Pablo Casado

Cs descoloca el tablero político

El giro de Arrimadas también descoloca a la derecha. Subraya la descoordinación de fondo y forma entre Génova y sus presidentes autonómicos. Abre la expectativa de una alianza PSOE, PNV y Cs para los PGE y Europa

Pleno del Congreso
MADRID, 03/06/2020.- El líder del Partido Popular, Pablo Casado, interviene durante el pleno del Congreso que vota este miércoles la última prórroga del estado de alarma con la que el Gobierno pretende cerrar el proceso de desescalada y que ya cuenta con los votos suficientes para salir adelante tras un periodo de duras negociaciones en el que los aliados del Ejecutivo han ido cambiando en cada votación. EFE/ Kiko HuescaKiko HuescaEFE

El cambio estratégico de Ciudadanos (Cs) ha dado una patada a las piezas de todo el tablero político. La repercusión real de esta patada está en manos del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, porque la apuesta de la formación naranja por la negociación tiene voluntad de ser estructural en tanto Sánchez no someta de nuevo la Legislatura a las cesiones al independentismo catalán. Ciudadanos está dispuesto a mirar a otro lado con el PNV si la negociación versa sobre las cuestiones económicas y sociales, aunque pactar con el PNV siempre implique beneficios competenciales y materiales para Ajuria Enea. El programa económico del nacionalismo vasco puede compatibilizarse con el de Ciudadanos. El de ERC, o Podemos, no.

La negociación del Gobierno con Ciudadanos durante el estado de alarma ha abierto la expectativa de que Sánchez, aun con la posición en contra de su vicepresidente, Pablo Iglesias, haya decidido apostar por el PNV y el partido de Inés Arrimadas para gestionar desde una posición más centrada la reconstrucción económica. Hay dos prioridades: los Presupuestos del próximo año, porque en este ejercicio seguirán sin modificarse los de Cristóbal Montoro (PP), y la negociación en Bruselas. Los PGE de 2021 estarán sometidos al pacto con Bruselas. La centralidad no es sólo un movimiento político o electoral, sino que suma al Ejecutivo en la batalla europea ya que la posición de Podemos choca con la más mínima ortodoxia económica comunitaria.

Cs ha planteado esta negociación desde una posición de mínimos, le basta con pequeñas concesiones que le sirvan para explicar ante la opinión pública por qué auxilia a un Gobierno desacreditado por sus vaivenes, sus pactos con el independentismo y la gestión de la pandemia.

La justificación de la política útil sólo tiene una gran línea roja, que la tumbará en cuanto Sánchez la traspase: Ciudadanos no podría seguir dando aire al Gobierno de coalición si éste reactiva con gestos concretos la negociación con el secesionismo. La activación de la «mesa de partidos» haría saltar por los aires la nueva estrategia de Inés Arrimadas porque una fuerza como Cs, que tuvo su embrión como referente de un nuevo constitucionalismo en Cataluña, no puede sostener que pacta con quien al mismo tiempo se sienta a negociar la autodeterminación o el futuro de los presos condenados por sedición por el Tribunal Supremo. Sánchez tiene que elegir, pero, de momento, Arrimadas ha hecho saltar por los aires los equilibrios en la derecha y en la izquierda. En la derecha ha descolocado la apuesta por la oposición dura de Génova. Esta semana Pablo Casado recuperó ante la Junta Directiva del PP el discurso de la moderación, que su plana mayor ya le ha escuchado en otros momentos críticos de la Legislatura. Y tras haber forzado la máquina en el debate sobre el estado de alarma, sin ir de la mano de la estrategia de sus barones, la dirección nacional popular le ha dado a Sánchez el apoyo a la renta mínima sin atender tampoco a las exigencias que, en este caso, sí plantearon sus presidentes autonómicos.

Los barones del PP nunca protestaron en la Conferencia de Presidentes contra el estado de alarma, que consideraban, en general, necesario para garantizar la restricción de movimientos durante el confinamiento. Pero sí trasladaron en privado a Sánchez la demanda de gestionar también ellos, igual que País Vasco y Navarra, la nueva renta mínima para coordinarla con las ayudas autonómicas que ya están en vigor. Con la aproximación al PSOE Ciudadanos marca una posición propia fuera de la órbita popular y desnuda la competición entre PP y Vox por la derecha.

En la izquierda, el giro de Cs rebaja la influencia de ERC en el Gobierno de Sánchez. También genera al PSOE un problema con Podemos, no sólo con los independentistas catalanes. Pero éste puede ser el menor obstáculo dentro de las diferencias que separan a la parte socialista y a la parte morada del Ejecutivo. En las filas socialistas la crisis con Podemos por culpa de Cs preocupa lo justo porque nadie da por seguro que Iglesias aguante la gestión de la crisis económica y social y la negociación con Bruselas. Y porque ven a Sánchez capaz de sostener el Gobierno en solitario, que siempre quiso, a pesar de que Podemos rompiese la coalición de gobierno.

Arrimadas puede dar la vuelta a la Legislatura con su apuesta estratégica para garantizar la supervivencia de Cs y que pasa por desmarcarse del PP y de Vox, y dar a sus diez escaños una utilidad que supera la entidad de su fuerza.

Ahora bien, que prospere o no depende de Sánchez, quien se ha ganado desde la moción de censura la desconfianza general de la oposición por la falta de consistencia de su palabra.