París
Francia aprueba el despido de empleados que rechacen bajarse el sueldo
Es la mayor reforma del mercado laboral emprendida en Francia en los últimos treinta años. Todos los gobiernos anteriores la habían esquivado o habían fracasado en su intento. El proyecto de ley del socialista François Hollande para flexibilizar contrataciones y despidos, presentado ayer por el Ejecutivo galo en Consejo de Ministros, es fruto, sorprendentemente, de un histórico acuerdo entre los agentes sociales. Sin duda, acuciados por la delicada coyuntura económica y una tasa de desempleo en imparable ascenso desde hace casi dos años y que ha elevado la cifra de parados por encima de los tres millones.
En contra de lo que afirman sus oponentes, que denuncian una puerta abierta a los despidos, el presidente francés defiende la «doble seguridad» que a su juicio introduce esta reforma, tanto para los empleados como para los empresarios. Y desde su aplicación, que esperan sea a principios de mayo, «se salvarán inmediatamente puestos de trabajo», aseguró el titular de Empleo, Michel Sapin. «Es el éxito de un método, el del diálogo social, la negociación y la búsqueda de compromiso», recalcó el primer ministro, Jean-Marc Ayrault.
Entre otras medidas que refuerzan los derechos del trabajador en cuanto a cobertura social y sanitaria, indemnización por desempleo o movilidad externa, el texto prevé la posibilidad de alcanzar acuerdos entre patrón y empleado para reducir la jornada laboral así como los salarios en caso de «graves dificultades coyunturales». El recorte no afectará a los sueldos inferiores a 1,2 veces el salario mínimo y los acuerdos, que sólo serán válidos dos años, tendrán que recabar una mayoría del 50 por ciento. Además, se facilita la movilidad interna dentro de la empresa sin límites geográficos. A cambio, al trabajador se le garantizará su nivel de remuneración. En caso de oposición a estas medidas, el consiguiente despido le da derecho al empleado, sin embargo, a «medidas de recolocación». Por otro lado, se modifica el actual procedimiento para aplicar planes de despidos, los llamados « planes sociales».
Pero la reforma laboral de Hollande aún tiene que ser aprobada por el Parlamento francés y los detractores de la futura ley se cuentan incluso dentro del propio grupo socialista. «Confío en la responsabilidad de nuestros parlamentarios», dijo el primer ministro, que espera que el texto se vote pronto sin grandes modificaciones. Por su parte, la izquierda radical –comunistas y otros diputados del «Front de Gauche2– amenaza con centenares de enmiendas. El proyecto de ley será examinado el 2 abril en la Asamblea Nacional y el 17 en el Senado.
El enemigo sindical
No es ni la patronal ni la oposición conservadora el principal enemigo de la reforma laboral de François Hollande. Curiosamente, con quien se ha tropezado es con la histórica CGT, tradicionalmente el sindicato más próximo al PS galo, que, junto a FO (Fuerza Obrera), lidera el frente «anti», aunque con poco éxito. La convocatoria del martes de una movilización masiva contra el denominado «acuerdo de la vergüenza», alcanzado entre la patronal y tres sindicatos, y la futura ley laboral, que considera «destructora», apenas reunió a unos miles de personas.
✕
Accede a tu cuenta para comentar