Trabajo

Juanma Lorente, abogado laboralista: “Esta es la sanción más peligrosa que pueden ponerte en tu trabajo”

Una advertencia aparentemente inocua puede convertirse en la llave que abra la puerta a un despido difícil de combatir

Juanma Lorente, abogado laboralista: “Esta es la sanción más peligrosa que pueden ponerte en tu trabajo”
Juanma Lorente, abogado laboralista: “Esta es la sanción más peligrosa que pueden ponerte en tu trabajo”Montaje propio | Freepik, Instagram (juanmalorente_laboralista)

Los procedimientos disciplinarios dentro de una empresa pueden parecer rutinarios, casi burocráticos, hasta que una simple notificación altera por completo la estabilidad laboral de un empleado. Muchas veces, lo que a primera vista se interpreta como un trámite menor acaba teniendo un efecto acumulativo que condiciona ascensos, salarios e incluso la continuidad en el puesto. Esa es la alerta que el abogado laboralista Juanma Lorente ha encendido en uno de sus últimos vídeos virales, desmontando la falsa sensación de seguridad con la que miles de trabajadores conviven a diario.

¿Cuál es la peor sanción que puede tener un trabajador?

En su intervención, Lorente no duda en calificar la amonestación escrita como el castigo más peligroso dentro del entorno laboral. Lo explica con contundencia desde el inicio: “La sanción más peligrosa que te pueden poner en tu trabajo, sin lugar a dudas, es una amonestación por escrito”. Una frase que, para muchos trabajadores, puede sonar excesiva si nunca han considerado este tipo de advertencia como algo relevante.

El propio jurista anticipa el escepticismo y lo recoge con ironía: “Y tú me dirás: Juanma, vaya soberana tontería”. Pero enseguida rebate la incredulidad con un argumento demoledor: estas sanciones no duelen cuando llegan, sino cuando ya es imposible deshacer sus consecuencias.

Muchos empleados cometen el error de normalizar estas amonestaciones porque asumen que no tienen efectos inmediatos: “Tú la ves puesta en la carta y dices: bueno, pues si no me tocan el salario y no me echan ni me sancionan así fuerte, no pasa nada. Error”, insiste Lorente. Ahí reside la trampa.

A diferencia de una multa económica o de la suspensión de empleo y sueldo, la amonestación escrita tiene un carácter aparentemente inocuo. No acarrea una pérdida salarial, ni supone una expulsión temporal. Sin embargo, su efecto jurídico es mucho más profundo: acredita oficialmente una falta y se convierte en la primera pieza de una cadena que puede terminar con un despido disciplinario.

Lorente advierte del mayor error que puede cometer un trabajador: no impugnarla. “Si tú no estás de acuerdo con esa sanción, es como si la estuvieras aceptando”, explica. Y una sanción aceptada, aunque no se comparta, se convierte en un antecedente incontestable en el expediente del empleado.

Ese antecedente funciona como combustible para futuras decisiones empresariales. Como precisa el abogado: “La empresa, el día de mañana, va a poder utilizar esa sanción para unirla con otra. Y a lo mejor la otra es un despido o es una sanción de un mes sin sueldo y sin empleo”. La primera, que parecía irrelevante, se transforma en la justificación para una medida mucho más grave.

Por qué la segunda sanción es casi imposible de defender

El verdadero peligro llega cuando se acumulan sanciones. Para el jurista, la diferencia entre ganar o perder una batalla legal puede depender de haber frenado la primera: “En esta segunda sanción, donde bien te despiden o bien sí te toca en la cartera, va a tener muchísima más credibilidad, porque es la segunda, ya no es la primera”.

En otras palabras, el trabajador pierde la presunción de buena conducta. Si la empresa llega al despido con un historial disciplinario previo , aunque injusto, demostrar su improcedencia se convierte en una misión mucho más difícil: “Va a ser mucho más difícil impugnar la segunda que la primera. Y a lo mejor ninguna de las dos tiene sentido”, remata Lorente.

La recomendación que puede evitar un despido

El mensaje final del abogado es directo, casi una advertencia pública: “Aunque la empresa te dé una carta en la que tú veas que en realidad no te pasa nada, sí pasa. Asesórate”. La clave está en reaccionar a tiempo, solicitar consejo legal y, cuando proceda, impugnar cualquier sanción que no corresponda con la realidad de los hechos.

La jurisprudencia laboral española avala la importancia de estos antecedentes disciplinarios. En sentencias como las emitidas por el Tribunal Supremo, se subraya que la reiteración de faltas, aunque menores, justifica la proporcionalidad de sanciones mayores, incluido el despido disciplinario. Esto explica por qué los abogados laboralistas insisten tanto en no dejar pasar una amonestación escrita sin revisarla. No es una advertencia simbólica: es un arma legal que puede activarse más adelante.

La amonestación por escrito no duele cuando llega, duele cuando se utiliza. Es el recordatorio de que en materia laboral, lo que no se combate se da por válido. Juanma Lorente no exagera: a veces la sanción más peligrosa no es la que te empobrece, sino la que te etiqueta. Y esa, si no se detiene a tiempo, puede ser el principio del final de una relación laboral.

Client Challenge