Editorial

Votar memoria, dignidad y justicia

Para el constitucionalismo, por tanto, las opciones se reducen exclusivamente al Partido Popular del candidato Javier de Andrés, que ha realizado una campaña honesta en un feudo siempre hostil

Debate de candidatos vascos
Debate de candidatos vascosH.BilbaoEuropa Press

Acaba la campaña vasca, que es la primera estación de este viaje electoral interminable en nuestro país que se prolongará con urnas catalanas y europeas. Está por dilucidar si estos días de debate y de actos políticos han sido capaces de mover esos pequeños porcentajes decisivos en los que se decantará el triunfo y la posterior aritmética parlamentaria, influyente como en ninguna otra legislatura en la estabilidad del Gobierno de la Nación.

Es un hecho que para Sánchez que EH Bildu, socio preferente en la dirección del Estado, sea el partido más votado lo empujará a una serie de toma de decisiones con réplicas y escenarios de incertidumbre indeseada y peligrosa. En los últimos días la naturaleza filoterrorista de los de Otegi ha capitalizado el debate porque Moncloa ha entendido que podía ser un elemento para segar la hierba bajo los pies de los albaceas de ETA, que se han situado peligrosamente cerca de arrebatar la hegemonía del PNV y por consiguiente de acabar con el statu quo para el socialismo inane, que se siente más cómodo como coaligado subalterno del PNV en Vitoria.

Sánchez, sus ministros y sus candidatos han derrochado hipocresía a borbotones en su censura sobreactuada e hiperbolizada contra la marioneta de Otegi, Otxandiano, por considerar a ETA un grupo armado y no una banda terrorista, o lo que es igual, por legitimar los cientos de asesinatos, miles de heridos y torturados y decenas de miles de expulsados de sus hogares para escapar del exterminio y la persecución sencillamente por su condición de españoles. ¿Acaso Sánchez, Marlaska o cualquier otro vocero del PSOE se ha hecho esas preguntas, se las ha formulado a sus conmilitones en sede parlamentaria, en estos cinco años de colaboracionismo con los del hacha y la serpiente? ¿Han pensado en ello mientras se los blanqueaba aviesamente como fuerza de progreso, democrática y leal y sumaba sus votos a todos los proyectos de Moncloa, incluida la investidura? No, por supuesto. Es una realidad que los socialistas atropellaron esa línea roja, término tan manoseado, hace tiempo y nunca han renegado de ello, sino al contrario. Por lo que, tenemos la seguridad absoluta de que, pasado el domingo electoral, Sánchez se abrazará de nuevo a los legatarios del terror siempre que sirva a sus intereses particulares.

Para el constitucionalismo, por tanto, las opciones se reducen exclusivamente al Partido Popular del candidato Javier de Andrés, que ha realizado una campaña honesta en un feudo siempre hostil y adverso para quien levante la bandera de la España constitucional, la libertad y la igualdad, pero también de la memoria, la dignidad y la justicia con las víctimas para que los verdugos y sus cómplices paguen por sus crímenes. El PP tendrá la representación que los vascos le otorguen y deberá emplearla con esa guía ética en defensa de una convivencia real y no impostada, que solo puede llegar de la mano del estado de derecho hasta la derrota definitiva del proyecto etarra cueste el tiempo que cueste y del sanchismo encubridor.