Coronavirus

Isis prepara su propio “virus” contra Europa

Los yihadistas de daesh consideran que occidente va a quedar debilitado económicamente y con una menor capacidad de respuesta ante el terrorismo.

Daesh suele incluir en sus publicaciones imágenes en las que hace ver que terminarán conquistando el mundo
Daesh suele incluir en sus publicaciones imágenes en las que hace ver que terminarán conquistando el mundolarazon

El Estado Islámico (Isis, Daesh) ha dudado algunas semanas sobre qué hacer ante el coronavirus. Pero, al final, se ha impuesto el fanatismo y la estrategia de que, ente el enemigo débil, que sufre un problema tan grave como una pandemia, hay que aprovecharse. Piensan y, probablemente no les falta razón, que los gobiernos occidentales van a tener que destinar medios militares y económico a combatir una situación crítica. Y que, tarde o temprano, habrán de detraer medios de los que se utilizan para combatir el terrorismo. En una palabra, el «califa» Ibrahim Hashimi y los suyos han pensado que éste «es la nuestra». El mismo fanatismo que les lleva a pensar que Alá les protegerá del coronavirus.

Para ilustrar este reportaje, aunque a veces resulte desagradable tener que leer el lenguaje de los terroristas, lo mejor es dejar que sean ellos, con sus propias palabras, los que expliquen lo que piensan en cada momento. Resulta indignante comprobar cómo invocan a Dios para hacer el mal y, en el colmo del desvarío, afirmar que están protegidos por Él. Pero, evitando siempre ser el mero altavoz de los yihadistas, conviene que los lectores conozcan los «argumentos», más bien falacias, en los que justifican sus actuaciones.

La primera reacción de los yihadistas, al iniciarse la pandemia en China, fue atribuir el mal a un castigo divino contra las autoridades de este país por la política que desarrollan contra los musulmanes huigures de la provincia Xinjiang. Conviene recordar que varias unidades conformadas por centenares de yihadistas de esta etnia combatieron ferozmente en las filas del «califato» durante la contienda de Irak y Siria. Pekín decidió desde el principio cortar por lo sano el extremismo musulmán y se ha convertido uno de los enemigos a batir.

Los terroristas, de cualquier signo, aprovechan cualquier oportunidad para aprovecharse de las desgracias de sus enemigos. Y Daesh es un alumno aventajado ya que siempre pone como referencia a «la voluntad de Alá».

Ya lo hicieron con el incendio de Notre Dame en París; y ahora utilizan el coronavirus, que consideran una «calamidad que Dios Todopoderoso ha ordenado», en principio contra China por su «faraonismo» y, después, contra los demás. Mostraban en sus publicaciones su alegría por la extensión del virus; que no se haya encontrado un remedio para este mal y que se haya convertido en una «grave epidemia mundial que puede causar una gran catástrofe entre los humanos».

«Muchos musulmanes se apresuraron a decir con seguridad que esta epidemia es un castigo de Dios Todopoderoso», en especial para el Gobierno chino, ya que los musulmanes en ese país «fueron asesinados y encarcelados, desalojados y asediados, sin permitir que ejercieran su religión”, señalaban. “Los politeístas merecen el tormento en este mundo» (publicado en la página oficial de Isis).

Días después, se lo pensaron mejor, y en las mismas redes sociales y «revistas», insertaron una serie de recomendaciones para evitar contagios, al tiempo que advertían de la peligrosidad que suponía viajar o residir en los países afectados de occidente.

Para darles un componente divino y coránico, cada recomendación era atribuida a un profeta o eruditos de referencia.

Bajo el título de «Directivas de la Sharia para hacer frente a las epidemias», subrayaban que «las enfermedades no atacan por sí mismas sino por el mandato y el decreto de Dios». Entre otras, citaban las siguientes recomendaciones:

–El consejo es confiar en Dios y buscar refugio en Él ante las enfermedades La obligación es asumir las causas de protección contra enfermedades y evitarlas.

–El consejo es que los sanos no deben entrar en la tierra de la epidemia y los afectados; y los infectados no deben salir de ella.

–El consejo es cubrirse la boca al bostezar y estornudar

–El consejo es cubrir los vasos y atar el odre de agua.

–El consejo de lavarse las manos antes de sumergirlas en los vasos

–El Mensajero de Dios (Mahoma) dijo: «Cuando uno de ustedes se despierte de su sueño, que no sumerja su mano en los recipientes hasta que la lave tres veces, porque no sabe dónde pasó la noche» (publicado en el semanario «Al Naba» 225).

Ya se sabe que con el terrorismo la peor de las opciones es la que siempre se confirma. Y los cabecillas de Isis, a los que la muerte parece importarles muy poco, incluso si es en las propias filas, han decidido que lo mejor era aprovecharse de las debilidades demostradas del enemigo en estos momentos (publicado en el semanario «Al Naba» 226).

