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Gonzalo Bernardos, economista, desmiente el bulo de que los jóvenes no compran vivienda: “Les sale más barato”

El economista Gonzalo Bernardos desmonta uno de los grandes mitos sobre la vivienda en España: para los pocos jóvenes que logran emanciparse, pagar una hipoteca es, de hecho, más asequible que enfrentarse a los desorbitados precios del alquiler

Vivienda en alquiler en la capital de Salamanca
Vivienda en alquiler en la capital de SalamancaIcal

Para el escasísimo número de jóvenes que consigue emanciparse en España, la compra de una vivienda no es un sueño inalcanzable, sino una opción más lógica y económica que seguir pagando un alquiler. Esta es la sorprendente paradoja del mercado inmobiliario actual, una realidad que choca frontalmente con la idea extendida de una generación que ha dado la espalda a la propiedad.

De hecho, es el economista Gonzalo Bernardos quien ha puesto el foco en esta cuestión, desmontando lo que considera un mito. Su argumento es directo y se resume en una frase lapidaria: "Les sale más barato". Bernardos sostiene que, una vez superada la barrera inicial de la entrada, las cuotas de una hipoteca suelen ser inferiores a las rentas mensuales que se exigen en las grandes ciudades, convirtiendo la compra en la alternativa más sensata para quienes logran dar el paso.

Sin embargo, el debate de fondo es mucho más amargo y se aleja de la elección entre alquilar o comprar. El problema real reside en la bajísima tasa de emancipación juvenil, estancada en un alarmante 15,2%. Esta cifra no refleja una renuncia voluntaria a tener un piso en propiedad, sino que evidencia la incapacidad para abandonar el nido familiar, que es la verdadera raíz del problema que atenaza a la juventud española.

El arrendamiento como un callejón sin salida para el ahorro

En este sentido, el precio desorbitado de los alquileres se ha convertido en el principal obstáculo para la independencia. La escalada de las rentas no solo complica el día a día, sino que dinamita cualquier capacidad de ahorro, impidiendo que los jóvenes puedan acumular el capital necesario para afrontar la entrada de una vivienda. Se crea así un círculo vicioso del que es muy difícil escapar.

Por consiguiente, el análisis correcto no debe centrarse en un supuesto cambio de mentalidad generacional, sino en las barreras estructurales del mercado. No se trata de una falta de interés por el compromiso que supone una hipoteca, sino de un problema de acceso, no de voluntad. Los jóvenes se ven atrapados en un sistema que les impide tan siquiera plantearse el primer paso hacia la compra de su propia casa.