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Educación

Hacia una educación con mayúsculas

Alumnos universitarios durante un examen
Alumnos universitarios durante un examenNACHO GALLEGOEFE

Hablar de educación con mayúsculas es lo que la sociedad demanda y lo que desde la comunidad universitaria estamos obligados a hacer. Nos encontramos ante un proceso permanente de aprendizaje colectivo y nuestra actitud no puede ser más que abierta, flexible y al mismo tiempo reflexiva, para navegar con solvencia en los entornos inestables y altamente complejos en los que vivimos y que exigen una transformación global desde todos los ámbitos, si queremos de verdad apostar por nuevos modelos de desarrollo.

La enseñanza superior y la universidad, como actor principal en el marco de la sociedad de aprendizaje del tercer milenio, deben reinventarse y replantear también nuevos modelos con una visión global e internacional que se asiente en el conocimiento aplicado, la innovación, el apoyo de las nuevas tecnologías y la digitalización.

Todo ello sin perder de vista su propósito de formar a las nuevas generaciones en aptitudes como el espíritu crítico, el desarrollo de valores éticos y un sentido amplio del emprendimiento que incorpore su componente social. Con una imprescindible colaboración del mundo empresarial y una visión de largo alcance por parte de las administraciones para afrontar los grandes retos sociales y medioambientales del siglo XXI.

El gran desafío que supone alcanzar este objetivo incrementa el valor de lo que ha significado para la Universidad Camilo José Cela (UCJC) la tercera edición del Global Education Forum (GEF), que ha conseguido reunir a muchos de los mayores expertos en Educación, además de sumar a sus aportaciones las planteadas por los verdaderos protagonistas de la educación, los alumnos.

El reconocimiento más valioso obtenido con esta iniciativa ha sido congregar a una gran comunidad educativa capaz de crear ese “movimiento” de transformación que ya ha trabajado, trabaja y trabajará por lograr la necesaria adaptación de la educación superior a las demandas que nuestra sociedad reclama.

Como resultado de este proceso continuo de debate, de investigación y análisis de conclusiones, iniciado de forma pionera hace más de diez años por la UCJC conjuntamente con la Institución Educativa SEK, podemos anclar la educación superior del futuro en cuatro pilares: digitalización, bienestar, impacto social y emprendimiento.

A su vez, la universidad que llega, poco o nada tendrá que ver con la que conocemos hoy. Ha de ganarse de nuevo su espacio, acercándose más a la sociedad a la que sirve, entendiendo cuales son las nuevas oportunidades de un mercado de trabajo al que tendrán que incorporarse los estudiantes y profesionales que continúen su formación a lo largo de la vida.

Transformamos la metodología, la comunicación con los profesores, los itinerarios, los procesos de evaluación y también asistimos a los cambios en el perfil de los estudiantes; en definitiva, es el momento para reformular la razón de ser de nuestras universidades y prepararla para el futuro.

Hablamos ya de aulas multiculturales, inteligentes y diversas en las que coincidirán alumnos procedentes de diferentes partes del mundo, donde será habitual compartir experiencias de referentes internacionales, información y recursos de aprendizaje, a través de redes y plataformas que enriquecerán a profesores y alumnos.

La universidad del futuro será por tanto más digital, ubícua, accesible, flexible y personalizada, con un modelo de gestión centrado en los datos y con un campus abierto, interactivo e híbrido. En el que además se priorice el bienestar físico y emocional de todos los miembros de la comunidad educativa con una participación activa del alumno en la vida académica y con un profesor que añadirá a su rol tradicional, el de asesor educativo y social.

Hemos de conformar entre todos los agentes implicados en la transformación educativa un modelo de enseñanza superior que haga de la universidad una experiencia de vida. Con un compromiso hacia el aprendizaje permanente, de generación y expansión de nuevos conocimientos valorados por la sociedad y con un fuerte impulso a la internacionalización de la investigación que requiere cada vez más de la cooperación trasnacional.

Estamos ante un reto enorme que exige una reflexión conjunta y consensuada para poder tomar decisiones valientes que fortalezcan la educación superior y que conduzcan esa nueva universidad hacia un liderazgo social para que continúe como institución prioritaria en la formación de ciudadanos libres, con espíritu crítico y democrático.