Turismo

Turismo de provecho

Los grandes volúmenes de contratación están ligados a la hostelería y el comercio
Los grandes volúmenes de contratación están ligados a la hostelería y el comerciolarazon

No todo es sol y playa en verano. Perfeccionar un idioma o hacer labores de voluntariado son un complemento perfecto de las tradicionales vacaciones.

¡Qué gusto, verano! Pantalón corto, sandalias, toalla y piscina, calor –por mucho que se exceda–, sol más allá de las diez de la noche, descansar y divertirse, desconectar del trabajo, hacer de las terrazas el hábitat natural y de las gafas de sol el complemento básico, una escapada a la playa y otra a la montaña, siestas interminables... O, por el contrario, época en la que seguir formándose. Pero de otra manera, de una forma más distendida. Porque, aunque muchos no lo piensen, todo lo anterior no es incompatible con seguir fomentando la productividad. Si hay un periodo en el que se tiene tiempo es ahora, especialmente los jóvenes, y qué mejor que saber aprovecharlo al máximo para cambiar el chip laboral-estudiantil a la vez que se estimulan nuevas habilidades: «el turismo formativo».

«Un sector muy potente que hay que empezar a mirar y a mimar», destaca Isabel Galiano, profesora de RR HH en la Escuela Internacional de gestión hotelera Vatel España. Teoría que también apoya la directora general de Public Affairs de Randstad, Ángeles Tejada: «Cabe destacar la importancia de aumentar la empleabilidad de los candidatos y la formación resulta un pilar básico», lo que multiplicará las posibilidades profesionales y las oportunidades de acceder a un puesto de trabajo. «Además, –sigue Tejada– la capacidad del aspirante para seguir aprendiendo durante el verano muestra su compromiso y una actitud positiva, factores altamente valorados en los procesos de selección». Algo por lo que la propia directiva de Randstad advierte que, a la hora de buscar empleo, es importante destacar las actividades que se llevan a cabo en estos periodos.

No vayan a pensar que esta formación estival se recluye en un aula durante determinadas horas al día como si de octubre o marzo se tratase. Ni siquiera de hacer un prestigioso curso sobre la evolución de los mercados en tiempos de bonanza económica –por ejemplo– o un intensivo de inglés de ocho horas diarias, sin quitarles mérito. Se trata de aprender sin esfuerzo. De combinar el ocio con un impacto positivo en el desarrollo personal y el futuro profesional. Una escapada a otro país o una quedada en una cafetería con gente extranjera para «soltarnos» con un segundo idioma son dos maneras diferentes de perfeccionar nuestras habilidades idiomáticas sobre el campo. «Porque viajar es intrínseco al concepto de vacaciones como ruptura o cambio con lo cotidiano», puntualiza Galiano. Dar con esa escapada que combina el turismo con diferentes cursos o hacer esas clases de cocina –tan de moda– para las que nunca se encuentra un hueco, el caso es mantenerse activo.

Se ha hablado de jóvenes y, sin embargo, este «turismo útil» no es de exclusividad suya. Como explica la profesora de Vatel, centrándose en los idiomas, son los estudiantes de más de 50 años los que más provecho le sacan. Porque aumentar la empleabilidad resulta un aspecto determinante en todo tipo de perfiles. La proactividad y el dinamismo que muestra un joven con estas iniciativas tiene su reflejo en una persona más mayor que continúa apostando por su formación, lo que «refleja su predisposición a mantenerse en la rueda del mercado de trabajo y a no desaprovechar las oportunidades que se le presentan», apostilla Ángeles Tejada.

Por todo ello es muy beneficioso tener en cuenta las posibilidades que el verano presenta. Para lograr ése aumento de capacidades qué mejor que empezar por los idiomas que se citaban anteriormente, uno de los aspectos que vale la pena reforzar debido a la demanda actual. Empezando por el inglés, requisito indispensable para acceder a puestos orientados a la internacionalización, las ventas o el marketing, y continuando por un tercer idioma como chino, ruso o árabe, que «aumentan exponencialmente las posibilidades de acceder a un puesto de trabajo», apuntan desde Randstad.

Con el peso de los idiomas ya en mente, existe otra vía muy valorada por las empresas: el voluntariado. Cada vez son más las que apuestan por impulsar su RSC y es por ello que se trata de «involucrarse en compañías que fomentan los valores», cuenta Tejada, que hace un paréntesis para hablar de la Fundación Randstad, la cual trabaja con distintas organizaciones «para orientar y buscar este tipo de voluntariado de cara a sus empleados». Y es que para hacer esta labor no es necesario salir de España –sin quitar un ápice de mérito a quienes lo hacen fuera de nuestras fronteras–, colegios o parroquias también necesitan ayuda en verano y «una manera de colaborar es, por horas, dar clases o dinamizar grupos de niños. También acogiendo a aquellos que viajan a la Península y se alojan con familias españolas durante este periodo, ofreciéndoles ocio a través de talleres o logística en los traslados», expone Galiano.

Solidaridad, trabajo en equipo, generosidad, esfuerzo, gestión del estrés, empatía... Competencias profesionales que resultan extremadamente difíciles de conseguir, ya que algunas se desarrollan desde la educación más básica, y que de este modo se aspiran a adquirir. Con el aliciente de que en un futuro, durante un proceso de selección, pueden suponer la diferenciación clave a la hora de incorporar a un trabajador u otro. Porque, como comentan en Vatel, «las empresas quieren que las personas que los representan encarnen los valores que configuran su marca» y estos encajan con los de la mayoría.

Ya saben, el periodo estival puede y debe ser una época de descanso con el objetivo de reponer fuerzas, como comenta Ángeles Tejada. Sin embargo, no tiene que suponer un parón absoluto, ocio y formación se pueden dar la mano en ese camino hacia un futuro profesional en el que, sin duda, todo ello tendrá su debida repercusión.

Claves

- No se debe olvidar que el periodo estival es, en buena medida, para descansar y reponer fuerzas, sin embargo, es compatible con realizar alguna labor formativa. A cualquier nivel, profesional o personalmente.

- Como volver a encerrarse en una sala –al igual que el resto del año– no es el plan más atractivo, viajar para practicar un idioma o realizar tareas de voluntariado son dos alternativas loables para mantenerse activo.

- No existe edad para realizar este «turismo alternativo». Los jóvenes son los que disponen de más tiempo y pueden administrárselo mejor, pero que un adulto lo lleve a cabo es muy valorado.

- La importancia que le dan las empresas actualmente a las políticas de RSC hace que actitudes como la de seguir formándose en tiempo de vacaciones se tenga muy en cuenta a la hora de seleccionar candidatos.