
Banco de España
Escrivá sueña con el sillón de Lagarde en el BCE
El gobernador del Banco de España y exministro socialista aspira a suceder en Fráncfort a la actual presidenta del BCE, cuyo mandato termina en el segundo semestre de 2027

José Luis Escrivá, gobernador del Banco de España, es un personaje constante. Encaja en el verso del poeta Ovidio (43AC-17DC): «La gota horada la piedra, no por su fuerza, sino por su constancia». Empezó su carrera como economista en 1985 en la institución que ahora encabeza y, aunque durante mucho tiempo no lo confesó, siempre aspiró a llegar a lo más alto. Lo ha conseguido y lo disfruta, pero ya piensa en metas más altas. Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo (BCE), termina su mandato en el segundo semestre de 2027 y deberá dejar el cargo. La batalla por el puesto quizá más importante de Europa, porque tiene el poder de crear y destruir dinero, se abrirá pronto y habrá muchos candidatos. ¿Por qué no un español?, tras un holandés, un francés, un italiano y otra francesa.
José Luis Escrivá, perseverante, a principios de 2018, cuando presidía la Airef (Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal), ya explicaba con toda naturalidad cómo creía que debía ser y organizarse el Banco de España. «Hay que replantear las funciones del banco». Faltaban unos meses para que expirara el mandato del entonces gobernador, Luis Linde, y quizá ya soñaba con el puesto. Lo negaba, pero de su conversación podía deducirse lo contrario. El Partido Popular, con Rajoy en la Moncloa, lo había colocado al frente de la Airef y quizá eso le hacía albergar esperanzas. El elegido, sin embargo, fue Pablo Hernández de Cos, ahora al frente del Banco Internacional de Pagos de Basilea, conocido como BIS por sus siglas en inglés. Pedro Sánchez, tras tenerlo sentado en la mesa del Consejo de Ministros desde que llegó a la Moncloa, lo nombró gobernador a finales del verano de 2024. El mismo día de su toma de posesión pública no tuvo ningún empacho en afirmar que era «el mejor candidato para el puesto». Apenas nueve meses después ha vuelto del revés la institución que, al margen de que sea bueno o malo, lleva camino de que no la conozca la madre que la parió. Escrivá tiene un mandato de seis años improrrogable, pero del que no puede ser apeado. A sus 65 años, defiende que es un periodo corto, que él prolongaría por lo menos hasta los ocho años, como propondrá al Gobierno en sus planes de reforma. No es sencillo que, incluso con un cambio en la ley y la prolongación del mandato del Gobernador, pudiera seguir, pero a él no le ocurrirá lo que le pasaba al provocador Charles Bukowski (1920-1994): «Mi ambición está limitada por mi pereza».
La sucesión de Lagarde empezará a negociarse a finales del año que viene. Justo antes, Luis de Guindos, ahora vicepresidente del BCE, terminará su mandato de ocho años, iniciado en 2018. Hasta ahora, ningún país ha repetido en la vicepresidencia, lo que también significará que España quedará, al menos de forma temporal, fuera del Comité Ejecutivo del BCE. Esa circunstancia abriría un portillo a que un español sucediera a Lagarde, aunque es posible que la elección recaiga en un alemán, sobre todo ahora que el nuevo Gobierno germano del canciller Merz es más proclive a la relajación monetaria. Un presidente alemán del BCE compensaría esa tendencia. Escrivá, sin embargo, no descarta la opción española, que tendría que ser apoyada de forma muy activa por el Gobierno, algo que Pedro Sánchez haría sin problemas. Otra cosa sería los apoyos que pudiera conseguir, aunque las negociaciones en los asuntos de la zona euro, a veces, se solventan con equilibrios inesperados. Es otra de las bazas que Escrivá pensaría que pueden jugar a su favor, así como la de ser gobernador de un banco nacional, como fueron en su día el holandés Win Duisemberg (1935-2005) y el francés Jean Claude Trichet. No es sencillo, pero Escrivá ha demostrado una constancia infinita y una capacidad de adaptación tremenda. Además, «la ambición es implacable», decía Eleanor Roosevelt (1884-1960), la que fuera mujer del único presidente de los Estados Unidos elegido cuatro veces seguidas.
Escrivá, de momento, revoluciona el Banco de España a su imagen y semejanza, pero también al agrado del Gobierno. No improvisa porque desde hace años explica que la institución, en lugar de ser una especie de Pepito Grillo, debería ser un asesor y colaborador del Gobierno. Al mismo tiempo, ha diseñado un equipo que, en teoría, podría tender puentes con un futuro ejecutivo del PP. Desde hace años mantiene unas relaciones excelentes con los hermanos Álvaro y Alberto Nadal.
De hecho, Álvaro, en sus tiempos de jefe de la Oficina Económica de la Moncloa, con Rajoy en la presidencia, fue quien lo propuso para presidir la Airef. Desde allí tuvo enfrentamientos sonados con el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, cosechó críticas de los populares, pero mantuvo la amistad con los Nadal. Ahora, en el Banco de España, para algunos ha rizado el rizo al nombrar directora general a Eva Valle, casada con Alberto Nadal y, en su día, también directora de la Oficina Económica de la Moncloa. Todo cuando su marido suena en los cenáculos populares como aspirante destacado a ser la cabeza visible en el área económica del PP, quizá tras el próximo Congreso extraordinario de los populares.
Para Escrivá sería la jugada perfecta porque, de alguna manera, se garantizaría al menos una neutralidad del PP hacia él y un apoyo si fuera necesario para mayores objetivos. El gobernador y los hermanos Nadal forman un grupo curioso. Tras la caída de Rajoy, el Gobierno de Sánchez trató bien tanto a Álvaro, exministro, con Rajoy, como a su hermano. Por ejemplo, permitió que Álvaro fuera jefe de la Oficina Comercial de España en el Reino Unido y luego lo nombró director ejecutivo del Banco Africano de Desarrollo, eso sí, con sede en Costa de Marfil, en donde debe pasar algunas temporadas. Alberto, gemelo de Álvaro, se quedó con la miel en los labios de ser ministro también con Rajoy. Tan claro lo tenía que, cuando era secretario de Estado de Energía, en una reunión con eléctricos y energéticos llegó a decir que su madre «tendría que apechugar» con el hecho de que sus dos hijos fueran ministros a la vez. Quizá hubiera ocurrido si la moción de censura contra Rajoy hubiera fracasado.
La llegada de Sánchez al Gobierno truncó las aspiraciones de Alberto Nadal, pero no lo condujo al ostracismo, en donde no hubiera caído ya que tanto él, como su mujer, como su hermano Álvaro, son Técnicos Comerciales del Estado. Es decir, forman parte de la aristocracia de la función pública, como también el actual ministro de Economía, Carlos Cuerpo o su predecesora8, Nadia Calviño. Con el apoyo del Gobierno de Sánchez, Alberto Nadal fue nombrado director ejecutivo del Banco Interamericano de Desarrollo. Ahora pugna por ser la cabeza económica del PP en donde intentaría garantizar una cierta neutralidad del Banco de España y de Escrivá hacia los populares. Significaría también un más que posible apoyo del PP al gobernador, en sus planes en el Banco de España y, si surge la oportunidad, en el Banco Central Europeo, el último sueño –difícil, muy difícil, pero no imposible– de José Luis Escrivá, un personaje constante, muy constante, como la gota de agua de Ovidio.
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