PSOE

Sánchez aspira a retener el poder «contra todo pronóstico»

El presidente se aferra a la épica y a los tropiezos del PP para evitar que las derechas sumen

El presidente del gobierno y candidato a la reelección, Pedro Sánchez, saluda a los asistentes al mitin de Lugo CARLOS CASTRO/EUROPA PRESS 20/07/2023
El presidente del gobierno y candidato a la reelección, Pedro Sánchez, saluda a los asistentes al mitin de LugoCARLOS CASTRO/EUROPA PRESSEuropa Press

El PSOE ha encarado la campaña del 23J desde una posición perdedora. El propio mantra de «la remontada» que el partido ha alimentado durante toda la contienda demuestra un reconocimiento implícito de que no se perciben en condiciones de ser la primera fuerza en los comicios de este domingo. Solo puedes remontar si vas por detrás. Así lo reflejan todas las encuestas, salvo el CIS, pese a que en diversas entrevistas Pedro Sánchez haya asegurado con total convicción que «va a ganar las elecciones».

En este caso, las expectativas del partido juegan a su favor. Parten de una posición desfavorable, subalterna a la del PP, que puede acabar convirtiendo un mal resultado en una bocanada de oxígeno político si logran resistir. En los círculos socialistas se ha instalado la sensación, en la recta final de la campaña, de que es posible desbaratar una mayoría de derechas, que deben conseguir la absoluta (176 diputados) o quedarse muy cerca para tener opciones de gobernar. Pedro Sánchez evoca la épica que le ha acompañado durante toda su trayectoria política al frente del PSOE –la que le llevó a ganar las primarias contra el aparato del partido en 2017 o la moción de censura en 2018– para mantener viva la perspectiva de retener el poder «contra todo pronóstico».

Los socialistas han protagonizado una campaña errática, a golpe de improvisación, modulando su estrategia en función de la pulsión interna. La de las generales se diseñó como una campaña dirigida a grandes audiencias desde diversos y diversificados formatos mediáticos y sin pisar el territorio. Sin embargo, tras naufragar en el «cara a cara» de Atresmedia con Alberto Núñez Feijóo, el PSOE se vio obligado a dar un volantazo a su estrategia y hacer compatible su exposición pública con los mítines tradicionales en aquellas provincias donde el baile de escaños puede dar un vuelco al resultado. Tal como publicara este diario el pasado fin de semana, fuentes socialistas sostienen que la diferencia entre el bloque de la derecha y el de la izquierda está «en 7 u 8 diputados» y hay, al menos, 10 provincias que se antojan decisivas para recortar distancias con el PP.

Sánchez ha cogido aire en los últimos días, no tanto por mérito propio, sino por demérito del PP. La polémica en la que se vio envuelto Feijóo con la revalorización de las pensiones conforme al IPC a principios de semana consiguió que los socialistas apuntalaran el marco de la falta de credibilidad del candidato popular. En esta estrategia de intentar ganar el «postdebate» de Atresmedia, Sánchez aprovechó su intervención en RTVE el miércoles para exhibir un perfil más institucional y reivindicar la gestión del Gobierno que fue incapaz de defender ante el líder del PP una semana antes. Tanto el presidente del Gobierno como Yolanda Díaz exhibieron en tándem la fortaleza de la coalición, frente a un Santiago Abascal como único representante de la derecha.

Con esta inercia positiva, el PSOE decidió en las últimas horas dar una vuelta de tuerca a la campaña, subiéndose al carro de la foto de Feijóo con Marcial Dorado. Un giro a la desesperada para elevar el cuestionamiento del líder de la oposición también a nivel ético. En el partido exhiben optimismo y ven opciones, un estado de ánimo basado en las «buenas sensaciones» que perciben, pero que ya les traicionaron en el 28M, cuando sostuvieron hasta el mismo escrutinio que estaban en condiciones de mantener todo el poder territorial. Sánchez se juega la segunda vuelta de las municipales y autonómicas, un «todo o nada» que él mismo decidió activar tras el varapalo de mayo y en el que puede certificar el final de su trayectoria política o añadir un capítulo más al manual de resistencia.