Las imágenes del debate: de la tila de Baldoví al libro de Ortega Smith
La intensa sesión de investidura vivida este sábado en el Congreso ha estado salpicada de varias escenas que han atraído la atención al margen del debate político, como la bolsa de tila del diputado de Compromís, Joan Baldoví, o el libro que el representante de Vox Javier Ortega Smith ha leído en su escaño.
Como otros debates, Baldoví ha querido optimizar sus pocos minutos ante la tribuna para ganar foco y ha exhibido una "humilde" bolsita de tila, que ha ofrecido a PP, Vox y Cs para que "templen los nervios" ante el Gobierno de coalición que va a haber en España si Pedro Sánchez es investido el próximo martes.
"Es un remedio castizo, tradicional, español, como les gusta a ustedes. Tomada en cantidades moderadas hace verdaderos milagros", ha recetado el diputado valenciano.
Aunque no ha intervenido, Ortega Smith también ha sido ‘protagonista’ por los ratos que ha dedicado a leer un libro desde su escaño, en especial, durante la intervención inicial del presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez.
El líder de Vox, Santiago Abascal, también se ha llevado un libro al hemiciclo, "La conquista de México", sobre el quinto centenario de la gesta de Hernán Cortés, pero solo ha hecho uso de él para ponerlo en el estrado mientras pronunciaba su discurso.
Quizá por casualidad, más que como guiño a su nuevo socio, Unidas Podemos, varios miembros del Gobierno han llevado prendas moradas, entre ellos, la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, con un llamativo vestido de este color, y Sánchez y el titular de Agricultura, Luis Planas, con corbata de tono similar.
A causa de un catarro, Íñigo Errejón no ha podido estrenarse en un debate de investidura como portavoz de Más País y le ha sustituido la veterana Inés Sabanés.
"Espero que se reponga pronto", ha deseado Sánchez, en buena medida porque el voto de Errejón es decisivo para que su investidura prospere.
No será el caso de Junts per Catalunya, que votará no, aunque su portavoz, Laura Borrás, conversó con cordialidad, primero con Sánchez y Carmen Calvo en la bancada azul y, después, entre risas, con la portavoz socialista, Adriana Lastra, en el patio del Congreso.
La que sí se ha estrenado en un debate de alto rango ha sido Inés Arrimadas, a la que Sánchez ha recordado, con ironía, la sangría de escaños en las últimas elecciones. Moviendo los dedos de las dos manos, Arrimadas le ha respondido que “no sabía contar” y luego, en la tribuna, le ha echado en cara también “el chorro de votos” perdidos por el PSOE.
La imagen del portavoz del PNV, Aitor Esteban, mostrando su sopor en un momento de la sesión o la cara de sorpresa de Sánchez al enterarse de que la diputada de Coalición Canaria, Ana Oramas, votará finalmente no a su investidura han sido otras imágenes destacadas de la jornada.
El candidato a presidente ha estado arropado en la tribuna por sus padres y por su hermano, que han cubierto la ausencia de su esposa, Begoña Gómez. También le ha animado la líder del PSOE andaluz y otrora rival por liderar el PSOE, Susana Díaz, aunque para cuando el presidente del PP, Pablo Casado, ha aireado el caso de corrupción de los ERE, ya se había marchado.
Otro que no se ha querido perder el debate ha sido Juan Carlos Monedero, cofundador de Podemos y colaborador en la sombra de Pablo Iglesias.
De los presidentes autonómicos, solo se ha dejado ver la riojana Concha Andreu, sentada cerca de la presidenta del Senado, Pilar Llop. Acorde a los actuales usos sociales, por momentos han sido más los diputados que miraban ensimismados a sus móviles que a la tribuna de oradores. La portavoz parlamentaria de Unidas Podemos, Irene Montero, en las quinielas como posible ministra, ha sido una de las más activas tecleando con el móvil y la tableta mientras escuchaba a Sánchez.
A Cayetana Álvarez de Toledo, del PP, le han tenido que traer un cargador para poder seguir conectada desde su escaño.
La presidenta del Congreso, Meritxell Batet, no ha tenido que emplearse a fondo, aunque Gabriel Rufián, de ERC, le ha expresado una queja amable ante las cosas que le decían desde la bancada de la derecha. “A mí, me echaron por mucho menos”, le ha recordado Rufián.