La estrategia de Isis es clara y contundente: considera que la actual pandemia de coronavirus, y las debilidades que provocan en occidente, conforman una situación inmejorable para cometer atentados en estos países.

Por ello, reclama de los musulmanes que no tengan piedad de los «cruzados» (España está incluida dentro de este conjunto) y les ataquen sin contemplaciones, ya que, como en otras ocasiones, pueden obtener la victoria en la «guerra» santa.

«Los musulmanes no deberían compadecerse de los incrédulos y apóstatas (…) Los “cruzados” esperan que los “muyahidines” (combatientes) estén tranquilos y se compadezcan de sus sufrimientos actuales, pero fingen olvidar sus propios crímenes contra los musulmanes y los que continúan cometiendo este día».

Por ello, explican que las naciones «cruzadas» se tienen que preocupar ahora de la seguridad en sus propias tierras, de combatir la pandemia y de las consecuencias económicas que va a tener para «los precios de los bienes y para caos y desorden». Además, van a tener que detraer tropas del extranjero, de los países en los que luchan contra el Isis. Los yihadistas subrayan que en esta situación, el enemigo lo último que desea es que se cometan atentados como los de París, Londres y Bruselas. Por ello, hay que repetirlos.

Ante esta oportunidad, los «muyahidines» pueden aprovechar para «conquistar partes de la Tierra como sucedió en el pasado». Estamos ante la «peor pesadilla de los “cruzados”», subrayan. «Dios Todopoderoso ha derramado algo de su doloroso tormento en las naciones idólatras con la epidemia. Sus empresas han sido cerradas, sus mercados y actividades suspendidas y muchos de ellos confinados en sus hogares. Y están al borde de una gran catástrofe económica». «Se esfuerzan hoy para reducir la probabilidad de que los muyahidines los ataquen dentro de sus países cruzados (…) ya que supondrían una presión y una carga adicionales sobre sus gobiernos», concluyen.

Esto es lo que tienen en la cabeza los terroristas y otra cosa es que lo puedan poner en práctica. Un factor que se debe tener en cuenta siempre es que los mensajes que lanzan a través de sus redes sociales y publicaciones van dirigidos a los que han prometido fidelidad al Daesh y a su «califa»; o están en proceso de fanatización.

Son los que, en principio (no hay noticias de la existencia de células, aunque no se puede descartar ninguna hipótesis) podrían realizar ataques. Se trata de los actores («lobos») solitarios que se topan en las actuales circunstancias con la contrariedad, para ellos, de que la mayoría de los europeos están recluidos en sus casas y los que se mueven lo hacen para ir a sus puestos de trabajo y a horas determinadas. No se celebran actos multitudinarios y las discotecas (a las que tanto odian), cines, estadios... están vacíos. Sin embargo, para uno de estos individuos le basta la presencia de unos pocos ciudadanos para intentar atacarlos con un cuchillo y, si pudiera, atropellarlos con un vehículo.

Las amenazas de Isis no se pueden tomar como algo retórico, como mensajes para la galería o para tener «animados» a los propios. Minimizar las capacidades de los terroristas es siempre un grave error.

Hashimi y los suyos han interiorizado que la crisis del coronavirus, que afecta a todo el mundo (también a ellos) va a dejar seriamente tocada a la economía de sus enemigos y, por ende, a sus capacidades.

La población vive preocupada ante una pandemia que no esperaba y cuyo alcance final es difícil pronosticar. Por ello, dentro de su conocida estrategia de desestabilización, cometer atentados terroristas contribuiría a añadir un factor negativo más a una situación ya de por sí compleja.

Los yihadistas lo saben y, como se ha reproducido en párrafos anteriores, lo han escrito. La pandemia se convierte en una especie de «bendición de Dios» que les señala el camino para tratar de acabar con la sociedad occidental por sus raíces cristianas. Isis, lejos de haber sido derrotada, tiene un plan detallado para consolidar en el Sahel africano, entre Mali y Níger, una zona «liberada» con el fin de desarrollar sus actividades como cuando ocuparon parte de Siria e Irak. Ahí es donde está el gran peligro. Si lo consiguen, podrán volver a instalar campos de entrenamiento y sus «oficinas». De las que tenían en Siria, salieron los terroristas, con documentaciones falsas, que cometieron los atentados en París y Bélgica, con centenares de personas asesinadas o heridas. Si no se apoya a Francia, que es la que lleva el peso de la lucha en esta zona, se cometerá un grave error. Y a la plaga del coronavirus, tendremos que unir la de una actividad terrorista que ensombrecerá más aún el panorama que nos rodea.