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Gonzalo Bernardos, economista, controvertido acerca de los impuestos: “El 80% de las personas salen ganando”
El debate sobre las pensiones en España se recrudece con dos visiones enfrentadas: para unos, un sistema generoso y referente en Europa; para otros, un modelo insostenible condenado por la demografía y el paso del tiempo

El sistema de pensiones español se enfrenta a una encrucijada que pone en tela de juicio su propia supervivencia. El modelo actual, que muchos pensionistas defienden por su cuantía, se diseñó para una realidad social y demográfica que ya no existe. Nació en un contexto de posguerra, cuando la esperanza de vida tras la jubilación era notablemente más corta, lo que permitía un equilibrio entre las aportaciones de los trabajadores y las prestaciones que se abonaban. Hoy, sin embargo, el aumento de la longevidad ha convertido ese diseño en un modelo diseñado para otra época.
De hecho, los números revelan la magnitud del desafío. Los cálculos más extendidos apuntan a que las cotizaciones que un trabajador medio acumula a lo largo de su vida laboral apenas dan para cubrir entre 11 y 13 años de su pensión. El problema es que, al llegar a los 65 años, la esperanza de vida media en España se extiende otros 21 años, creando un considerable desfase temporal que debe ser asumido íntegramente por las arcas del Estado.
No obstante, y a pesar de esta tensión financiera que amenaza su futuro, el sistema de jubilación español es uno de los más favorables del mundo desarrollado. Las cifras lo demuestran con claridad: nuestro país ofrece una tasa de sustitución —el porcentaje que representa la pensión sobre el último sueldo— que alcanza el 83% neto. Esta cifra es la segunda más elevada de la OCDE, un dato que choca frontalmente con la percepción de precariedad y que, tal y como han publicado en Semana, explica la presión sobre las finanzas públicas.
Una generosidad que desafía a la aritmética
En este sentido, el economista Gonzalo Bernardos ilustra esta paradoja con una comparación directa que desmonta muchos lugares comunes. "En España, los salarios son más bajos que en Alemania, pero las pensiones son más altas", asegura, poniendo el foco en la singularidad de un modelo que, partiendo de una base salarial inferior, logra ofrecer prestaciones más ventajosas que la principal economía del continente europeo.
En definitiva, el gran debate sobre el futuro de las pensiones no cuestiona su generosidad actual, sino su sostenibilidad a medio y largo plazo. La raíz del problema, como advierten expertos como Santiago Niño Becerra, es que su mayor fortaleza es también su debilidad. Un sistema concebido en un mundo con una pirámide poblacional sana se ve ahora amenazado por una demografía invertida, donde cada vez menos trabajadores deben sostener a un número creciente de jubilados que, afortunadamente, viven cada vez más años.
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