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Grecia
Syriza reúne sólo a 7.000 fieles en su protesta contra la troika
Los manifestantes reclaman ante el Parlamento de Atenas la «ruptura» de la UE y el fin de la austeridad

«Ni un paso atrás». Ése fue el lema de numerosas protestas durante el siglo XX. Fue también el eslogan de Syriza a comienzos del año 2000, cuando todavía era un partido residual. Y ayer hondeó una pancarta con esa frase en la concentración en la plaza Syntagma en apoyo al Gobierno izquierdista y en contra de la austeridad.
En principio, el primer ministro griego, Alexis Tsipras, acude hoy a la Eurocumbre de Bruselas con la intención de no firmar ni un recorte ni una subida desmedida de impuestos. Al menos, «ésa es la esperanza», asegura Nikolaidi Evdovis, una pensionista de 70 años. En caso de que el dirigente heleno sucumbiera ante las exigencias de los acreedores, «tampoco pasaría nada en la calle, porque la gente está cansada». Nikolaidi cobra 500 euros al mes por su jubilación y tiene que mantener a sus hijos (en paro) y a sus nietos. «Ya hemos probado a todas las fuerzas políticas, ¿qué más podemos hacer?», lamenta resignada.
División interna
No piensa lo mismo el periodista de «Kathimerini» Petros Papaconstantinou, que pese a trabajar para un medio conservador participa en la protesta «para apoyar al pueblo en estos momentos difíciles». Para el columnista, si Tsipras cruza sus líneas rojas, «será el comienzo del fin». «No tanto en la calle, pero sí en el Gobierno. Probablemente unos tres ministros del ala más radical (organizados en la Plataforma de Izquierdas) abandonen su cargo, mientras que algunos diputados podrían votar en contra del acuerdo en el Parlamento», considera. Por eso, para él no quedará más remedio que contar con el apoyo de To Potami y Pasok, «pero tan sólo para esa votación, sin llegar a formar coalición. Eso sería un suicidio para Tsipras».
Asimismo, como ya ha hecho el mismo primer ministro en las últimas semanas, Papaconstantinou afirma que no habrá referéndum ni elecciones anticipadas. «Si no, ¿para qué votamos cuando los gobiernos duran ni dos años?», se pregunta. Las dos anteriores legislaturas terminaron en menos de 18 meses.
En la cita de hoy está en juego el futuro de Grecia y probablemente de Europa, pero en primera instancia, el Gobierno de Tsipras, que ha llevado las negociaciones hasta este punto de máximo voltaje. Ahora el primer ministro heleno se encuentra en un callejón sin salida. Si cierra un pacto con nuevas medidas de austeridad, recibirá el castigo en casa por parte de su partido. Si prefiere la ruptura, las turbulencias pueden desembocar en graves consecuencias económicas.
Vuelta a la dracma
Entre las personas congregadas ayer en frente del Parlamento –7.000 según la Policía–, gran parte se mostraba convencida de que la solución pasa por abandonar la moneda única. «Si los acreedores siguen presionando, tenemos que salir del euro», señala Angela Tsirreni, una pensionista de 55 años que se tuvo que jubilar al ser despedida. Esa opinión todavía es minoritaria –un 27% según encuestas de hace dos semanas–, pero en los últimos días podría haber ganado adeptos debido a la tensión con los acreedores.
Al grito de «Ruptura de la Unión Europea», «Fuera austeridad» o «Cambiar Europa», varios de los presentes llegaron a subir las escaleras del Parlamento griego, emulando a los manifestantes proeuropeístas que se concentraron en Syntagma el pasado jueves para pedir un acuerdo inmediato. Una imagen que ilustra cómo el agua va subiendo al cuello del Gobierno griego y amenaza con ahogarlo. Hoy está convocada una nueva protesta proeuropeísta mientras Tsipras se reúna con los máximos líderes europeos. «New Deal», Acuerdo de Londres y... hoy saldremos de dudas, para alivio de Europa (quizá) y especialmente de los griegos.
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