, del incremento recaudatorio de este año, se estima que 12.000 millones de euros tienen su origen en la inflación.

El aumento de la recaudación debería apoyarse en un incremento real de las bases imponibles como consecuencia de la mejora en la actividad económica, una mejor situación de las familias y la mayor eficacia en la lucha contra el fraude fiscal, sin embargo, lo hace porque aumentan los tipos efectivos y porque también lo hacen las bases imponibles al crecer por el efecto de la inflación a pesar de que el ciudadano está, cada vez, mas empobrecido, y dependiendo de ayudas, que sólo llegan a unos pocos.

Nuestra presión fiscal ya supera la media de la UE, pero si medimos el esfuerzo fiscal, nos encontramos en las primeras posiciones de la OCDE, es decir, cada vez está más lejano el día de la liberación fiscal. Sería bueno que algunos entendiesen que, en temas fiscales, menos es más, pues menos impuestos suele conllevar mayor reducción de la economía sumergida, más empleo, más actividad económica y más recaudación sin vaciar los bolsillos de los contribuyentes.