Sociedad

Coronavirus

A oscuras sobre el nivel en la educación con el Covid-19 por las medidas de Celaá

La supresión de las evaluaciones impide saber lo que los alumnos aprenden

Un estudiante en un aula
Un estudiante en un aulaSebastián MariscalEFE

Los alumnos de 2º de Bachillerato de Murcia no se sienten capaces de enfrentarse a la selectividad de este año. «Nos faltan conocimientos base del curso pasado que no pudimos alcanzar durante la cuarentena y no conseguimos avanzar al ritmo necesario para dar todo el temario que exige Ebau/Evau en un horario semipresencial. Con suerte, llegaremos a ver la mitad del temario», dicen. Por eso ya han registrado una petición en la plataforma Change.org pidiendo una adaptación de la prueba en estas circunstancias excepcionales. Con su petición, los alumnos de Murcia que han impulsado esta iniciativa son ya conscientes de que no aprenderán lo mismo este año que cualquier otro sin pandemia. ¿Pero cuánto menos aprenderán? Lo cierto es que ni en Bachillerato ni en otros cursos se podrá tener una evidencia científica clara sobre cómo ha afectado la pandemia al aprendizaje de los estudiantes después de que el Gobierno haya aprobado, con el aval del Congreso, el Real Decreto que suprime las evaluaciones de 4º y 6º de Primaria, precisamente coincidiendo con el final de etapa. Estas evaluaciones son, precisamente, los mecanismos de control que tiene el sistema y que permiten constatar que los alumnos han adquirido los conocimientos que necesarios al final de cada etapa. Al menos, en lo que concierne a Primaria. Así, la medida deja a oscuras el sistema educativo español.

Hasta ahora, los expertos habían estado haciendo proyecciones sobre el impacto de la pandemia basándose en experiencias adversas ocurridas a lo largo de la historia. Pero no dejan de ser eso, aproximaciones. Ismael Sanz, ex director del Instituto Nacional de Evaluación Educativa y profesor de la URJC asegura que el único estudio que, a día de hoy, ofrece certeza sobre el impacto del virus en la educación es el realizado por la Universidad belga de Lovaina entre alumnos de 6º de Primaria. Y el resultado es que la bajada de rendimiento es el equivalente a más de medio curso escolar. «Esa reducción, además, ha sido muy dispar ya que, en los centros de nivel socioeducativo bajo, ha sido más elevada por causas exógenas no atribuibles al alumno», añade Sanz.

Ahora, más que nunca, el futuro académico de un alumno descansa en el profesor que le haya tocado. Por eso Amador Sánchez, del Colegio Oficial de Docentes, cree que hay muchos argumentos para defender criterios nacionales de evaluación y no traspasar esa responsabilidad a los centros docentes. “Asegura la unidad del sistema educativo nacional; minimiza las dificultades de continuidad en los casos de cambios de centro docente; incrementa la transparencia entre los centros y el resto de la comunidad educativa; y clarifica la tarea a los centros y al profesorado”. Y a todo esto añade que “una meta clara y compartida incrementa la motivación del alumnado y del profesorado para asumir el reto y el esfuerzo de cada curso escolar y facilita la tarea de organizar las pruebas de acceso a la universidad. Un aprobado generalizado sin alcanzar la meta prevista es más que nada un suspenso de todos".

Y es que, a esta medida del Real Decreto, se añade otra no exenta de polémica, como es el hecho de que se pueda pasar de curso sin un límite claro de suspensos y que un alumno de 2º de Bachillerato pueda tener el título y acudir a la selectividad con alguna asignatura suspensa, dependiendo de la comunidad autónoma en la que resida. Que este año el profesorado decida «levantar la mano» por las circunstancias excepcionales «no quitará una plaza en la universidad a un alumno brillante, pero no se pueden mantener en el tiempo porque, al final, lo que lleva a los alumnos es a esforzarse menos», añade Sanz.

Para Francisco López Rupérez, director de la cátedra de Políticas Educativas de la Universidad Camilo José Cela, la nueva situación derivada del Real Decreto aprobado por el Ministerio de Educación «abunda en el facilismo como política de equidad y esa es una política tan barata a corto plazo como errónea y contraproducente en el largo. Debilita el esfuerzo y reduce el nivel formativo».

Pepi Lucas, orientadora de Secundaria y tutora de Psicopedagogía en la UOC, cree que el hecho de que los contenidos sean flexibles «es algo positivo porque, al final, los conocimientos tienen que ser los que ofrezcan competencias para la vida». Pero la cuestión está en que, precisamente, el esfuerzo «es una competencia para la vida y si en un trabajo te dicen que hagas lo que hagas vas a cobrar igual, la actitud de la mayoría de las personas cambia». Para obtener el título de Bachillerato, siempre ha sido necesario no tener ningún suspenso con lo que, con las nuevas medidas educativas "lo que se hace es desprestigiar la cultura del esfuerzo. Así, el alumno puede llegar a plantearse “¿por qué me voy a esforzar porque con lo justo ya paso?” La otra realidad es que “tener el título con muchas materias suspensa, tanto de ESO como Bachillerato, al final es un engaño”. Con una nota baja en la ESO no entras en el ciclo formativo de grado medio que quieres y también necesitas una nota alta de selectividad para estudiar algunos grados en la universidad. “Estamos bajando el nivel y esto no es positivo”.

Repetición

Si un alumno no progresa adecuadamente, ¿debería repetir o la norma general debería ser pasar de curso, como propone la ministra de educación Isabel Celaá? David Alonso García, Coordinador del Máster de Formación de Profesorado de la Facultad de Educación-CFP de la Universidad Complutense, asegura que el mapa mapa de soluciones en Europa es muy diverso. “En general, encontramos dos tendencias: promoción automática o repetición de curso, aunque siempre como último recurso”. En algunos países, como Islandia, Noruega, Bulgaria y Liechtenstein en Educación Primaria la norma general es que los niños pasenn de curso. La situación es similar en el Reino Unido. No existe normativa específica sobre la repetición de curso, aunque sí en el resto de países.

El experto alude a un informe de la Comisión Europea sobre la Educación Obligatoria en Europa, de 2011, que establece que “la repetición de curso puede ser un recurso cuando otras medidas de recuperación tomadas durante el curso no han permitido al alumno alcanzar el progreso adecuado. Sin embargo, en muchos países unas bajas calificaciones finales no suponen necesariamente que el alumno tenga que repetir curso: la evaluación puede contemplar otros aspectos; los alumnos pueden realizar trabajos adicionales que les ayuden a recuperar o bien puede volvérseles a evaluar”.