Investidura de Pedro Sánchez
La rebelión de los muertos
¡Cómo no! Tenía que ocurrir porque, para apoyarse sobre los albaceas de ETA, se precisaba la reafirmación por el candidato de que «fueron él (Zapatero) y Rubalcaba los que acabaron con el terrorismo». Lo hemos oído tantas veces que suena a tópico. Y, sin embargo, sabemos que el principal logro de la política zapateril fue alargar la agonía de tantos que, en España, resultaron abatidos por los etarras. Son ellos, los muertos, quienes se rebelaron ayer en el Congreso de los Diputados para dejar claro, por boca de Teresa Jiménez Becerril, que ETA se sienta hoy en sus escaños. «Están ahí», gritó la diputada del PP señalando a la bancada «abertzale». Y ahí estaban, en efecto, los de Bildu a la espera de cobrar los réditos políticos que les rendirá su pacto para investir a Sánchez. El PSOE ha llevado hasta este extremo su indignidad y su desprecio por las víctimas del terrorismo: no solo protagonizó una negociación que le dio a ETA su último aliento, sino que favoreció, a través de su influencia sobre el Tribunal Constitucional, la legalización del partido político que ha recogido todas sus esencias terroristas. Ahora se ha hecho imprescindible para que Sánchez gobierne en España, lo mismo que otrora ocurrió en Navarra.
Gracias, Teresa, por haber dado voz a quienes, como tu hermano Alberto y su esposa Ascensión, allá por la calle Don Remondo, en su Sevilla, la perdieron para siempre.
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