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¿Por qué Blair no puede presidir la UE?

La Razón
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La cumbre de otoño que reunió el jueves y viernes pasados a los jefe de Estado y de Gobierno de los Veintisiete estuvo dedicada oficialmente a resolver las exigencias extemporáneas planteadas por el presidente cheo, Vaclav Klaus, para firmar de una vez el Tratado de Lisboa y a discutir sobre el cambio climático. Sin embargo, oficiosamente, los líderes europeos comenzaron a poner sobre la mesas sus cartas de cara a la elección del presidente permanente del Consejo y del Altro Representante (ministro de Asuntos Exteriores europeo).

El presidente de la UE, según el Tratado de Lisboa, tendrá un mandato de dos años y medio prorrogable a un segundo y será la imagen exterior de la Unión Europea. Con esta nueva figura institucional, los Veintisiete desean dar continuidad a la Presidencia del Consejo, que hasta ahora cambiaba de manos cada seis meses.

Desde hace tiempo el ex primer ministro británico Tony Blair figuraba como favorito en todas las encuestas para presidir la UE. Sin embargo, esta etiqueta de caballo ganador le ha ido creando enemistades. Los países pequeños, especialmente Bélgica, Holanda y Luxemburgo, creen que el ex líder laborista no presenta el perfil europeísta que el cargo requiere y procede de un país que se ha autoexcluido del euro y Schengen. Mientras, desde el Partido de los Socialistas Europeos (PSE) no se ve con buenos ojos que uno de los máximos impulsores de la Guerra de Irak en 2003 presida ahora la UE. Reino Unido e Italia han quedado ahora como únicos valedores del ex "premier"británico.

Blair, que desde que dejó Downing Street en junio de 2007 ha dirigido muy discretamente el Cuarteto de Madrid sobre Oriente Medio, no presenta un perfl adecuado para impulsar el proceso de construcción europea. Si bien cuenta con una dotes comunicativos y un carisma indiscutibles, su contribución al encaje de Reino Unido en la UE fue más bien escaso durante su década en el poder.

A pesar de haber prometido en 1997 llevar a Gran Bretaña al corazón de Europa, no incorporó a su país ni al euro ni al espacio Schengen. En la primavera de 2005 aprovechó el "no"de franceses y holandeses a la Constitución Europea para retirar un prometido referéndum. En el terreno presupuestario, mantuvo el anacrónico "cheque británico"logrado por Margaret Thatcher en 1984 para compensar a Londres de los escasos fondos comunitarios obtenidos por sus agricultores.

Capítulo a parte merece su actitud en la invasión de Irak, cuando decidió ponerse al lado de su aliado tradicional, Estados Unidos, y propiciar la división entre los países europeos. La actitud de Blair y de José María Aznar dieron alas a los neoconservadores de la Administración Bush para abrir una profunda brecha entre los países europeos. Aún recordamos la diferenciación entre la "vieja"y la "nueva"Europa hecha por el jefe del Pentágono, Donald Rumsfeld.

Las únicas concesiones que Blair hizo fueron incorporar a su país a la Carta Social Europea del Tratado de Maastricht e impulsar la Europa de la Defensa con Francia. Su mayor éxito, en cualquier caso, fue sustituir el eterno obstruccionismo de los Gobiernos conservadores precedentes hacia todo lo que viniera de Bruselas por una actitud más construcctiva y dialogante.

Todo lo dicho arriba convierte a Tony Blair en el peor candidato posible para convertirse en el flamante presidente del Consejo. De una manera más diplomática, populares y socialistas europeos están excluyendo implícitamente la candidatura de Blair. El consenso existente para que un socialisa diriga la diplomacia europea implica que la Presidencia recaerá sobre un conservador. En las próximas semanas saldremos de dudas...