Verde
Los campos de ensalada se pasan al papel
El plástico tiene infinidad de usos en agricultura, desde mangueras a sujeciones para plantas. Un proyecto UE ha estudiado el papel como alternativa a los polímeros de los acolchados del suelo
Sustituir el plástico por papel puede acabar con las 300.000 toneladas de polímeros que se calcula se usan al año en los cultivos. En agricultura, este material está presente en infinidad de usos; desde mangueras a invernaderos, sujeciones de plantas o acolchado. Esta última técnica supone el 50% del uso de los plásticos agrícolas, según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). Gracias a él se protegen las plantaciones de malas hierbas y plagas, se conservan la humedad y la temperatura del suelo y se ayuda a la absorción de nutrientes.
El proyecto Life Agropaper arrancó hace un par de años con la intención precisamente de desarrollar un material de papel que sirviera para el acolchado. El proyecto, que ha contado con financiación europea y acaba de concluir, ha unido a varios organismos: desde el Centro de Edafología y Biología Aplicada del Segura (CEBAS), pertenece al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), hasta la Sociedad Española de Agricultura Ecológica y Agroecología (SEAE) y empresas como Smurfit Kappa o Florette.
Durante este tiempo se ha probado un acolchado elaborado a partir de fibras vegetales (celulosa) que, además es biodegradable. Instalado en el campo, el acolchado de papel ayuda a las plantas a crecer en las mejores condiciones y, una vez realizada su función, se descompone e incorpora como materia orgánica al suelo incrementando la capacidad de éste de secuestrar carbono. Además, tiene un efecto beneficioso sobre los microorganismos presentes en la tierra. «Aporta carbono orgánico procedente de la celulosa lo que ayuda a mejorar tanto la huella de carbono como en el tema del residuo cero y la huella hídrica», afirman desde Florette.
Brotes protegidos
Y es que el gigante de la producción de ensaladas (750.000 ensaladas elaboran cada día) ha probado en sus propios cultivos esta solución de la que afirman que es perfecta, sobre todo durante el estío. «En invierno, es cierto que el plástico ayuda a mantener muy bien el calor, pero seguimos investigando con esta alternativa para sustituir el plástico biodegradable o el convencional del acolchado», comenta Javier Les, director de Innovación y Calidad y Sostenibilidad de Florette desde el campo de cultivo que tiene la compañía en Navarra.
En las más de 300 hectáreas de Navarra y más de 2.000 que tienen distribuidas por toda la Península y Canarias cultivan 60 especies diferentes de vegetales, la mayoría al aire libre, pero una parte se dedica a la producción protegida de todo tipo de brotes. En cada lugar se produce en la época más propicia del año y su destino es solo el mercado ibérico, para «asegurar la frescura de este producto tan perecedero. Se recolecta de madrugada y se procesa a temperaturas que se mantienen todo el tiempo entre 1 y 4 grados para que no se rompa la cadena de frío», dicen desde la compañía.
Los brotes se crían bajo grandes carpas. En estos cultivos todo está controlado al milímetro: el riego se monitoriza para que la planta reciba solo el agua que necesitan. Cuando se siembra, la semilla se cubre con una manta térmica para que germine toda al mismo tiempo y así ahorrar agua. Además hasta el 50% del riego proviene de lluvia recolectada en una gran piscina y en el centro de producción se recupera agua de los túneles de secado de las hojas. Como están cubiertos, los cultivos solo utilizan abonos naturales y no se usan plaguicidas químicos. En su lugar cuentan con hoteles para insectos o trampas de feromonas.
Una vez cortadas, los brotes pasan al centro de producción para su lavado, confección y envasado, donde no permanecen más que unas horas hasta que salen hacia las tiendas. La compañía, por cierto, también combate el uso de plástico en estos centros, por ejemplo, el packaging ha reducido su peso tanto en bolsas como en ensalada y se apuesta por monomateriales para simplificar el reciclado.
Seguir innovando
Además del Life Agropaper, la marca también participa en proyectos de lo más variado para mejorar la producción y reducir impactos, desde el uso de microorganismos para conservar el suelo a la instalación de plantas fotovoltaicas para autoconsumo.
Uno de estos proyectos es Farmitank -también acaba de concluir-. En él se ha ensayado el cultivo vertical hidropónico. En un cilindro de 6 m de diámetro y 16 metros de altura se consigue una superficie de cultivo de 312 metros cuadrados, donde se han criado lechugas, hierbas aromáticas o microbrotes para comparar los resultados con los cultivos tradicionales en suelo y ver posible ventajas o inconvenientes como el ahorro de agua o el uso de electricidad.
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