Guardia Civil

Ex altos cargos de Interior ven en la purga un “pago” a ERC

Se produce en pleno proceso de nuevo intento de acercamiento del Gobierno a sus socios independentistas

Sesión de control al Gobierno en el Congreso
Sesión de control al Gobierno. Ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska.Eduardo ParraEuropa Press

El cese del coronel Diego Pérez de los Cobos ha alcanzado una dimensión de «escándalo» entre ex altos cargos del Ministerio del Interior. Los lazos dentro del estamento se mantienen y en las últimas horas se ha producido un «feedback» entre quienes están y quienes han estado trabajando en este área tan sensible de la estructura del Estado. La lectura de los hechos añade un sesgo político que va mucho más allá de la interpretación que liga la depuración del coronel con una decisión relacionada exclusivamente con el interés de Moncloa de protegerse y de proteger al «hombre» de Pedro Sánchez en Madrid, al delegado del Gobierno, José Manuel Franco, de la investigación judicial sobre las posibles consecuencias penales de la autorización de las concentraciones del 8-M.

En el punto de mira colocan Cataluña y la idea de que el obligado «no» de Pérez de los Cobos a asumir la orden política que implicaba una vulneración de la ley ha sido el instrumento, «la excusa», de Moncloa para ejecutar el pago que el independentismo siempre ha reclamado, la «cabeza» del coronel de la Guardia Civil. Su hoja de servicios en el dispositivo contra el referéndum ilegal del 1-O le convirtieron en el objetivo a batir, y su declaración en el juicio del Tribunal Supremo le sentenció en el mundo secesionista.

El coronel Pérez de los Cobos ha trabajado a las órdenes de cinco ministros del Interior, y quienes están y quienes han estado a su lado coinciden en resaltar su integridad, su competencia y el alcance de sus análisis. Este perfil es lo que ha hecho que los cambios de Gobierno y de ministros no hayan afectado a su continuidad en el cargo. Dentro del Cuerpo no tiene adscripción política.

El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, conoce mejor que nadie dentro del Gobierno la única respuesta que podía dar el coronel a la petición de que informara, según la versión de su entorno, sobre el informe elaborado por una unidad de la Policía Judicial de la Comandancia de Madrid, que hasta ahora dirigía Pérez de los Cobos. Esta unidad investiga por orden de un juzgado de Madrid la autorización de actos multitudinarios como la manifestación del 8-M en los días previos a decretarse el estado de alarma por la Covid-19.

La respuesta sólo podía ser un «no». El informe, en teoría secreto, se ha filtrado primero a satélites del Gobierno para desautorizarlo, por lo que es evidente que no era tan secreto para Interior. «El informe ha sido la presa para justificar la caza mayor, darle otro pago a ERC para intentar recomponer, como sea, la mayoría de la investidura», sentencia un ex alto cargo de Interior que ha trabajado con Pérez de los Cobos.

A simple vista el relevo del coronel parece una zancadilla que se ha puesto el Gobierno a sí mismo. Como ocurrió con el pacto con Bildu. Porque son movimientos políticos de los que no sale nada a simple vista, y sí más desgaste. No parecen tampoco responder a una estrategia, sino a la debilidad del Gobierno y a la necesidad de recuperar como sea la mayoría de investidura para taparse la desnudez con la que se enfrenta cada semana al Parlamento. El voto de Ciudadanos no cicatriza heridas del Ejecutivo: a ojos de la estrategia en la que sigue creyendo Moncloa lo que hace es subrayar el fracaso del proyecto político del presidente del Gobierno. Recuperar a ERC, como sea, y recuperar la mayoría de investidura es la única explicación que puede dar algo de sentido al sin sentido del cese de Pérez de los Cobos o al pacto con Bildu de la semana pasada sobre la derogación de la reforma laboral. El coste es mayor que el beneficio, salvo que el beneficio pudiera acabar siendo reconstruir esa mayoría de la investidura. En esta cuadratura del círculo imposible falla lo principal, que el proyecto político de esa mayoría de investidura ha perdido todo su sentido y su viabilidad bajo la potencia de las consecuencias que deja la pandemia.

Ayer Sánchez reiteró su guiño a ERC de cumplir su compromiso de activar la mesa bilateral de negociación. Y para atraer al partido de Junqueras alabó su actitud constructiva después de la crítica de su portavoz, Gabriel Rufián, al pacto con Ciudadanos. Sánchez respondió con agradecimientos a las duras palabras de ERC, como si no fueran con él. En pleno contexto preelectoral, y en competición con JxCat por el voto independentista, ERC quiere que la «mesa» bilateral celebre una nueva reunión cuanto antes. Sánchez, de momento, lo que ofrece es su palabra, pero no pone fecha al compromiso.

La gestión de la pandemia ha roto la mayoría de la investidura y las votaciones del estado de alarma se han convertido en un calvario para el Gobierno. Cada votación con Ciudadanos les separa más de aquellos que quieren que sigan siendo sus socios preferentes, y esto explica, precisamente, las dudas de Moncloa a la hora de pedir una nueva prórroga. Puede negociarla con la formación naranja, pero a costa de otra bronca con los independentistas y de incomodar a Podemos.

Podemos fue el primer partido en alabar la depuración del coronel Pérez de los Cobos. Quienes conocen los pilares del estamento de la Guardia Civil advierten del alcance de la crisis que ha provocado en la Benemérita esta operación política. «Juegan con fuego: desestabilización total cuando más se nos necesita».