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Opinión

La nómina sube en euros, pero la nevera está vacía

Después de años de crecimiento, el salario sube en euros pero baja en kilos de patatas, litros de leche o cafés en el bar

Un carro de la compra a medio llenar Alberto OrtegaEuropa Press

Cada vez que paso por la caja del supermercado me quedo como esa liebre en la carretera a la que le están dando las luces largas, mientras miro la pantalla de la cajera con la certeza de estar viviendo en otra dimensión, pues, desde 2019, los precios en general, y los de los alimentos en particular, han subido tanto que resulta legítimo preguntarse si nuestras nóminas lo han hecho al mismo ritmo.

Todo ha subido de precio desde entonces, pero no todo ha subido de la misma forma. Por ejemplo, el precio de la vivienda ha crecido lo impensable para no estar en burbuja; el precio de algunos alimentos se ha duplicado, en especial carnes, frutas y hortalizas; y las patatas han multiplicado su precio por tres.

Lo mismo ocurre si hablamos de irnos un fin de semana a un hotel en España o de comprar un vuelo.

Los salarios apenas han subido en los últimos cinco años; al menos, no lo han hecho al ritmo de la inflación, a excepción del SMI, que ha crecido hasta un 61% desde 2018, y eso antes de descontar la inflación acumulada, que ronda el 25%. Traducido al castellano: la nómina sube en euros, pero baja en kilos de patatas, litros de leche o cafés.

Lo grave no es solo la sensación de empobrecimiento que tenemos todos: es que los datos lo confirman, pues, si en 2019 una familia podía llenar la nevera con cierto desahogo, hoy muchas tienen que hacer malabares para cuadrar el presupuesto.

Y la paradoja es que, en las estadísticas oficiales, todo parece «razonable»: crecimiento del PIB, empleo récord, salarios al alza... Pero basta con mirar el ticket del supermercado y lo que llevamos en el carro para comprobar que la realidad cotidiana no cabe en las gráficas del INE.

Al final, la economía española parece un chiste malo: tenemos récord de empleo, récord de turistas y récord de inflación alimentaria, donde el resultado es que cada visita al súper se convierte en un ejercicio de contención emocional y cálculo mental avanzado.

La pregunta que nos hacemos es más sencilla: ¿cómo puede ser que, después de años de crecimiento, la nevera esté más vacía?

*Juan Carlos Higueras es Doctor en Economía y Vicedecano de EAE Business School